- Este veterano politólogo acaba de editar con Miguel Urbán un libro coral titulado ¡Abajo el rey! Repúblicas. Pastor entiende que el Estado autonómico “hace aguas por distintos lados”, si bien constata que la lucha contra la pandemia ha atenuado las tensiones entre el Govern catalán y el español, mientras que las ha agravado con la Comunidad de Madrid”, una “hipertensión” de la que culpabiliza a Díaz Ayuso. En su opinión, Unidas Podemos ha acabado “resignándose a los márgenes estrechos que ha marcado la patronal”. Cree que en política económica hay consenso en “mostrar la mayor unidad posible para los fondos de cohesión que vengan de Europa”. Y considera que va a ser difícil que la Fiscalía Anticorrupción pueda evadir la necesidad de apertura de juicio sobre los presuntos beneficios “de toda la familia real de los grandes negocios de Juan Carlos”, como “institución monárquica”.
Las costuras del Gobierno han resistido y la mayoría que se empezó a dibujar hace un año está sólida.
-Bueno, tanto como sólida no diría yo, está siempre el flanco de la cuestión catalana un poco en el aire, con pasos adelante y atrás en torno a promesas, sin concretarse todavía nada respecto a lo que demanda de Esquerra Republicana. Pero es cierto que el Gobierno ha logrado resistir al espíritu de Colón, reafirmado tras las elecciones, de cuestionar la legitimidad del Ejecutivo. Ese discurso ha fracasado. Quizás a eso ha ayudado la irrupción de la pandemia, y luego también el factor de la UE, que ha servido de apoyo al Gobierno, y el papel de la CEOE, que en torno a esa tensión entre sanidad y economía se ha diferenciado claramente de la estrategia del PP acosado a su vez por Vox.
¿Cuál su impresión sobre el papel que está desempeñando Unidas Podemos en este Gobierno?
-Yo soy bastante crítico respecto a su presencia. Podía haber desarrollado una estrategia de presión fuera del Ejecutivo, como está haciendo Esquerra Republicana o lleva haciendo desde siempre el PNV.
¿Pero no se influye más desde el poder?
-Se puede influir, pero también tienes que tragarte muchos sapos. Puedes meter cosas en el BOE, pero también tienes que asumir como parte del Gobierno cosas que no te gusten. Por ejemplo, la política migratoria que sigue desarrollando este Ejecutivo, o en política fiscal, donde lo que se va a conseguir va a ser mucho menos de lo que venía en el programa de gobierno de UP y el PSOE. El riesgo es que el malestar social que se ha ido generando y la indignación existente en algunos sectores lo capitalice Vox.
La indignación puede cambiar de curso.
-Exactamente, ese es el problema. El Ingreso Mínimo Vital apareció como un gran logro principalmente de Unidas Podemos, pero hemos visto los límites en su aplicación, en que la gente pueda tener acceso. Ese laberinto burocrático en el que se encuentran las gentes más afectadas contrasta: hipervigilancia e hipercontrol de las demandas de las personas más desfavorecidas, frente a la tolerancia que se da respecto a las grandes fortunas, la falta de control de los negocios, y evidentemente, el escándalo de la monarquía.
¿El Estado está ganando tiempo con la crisis catalana y la de la monarquía?
-Sí, el Estado trata de ganar tiempo, y efectivamente, es el Estado, no solo el Gobierno, pero los escándalos continúan respecto a la monarquía. Se ha levantado la veda, ya no son solo periódicos digitales o underground los que hablan de estos escándalos, sino de alguna manera también del régimen o próximos al régimen.
De momento, veda en torno a Juan Carlos.
-Exactamente, es un matiz importante. El juancarlismo se ha terminado. Felipe VI tiene que ir construyendo un nuevo relato legitimador de ejercicio, no de origen, y va a tener por lo menos que no ser tan beligerante con la cuestión catalana como demostró serlo, y autocontenerse en algunos temas.
“Felipe VI tiene que construir un nuevo relato legitimador, y va a tener que autocontenerse en algunos temas”