“En 2011 se constituye la coalición Bildu. En poco tiempo empieza a haber una deriva que se inicia con la modificación de Bildu como coalición a una federación de partidos. En nuestro caso se hace por parte de Urizar directamente sin que haya un debate o información concreta de lo que suponía ese cambio. A partir de ahí, unos entienden que es mejor avanzar hacia un partido único y al final lo que hay es una absorción de los dominantes sobre los partidos menores. El problema no lo tienen quienes lo hacen, sino quienes consienten que eso ocurra”.

“En el congreso de 2017, a pesar de que se aprueba una ponencia política que recoge la pretensión de tener vida propia en la coalición, se hace caso omiso por parte de la dirección. Además, hemos revisado datos y es evidente que en ese congreso, en el que Maiorga Ramírez pierde por una diferencia mínima, hay un falseamiento de las cifras internas. Cuando dimite Urizar se intenta una elección de la dirección por parte de la afiliación y hacen lo posible e imposible para evitar que Ramírez se pueda presentar”.

“Para este nuevo congreso la dirección ha tenido el cuajo de convocarlo telemáticamente y no hay razones para ello cuando se han levantado todo tipo de restricciones. No se quiere hacer presencial porque se tiene miedo, pavor, a que sea la afiliación la que se pueda pronunciar directamente. Pese a todo creo que el partido tiene espacio y futuro. Tiene futuro dentro de EH Bildu pero con unas reglas de juego más parecidas a las iniciales. Porque actualmente Bildu se ha convertido en una formación en la que solo la izquierda abertzale hace y decide”.