- Los familiares de los enterrados en el Valle de los Caídos confiaban en que la salida de los restos de Franco posibilitara el traslado de aquellos que yacían junto a él, decenas de miles de personas, muchas sin identificar. Más de un año después -el dictador fue exhumado el 24 de octubre de 2019- se ha confirmado el hecho fundamental que lo posibilitará: un cambio de criterio en Patrimonio Nacional, entidad encargada de gestionar el Valle. Lo que antes eran trabas de todo tipo ahora es una total disposición a permitir el traslado de restos, siempre que sea posible.
El pasado 20 de noviembre Patrimonio Nacional expidió un certificado en el que reconocía el derecho a la exhumación de todas las familias que ya habían cumplimentado la solicitud, 54 en todo el Estado, 20 de ellas de Euskadi. Según ese escrito, “siempre que haya un principio de proporcionalidad y sea viable la exhumación, se va a hacer todo lo posible para recuperar esos restos”, explica el técnico de memoria histórica de Gogora, Roberto Palacios. Primero “hay que poder entrar a las criptas”, que se encuentran en las capillas, que son públicas. “En la parte de atrás están las criptas con unos muros completamente sellados”, distribuidas en pisos y detrás de las que están apiladas las cajas con los restos.
“Para acceder antes hay que asegurarse de que la estructura está bien y que los médicos forenses podrán hacerlo sin dificultad”, lo que se espera para principios de 2021. La incógnita es “qué van a encontrar detrás de esas capillas”. Se han introducido cámaras a través de unas catas y “se ha visto de todo. Se conservan cajas íntegras pero otras están destrozadas y con los restos esparcidos”. Según él, en este caso “el equipo optará por no identificar, se considerará inviable porque habría que saber de todos esos miles de restos a cuál corresponde el del solicitante”.
La labor de Gogora ha sido clave con el listado de los 1.300 vascos en Cuelgamuros. También con su asesoramiento a las familias sobre la documentación necesaria para la exhumación: el certificado de que su familiar está allí, la confirmación del parentesco, las circunstancias de su muerte y dónde se pretende enterrarle -Gogora ofrece la posibilidad de hacerlo en el Columbario de la Dignidad en Elgoibar-. “El impulso de las familias ha sido fundamental”, zanja Palacios.
Una vez se recuperen los restos, se confirmará su identidad con el ADN de los familiares. Marian Martínez de Pancorbo, investigadora principal del laboratorio BIOMICs de la UPV/EHU, explica que “primero hay que buscar quién es el familiar más adecuado para tomar una muestra de saliva para hacer los análisis”. Al ser las víctimas de forma mayoritaria hombres, primará recoger el cromosoma Y de los allegados varones, pero si no se da el caso, también el ADN mitocondrial que se transmite por vía materna.
“El tiempo transcurrido es un factor en contra, el material se va diluyendo”, añade. Como muchos de los familiares tienen una edad avanzada, se tratará de obtener las muestras “lo antes posible”, y de hecho ya disponen de algunas de ellas. Este laboratorio atesora una larga colaboración con Gogora por el archivo de ADN de Euskadi, pionero en el Estado. “Otras regiones que no lo han hecho van a perder generaciones”, señala la experta.
“En este proceso el impulso de las familias ha sido fundamental, ellas son la clave”
Técnico de memoria histórica de Gogora
“El tiempo transcurrido es un factor en contra, cuanto más alejado, más difícil la identificación”
Laboratorio BIOMICs de la UPV/EHU