El PP tendrá que dejar ya de escudarse en que no comparte gobierno con Vox en ningún feudo. El acuerdo alcanzado con la ultraderecha para liderar en coalición el Ejecutivo de Castilla y León, además de suponer el estreno en un gabinete del partido de Santiago Abascal, pone el foco en Alberto Núñez Feijóo cuando aún le restan tres semanas para hacerse oficialmente con las riendas de Génova. Pese a las manifestaciones del presidente de la Xunta para desmarcarse de la extrema derecha, el paso que prolonga el trono de Alfonso Fernández Mañueco no es baladí y supone blanquear y alentar las políticas ultraconservadoras. El mandatario gallego se ha escudado en que su dirigente territorial únicamente ha buscado estabilidad y evitar la repetición electoral, culpando al PSOE de una decisión que se daba por inevitable. Ante la ausencia de una mayoría sólida, que era lo que perseguía cuando llamó a las urnas, el PP ha roto un tabú y cruzado el Rubicón, concediendo a Vox la vicepresidencia y tres consejerías, además de la presidencia de las Cortes y una secretaría de la Mesa del Parlamento autonómico.

Mañueco se ha defendido apelando a su "autonomía" y "manos libres" para pactar con la marca que en esta comunidad encabeza el polémico Juan García-Gallardo -a quien Abascal ya vio cara de vicepresidente la noche electoral-, orgulloso de provocar un día "histórico" tras suscribir la alianza de legislatura, cuyo contenido aún no se ha aireado. Feijóo, excusándose en que todavía no es presidente del PP, ha dicho respetar la decisión y que solo cuando asuma su nuevo puesto ofrecerá "todas las explicaciones de lo que decida" su partido. Para más inri, ha asegurado que desconoce los términos exactos de este consenso y que este escenario responde a la "soberbia" de los socialistas , ya que "solo dieron una posibilidad" que obligaba a Mañueco a elegir entre Vox o repetir comicios.

LOS PACTOS DE SÁNCHEZ

"Por lo que sabemos, ha evitado un adelanto electoral en la Junta en un momento de crisis nacional e internacional", algo que es "perfectamente legítimo" por parte de quien "corresponde tomar las decisiones", ha expresado Feijóo, subrayando que el PSOE carece de "legitimidad" para hablar de pactos al "tomarse a broma" la gobernabilidad de Castilla y León. El dirigente gallego ha hecho alusión, cómo no, a los acuerdos labrados por Pedro Sánchez "con la extrema izquierda populista española" y a su "apoyo en el independentismo vasco y catalán". Por su lado, Mañueco se ha retrotraido hasta el 10 de marzo de hace ahora un año, cuando el PSOE presentó en las Cortes una moción de censura "sustentada en tránsfugas" y que abrió un "periodo de inestabilidad" que desembocó en su convocatoria electoral.

Hace apenas 72 horas Feijóo calificaba de "absolutamente paleolítico" que hubiese partidos que cuestionasen la igualdad, en una clara alusión a Vox, y ahora asevera que mantiene "todas y cada una de las afirmaciones" sobre esta materia que ha hecho en los últimos trece años desde Galicia. Un posicionamiento a la gallega, donde la interpretación es abierta cuando lo palpable es que PP y Vox ya caminan juntos y abrazados en un gobierno territorial. Hasta el expresidente Mariano Rajoy lo ha bendecido amparándose en que "lo que la gente demanda en los tiempos que vivimos son gobiernos estables", que tengan mayoría, que se ajusten en sus actuaciones a la Constitución vigente y que se ocupen de los verdaderos problemas. "Yo les llamaría gobiernos adultos", ha zanjado, mencionando asimismo las posturas compartidas por PSOE y Unidas Podemos con EH Bildu. Hay quien en lenguaje belicoso, como el portavoz del PP en la Asamblea de Madrid Alfonso Serrano, emplaza a "aquellos partidos que han pactado con independentistas, con herederos de ETA y con golpistas" a no dar al PP "lecciones de ética política".

También Vox ha rebasado una línea, ya que hasta la fecha se había colocado en un lugar más o menos cómodo apoyando a los populares de forma externa para evitar desgastarse en la gestión diaria, por lo que este nuevo contexto le servirá de piedra de toque para futuras citas electorales en las que ya podrá ser evaluado en primera persona por lo que hace, muchas veces flirteando la ilegalidad y la escasa ética, y no solo por lo que desearía o promete. En Andalucía, por ejemplo, ha mantenido una posición dual, avalando unas iniciativas del Gobierno de Juanma Moreno o bloqueando otras, como fueron los Presupuestos andaluces de 2022. Por el momento no se ha detallado qué consejerías serán las que comanden uno y otro partido, ya que ahora se abre un proceso de más negociación tras este consenso que se concretó diez minutos antes de la sesión plenaria. García-Gallardo ha festejado un "acuerdo sensato" donde no hay "ni ganadores ni perdedores". Entre sus exigencias planteaba derogar "en el minuto uno" normativas "de izquierdas" como la ley autonómica contra la violencia de género y el decreto que regula allí la Memoria Histórica.

DESPRECIO A SORIA ¡YA!

Aunque lo cierto es que el PP podía haberse decantado por otra opción. Al menos es lo que certifica la agrupación de electores Soria ¡YA!, que les habría allanado el camino con su abstención sin que sus tres procuradores electos tuvieran ningún interés en ocupar puestos institucionales en la mesa de las Cortes, "ni de disfrutar de los privilegios inherentes que ello conllevaría". Sus demandas, próximas a la ciudadanía que le aupó en su provincia, consistían en una partida del 12% de los fondos europeos de Castilla y León para el periodo 2021-2027 para tratar de "corregir los desequilibrios existentes en las zonas despobladas establecidas por Europa, generados en los últimos 50 años", así como una segunda ambulancia medicalizada y un helicóptero para transporte médico urgente a otros hospitales, con base en la provincia de Soria.

Feijóo tiene entre sus objetivos recuperar a los votantes que se marcharon a Vox. De momento se ha echado en brazos de la ultraderecha.