- La Audiencia Nacional ha condenado a siete años y seis meses de cárcel a Manuel Murillo, el hombre que propuso acabar con la vida del presidente del Gobierno, y de quien destaca su “fijación inquebrantable” y su “voluntad de dar fin a la vida” de Pedro Sánchez “para producir un cambio en la situación política española”. En su sentencia, la Sección Cuarta de la Sala de lo Penal le impone dos años y seis meses por un delito de homicidio en grado de proposición y cinco años de prisión por depósito de armas de guerra. Además, le condena a ocho años de privación del derecho a la tenencia y porte de armas.
El fallo se remonta al inicio de las amenazas, fijado en la participación de Murillo en el grupo de WhatsApp Terrasa por España en el que, a partir de junio de 2018, comenzó a publicar mensajes en los que se manifestaba en contra de la exhumación de los restos de Franco del Valle de los Caídos. Tras unos primeros avisos, sus mensajes viraron hacia un objetivo claro. “Al Sánchez hay que ir a cazarlo como un cuerno (ciervo) y poner la cabeza en la chimenea. Tantos cazadores en España y ninguno tiene cojones. Solo matan pobres animalitos que no rompen España, a este sí que hay que cazarlo”, sostenía en el citado chat.
Como recuerdan los magistrados, Murillo “fue interiorizando que la solución para producir un cambio en la situación política pasaba por causar la muerte del líder del PSOE, para lo que se empeñó en requerir ayuda para llevarlo a cabo”. Además de sus manifestaciones, el tribunal ha valorado como circunstancia de su alta peligrosidad las armas que le fueron incautadas: en total, 13 reglamentarias y 7 prohibidas, entre ellas un arma de guerra, el fusil CETME que hasta hace poco fue insignia del Ejército español.
Sin embargo, la Sala destaca lo improbable de que lograse “atentar contra la vida del presidente del Gobierno”. “La ideación del acusado estaría próxima a lo descabellado y por ende ante una propuesta no creíble ni en consecuencia factible”, reconocen los magistrados.
El tribunal considera además que no se ha acreditado una alteración psíquica por parte de Murillo, rechazando de igual forma apreciar la eximente de intoxicación etílica plena, así como la atenuante de embriaguez por consumo de alcohol y medicamentos. El propio Murillo recalcó durante su declaración en el juicio y en el turno de última palabra que sus amenazas eran únicamente el resultado de una mala época en la que consumió grandes cantidades de alcohol y de trankimazin, lo que le habría provocado una suerte de “alucinaciones o ensoñaciones”.