- El Gobierno navarro termina 2020 con los Presupuestos aprobados para el año entrante. Las Cuentas salieron adelante con los votos a favor del PSN, Geroa Bai, Podemos e Izquierda-Ezkerra, y la abstención de EH Bildu. El montante asciende a 4.870,5 millones, un 6,49 % más, el 55 % para las áreas de Salud, Educación y Derechos Sociales y con más de 500 millones para el Plan Reactivar Navarra que incluye diferentes proyectos para superar la crisis.
El curso del debate dejó a las claras la importancia política de estos segundos presupuestos de legislatura, en medio de una pandemia. Y de que la estabilidad alcanzada molesta sobremanera a Navarra Suma. Para muestra un botón: a los cinco minutos de su primera intervención, Javier Esparza ya había colocado a la presidenta, María Chivite, a los pies de los caballos, acusándola de cobardía absoluta”, de “debilidad enorme”, de no “soportar la crítica”, y hasta de estar “escribiendo su final político”. Todo a colación de que la presidenta había entrado a la Cámara foral por el garaje, y de que había un grupo de autónomos protestando a las puertas del Parlamento.
Esparza convirtió las críticas de ese pequeño grupo de manifestantes en “críticas de la sociedad navarra” y además de la citada retahíla contra la jefa del Ejecutivo, el líder de Navarra Suma se retrató ideológicamente: “No escucha a la sociedad navarra pero escucha a EH Bildu”, espetó a la presidenta. Como si los 7 escaños de esta coalición no representasen también a una parte considerable de la sociedad navarra.
Esparza ofreció este tono airado solo un día después de que los socialistas apoyaran los Presupuestos en Iruñea y dieran un balón de oxígeno a Navarra Suma. Si alguien pensaba que el acuerdo en la capital navarra entre Navarra Suma y el PSN iba a distender a los conservadores en el Parlamento, erraba claramente.
Lejos de cualquier distensión, Esparza cargó con dureza contra Chivite. La paradoja es que hace solo dos meses ofrecía su apoyo al borrador de Cuentas de este mismo Gobierno, dar “estabilidad hasta final de legislatura” a cambio de aislar a EH Bildu. Fracasado en su intento, al que se le veían desde el principio unos apresurados costurones, Esparza ha vuelto a su tono más crispado frente a la presidenta. La sesión de ayer fue como poner el contador de la legislatura en el minuto 1, regresar a agosto de 2019, a la investidura de Chivite y a los tiempos precovid, y volver a acusarla de traición a Nafarroa. La crispación nunca se fue del todo, pero vuelve con fuerza. Esparza ha salvado este año su liderazgo interno en UPN y dispone de esta bala política en la recámara. Así que va a convertir el malestar social que se empieza a palpar en algunos sectores de la sociedad en santo y seña en lo que resta de la legislatura.
Tras el vendaval de Esparza, Alzórriz le pidió “respeto institucional” y criticó una estrategia de “tierra quemada” que cree desautorizada por el último Navarrómetro. El portavoz socialista afeó a Navarra Suma un cambio de estrategia tras los meses de confinamiento. “Fueron críticos con utilidad, fueron oposición constructiva”, les reconoció.
Por parte de Geroa Bai, Mikel Asiain tachó de “demagogia” la estrategia de la coalición conservadora. En su intervención conectó la senda política que ayer volvió a articularse en Nafarroa con la que también se perfila en los Presupuestos del Estado.
Desde EH Bildu, Bakartxo Ruiz justificó su abstención porque “el PSN tiene por delante recorrido para ser un partido de fiar”.
“Hubiera sido muy deseable tener un debate de Presupuestos mucho más sosegado”
Presidenta de la Comunidad foral