A menos de 20 días de que tenga lugar la reanudación de la mesa de diálogo entre el Estado y Catalunya -pendiente desde la irrupción de la pandemia el pasado año-, los socios que componen el Govern siguen sin ponerse de acuerdo sobre qué estrategia conjunta plantear en la cumbre. En los últimos días, JxCat ha vuelto a insistir a ERC para mantener la vía unilateral como elemento en la negociación con el Ejecutivo español a modo de presión, opción que los republicanos han rechazado hoy de plano.
Ha sido el propio president de la Generalitat, Pere Aragonès, el que ha negado tajantemente la unilateralidad en el marco de la mesa de diálogo prevista para el próximo día 13 de septiembre. “Por el momento no se contempla esta vía”, ha dicho, reiterando que el Govern solo piensa en la negociación con el Estado español a modo bilateral. De esta manera, Aragonès contesta a su propio vicepresident, Jordi Puigneró (Junts), que ayer se mostró partidario de mantener viva la vía unilateral para tener más fuerza en las conversaciones con Moncloa ya que, “si el independentismo renuncia a ella y el Estado lo ve”, estarían “vendidos” para arrancar concesiones a Pedro Sánchez.
En cualquier caso, y pese a desterrar por el momento la unilateralidad, el president no renunciará a las principales señas del independentismo en el marco de la negociación que se reanuda el próximo mes. Así, la Generalitat llevará a la mesa de diálogo el referéndum sobre la independencia de Catalunya y la amnistía para todos los condenados y procesados en el marco del 1-O. Según ha explicado Aragonès, estas dos propuestas serán pilares de las exigencias que el Govern lleve a la cumbre del día 13.
Tras una visita al hospital Moises Broggi de Sant Joan Despí, Pere Aragónes ha explicado que el diálogo con el Gobierno español es “el más complejo que se ha iniciado en los últimos años”, aunque “Catalunya va a ir con la máxima ambición” y sin renunciar a sus postulados soberanistas. “Vamos a defender los grandes consensos con todas las fuerzas”, defiende, ya que para el Govern la solución democrática del conflicto catalán pasa por el referéndum de autodeterminación y por la amnistía.
Por otra parte, el jefe del Ejecutivo catalán ha respaldado las palabras del líder de ERC, Oriol Junqueras, que el pasado fin de semana defendió la mesa de diálogo para que el independentismo demuestre al mundo que son los “máximos campeones” en la voluntad de negociar. “Suelo estar de acuerdo en casi todo con Junqueras”, ha expresado Aragonès, que se muestra convencido de que la próxima cita de las conversaciones con el Estado “no será” la única en los próximos meses. “Vamos a ir a la reunión con la vista puesta a lograr una solución al conflicto y sin renunciar al referéndum”, se ha reafirmado el dirigente republicano.
En esa misma línea, el president ha dejado claro que la Generalitat acudirá unida a la negociación con el Estado español y siempre con “ambición” en lo que concierne a las “propuestas de resolución democrática” del conflicto político, que deberían servir también para poner fin a la “represión” que a su entender sigue viviendo Catalunya.
Choque entre socios
Por mucho que el líder del Govern quite hierro a las divergencias internas y hable de unidad independentista en la mesa de diálogo, las declaraciones de los dirigentes de Junts, la otra pata del Govern, ponen en evidencia que los choques entre socios van in crescendo y según se acerca la cumbre de septiembre.
Y es que, según las palabras del vicepresident Jordi Puigneró de ayer, en JxCat apuestan por una línea más dura a la hora de acudir a la mesa de diálogo y creen que mantener la apuesta unilateral puede ser un acierto para presionar al Gobierno español y acelerar los plazos de la negociación.
En esta tesitura, no solo la estrategia a seguir causa divergencias entre republicanos y posconvergentes, sino también el tiempo que Catalunya debería conceder al proceso de diálogo con el Ejecutivo de Pedro Sánchez. Aunque el acuerdo de investidura de Aragonès incluyó una suerte de entendimiento que fijaba en dos años el plazo máximo de la negociación, este último mes varias voces en Junts se han retractado y han defendido que unos pocos meses son suficientes para comprobar si Sánchez va en serio o no con las conversaciones.
Todo ello delata el escepticismo de los posconvergentes en el que ven imposible amarrar las principales reclamaciones soberanistas; es decir, la consulta de independencia y la amnistía. Aunque han dado un voto de confianza a la reunión del día 13, si en Junts no ven prontos avances en las conversaciones puede precipitarse una crisis en un Govern de difíciles equilibrios y que también necesita del apoyo externo de la CUP, formación que pactó con ERC la celebración de una moción de confianza a Pere Aragonés en el Parlament a mitad de legislatura; votación que estaría también ligada a los avances que hayan podido darse en la mesa de diálogo.