El PSOE ha comenzado a modular su tono con el PP a sabiendas de que la reforma de la ley del solo sí es sí deberá contar con el beneplácito del partido de Alberto Núñez Feijóo, toda vez que el acuerdo con Unidas Podemos resulta a día de hoy “muy difícil”. La ministra de Igualdad, Irene Montero, niega que las desavenencias con su socio obedezcan a un problema técnico sino que son producto de una “discrepancia política fuerte”, mientras que el Ministerio de Justicia, por boca de su responsable, Pilar Llop, asume en primera persona los graves efectos de la aplicación de la norma pese a que salió del Consejo de Ministros cuando ella aún no se sentaba en el mismo. “Lo importante es proteger a las mujeres, intentar que la situación se corrija a futuro. No se trata de con quién se saca adelante la reforma. Lo importante es el qué. El problema está en la calle, no aquí, en el Congreso. Hay mucha alarma social y a los ciudadanos no les preocupa si sale adelante con el PP o sin el PP. Preferiríamos que lo hiciera con nuestros aliados, incluido por supuesto Unidas Podemos, pero no estamos preocupados por el PP”, exponen desde Moncloa, conscientes que desde Génova 13 darán su apoyo cuando se vote la aprobación definitiva de la propuesta socialista, lo que en principio no tendrá lugar hasta el próximo mes. Al tratarse de una ley orgánica, que modifica el Código Penal, el PSOE necesita que el PP vote sí para alcanzar la mayoría absoluta. La abstención, en cambio, le basta para la toma en consideración de la iniciativa, que se abordará como pronto en quince días.

Podemos está dispuesto a subir las penas con la única línea roja de preservar el consentimiento y no volver al modelo anterior, que “distinguía entre la agresión cuando hay violencia o intimidación y el abuso cuando no la hay”. “Esta ofensiva contra la ley del solo sí es sí no se puede saldar con una vuelta al modelo penal de la Manada”, ha advertido Montero, partidaria de que el Gobierno de Pedro Sánchez dé una “respuesta unitaria” al “dolor” de las víctimas provocado por una “minoría de jueces” que están aplicándola “de forma incorrecta”. Y es que a la ministra no le gustaría que se volviera al modelo anterior con los votos del PP y Vox y que “las mujeres tengan que probar con las heridas en sus cuerpos la violencia”. “Se trata de que el Estado crea a las víctimas de agresiones sexuales aunque no presenten signos de violencia, no se hayan resistido y el maltratador sexual no haya ejercido violencia”, ha zanjado. Mientras, Llop se ha esforzado en no afear el posicionamiento morado después de que la titular de Justicia descargara el martes sobre ellos gran parte de la responsabilidad de las rebajas de penas y asegurara que resultaba “sencillo” demostrar violencia o intimidación en una agresión sexual porque “con una herida” ya quedaba acreditado. De ahí la última autocrítica: “Quiero decirles que yo me siento absolutamente responsable”. Es más, Llop reconoce que con la reforma de la ley seguirá habiendo “revisiones”: “Eso no se va a poder evitar”.

El silencio de Yolanda Díaz

Ocurre en Unidas Podemos que la vicepresidenta segunda Yolanda Díaz parece más proclive al acuerdo que la responsable de Igualdad. Se ha percatado de ello el portavoz de ERC, Gabriel Rufián. “Respetamos las dificultades que haya en una coalición, pero no entendemos tanto los silencios en según qué partidos en la no defensa de determinados ministerios. Y no hace falta que diga más”, ha deslizado en clara alusión a la ministra de Trabajo. El PSOE ha iniciado las conversaciones con sus aliados parlamentarios tradicionales, donde todo este sainete está causando estupor. “El Gobierno se está haciendo mucho daño”, había señalado Íñigo Errejón, mientras que Ferran Bel, del PDeCAT, habla de “vodevil”. Quizás por ello Sánchez se ha resisitido a recoger directamente el guante tendido desde el PP después de que la portavoz conservadora, Cuca Gamarra, le haya emplazado a “dejarse ayudar”. “No se quede corto, pida disculpas, rectifique. Es su soberbia la que no le deja ser feminista de verdad”, ha apelado ella. Sin mencionar la ley, el líder del PSOE le ha replicado: “Yo doy la cara y cuando hay un problema me empeño en resolverlo”. Y es que desde el PP la ofensiva fue total en este terreno, ya que fueron hasta siete los diputados que incluyeron la problemática ley en sus discursos. En este contexto, a la vicepresidenta primera, Nadia Calviño, también le ha salpicado la controversia porque el diputado popular Carlos Rojas, le ha recordado que ella en su calidad de número dos del Ejecutivo es la responsable de su “coordinación” y eso es precisamente lo que no se ve en relación con la batalla a cuenta de la Ley de Garantía de la Libertad Sexual que ha abierto una brecha, que ya se airea en público, entre los ministerios socialistas y los morados, especialmente entre los departamentos de Justicia e Igualdad.

“No depende de esta ley, ni de esta ni de ninguna otra que esté en curso”, reivindica Podemos para garantizar la continuidad del Gobierno de coalición. Más bien, de colisión. Un escenario que no prevé restañar la crisis de confianza entre sendas formaciones y que tampoco evitará el desgaste que el PSOE pueda sufrir si saca la reforma con la derecha.