El anuncio por parte del Gobierno español de que el espionaje alcanza a su propio presidente es un bumerán que se ha vuelto contra Pedro Sánchez y ha amplificado la preocupación de los partidos y del propio Ejecutivo vasco. El portavoz del gabinete de Urkullu, Bingen Zupiria, ha exigido este martes que el Ejecutivo español aclare si "los servicios de seguridad del Estado han espiado a contrincantes políticos y dirigentes institucionales".

"Es urgente saberlo, por pura salud democrática. Se está produciendo un desgaste y un descrédito del Estado español en el ámbito internacional, y la respuesta del Estado debería ser rápida", avisó en la rueda de prensa posterior al Consejo de Gobierno. Que el Ejecutivo vasco sea de coalición entre el PNV y el PSE no está evitando que el propio lehendakari exija explicaciones sin medias tintas a Sánchez. No obstante, en el ámbito de las sospechas que tiene el Gobierno de Urkullu de haber sido espiado con el programa Pegasus, sí se ha modulado el discurso optando por la prudencia y por no alentar esa conjetura.

La sociedad informática EJIE está haciendo un barrido de los móviles del Gobierno vasco, y el propio PNV a nivel de partido ha dicho por boca de su diputado en el Congreso, Aitor Esteban, que tiene la seguridad de que los jeltzales han sufrido seguimientos durante la tramitación del Plan Ibarretxe o la moción de censura contra Rajoy. Sin embargo, el Gobierno vasco, como institución, más allá de tener una sospecha, no tiene pruebas, y no está tratando de alentar la hipótesis de que ha sido espiado, además de que el PNV comparte Consejo de Gobierno con los socialistas, precisamente los que están en el centro de la polémica en el Estado.

Zupiria aclaró que "no se ha detectado ningún ataque al lehendakari o los consejeros" ni se ha notado ningún "elemento extraño", y también quiso presentar el examen de EJIE como algo rutinario. "No se ha tomado ninguna medida especial", dijo, para explicar que son las "operaciones habituales de control de redes, servidores informáticos, teléfonos fijos y móviles".

DOS PLANOS DE ESPIONAJE

El espionaje a Sánchez, en lugar de convertirlo simplemente en una víctima más, desviar el foco y amortiguar la presión que está recibiendo desde sus socios vascos y catalanes para esclarecer el seguimiento masivo a representantes del soberanismo, ha dado más munición a quienes lo avisaban de que el problema es real y exige tomar medidas. En el entorno del lehendakari se ha llegado a la conclusión de que puede haber dos planos distintos: por un lado, el espionaje contra representantes institucionales catalanes y miembros del Congreso de fuerzas soberanistas vascas y catalanas y, por otro, el espionaje contra el Gobierno español, que el ministro Bolaños deslizó que viene de un Estado extranjero.

En términos generales, Zupiria recordó que el lehendakari ya exigió explicaciones, y añadió que la comparecencia de Bolaños sobre el espionaje a Sánchez solo "ha conseguido elevar la preocupación, y es más urgente que nunca que el Gobierno español aclare si los servicios de seguridad del Estado han espiado a contrincantes políticos y dirigentes institucionales".

"Deberían activarse todos los mecanismos para aclarar las graves intromisiones en la privacidad de las personas. Se está produciendo un desgaste y un descrédito del Estado español en el ámbito internacional, y la respuesta del Estado debería ser rápida", recalcó.

¿EL GOBIERNO VASCO DESCONFÍA DEL CNI?

De manera reiterada, al portavoz se le trató de arrancar si desconfían del Centro Nacional de Inteligencia, si se sienten espiados o si recurrir a los propios medios de Euskadi para realizar el barrido significa que sospechan de los medios que ofrece el CNI con su centro criptológico. "El Gobierno se fía de sus instrumentos, de EJIE, que es la sociedad que desde principios de los ochenta ha sido la encargada de establecer las redes de comunicación. Por tanto, es a quien encomendamos nuestra seguridad", dijo. Sobre si sospechan de que el espionaje viene del propio CNI, se remitió a las informaciones que así lo insinúan. Zupiria dejó ahí su mensaje y no añadió una apuesta por la comisión de investigación en el Congreso o las dimisiones.