quelverano de 2000 se tornó en invierno. Uno de los más negros. Un 29 de agosto como el de ayer ETA asesinaba al concejal del PP de Zumarraga, Manuel Indiano (49 años), dentro de una escalada visceral acentuada en ese periodo estival en el que se produjeron numerosos atentados, víctimas mortales en varios puntos del Estado, y un recrudecimiento del conflicto en un contexto, principalmente político y mediático pero también social, de sociedad vasca partida en dos. Cada actuación de la banda helaba los cuerpos y calentaba el ambiente. Días para olvidar que permanecerán en la memoria colectiva. La amargura tuvo su prólogo poco antes, cuando el 28 de noviembre de 1999, la organización anunció la ruptura de la tregua tras un año y dos meses de alto el fuego, capitulando el Pacto de Lizarra. Casi dos meses después, el 21 de enero, ETA emprendió una de sus campañas más cruentas acabando con la vida del teniente coronel Pedro Antonio Blanco (47 años) en Madrid con un coche bomba, su método por excelencia.
Con la crispación desbarrada y las constantes presiones externas para que PNV y Euskal Herritarrok rompieran su acuerdo de gobierno, la sima entre nacionalistas y constitucionalistas se agigantó en la calle y en el Parlamento Vasco, y más cuando Fernando Buesa (53 años), portavoz del PSE en la Cámara vasca, exvicelehendakari, exconsejero de Educación y exdiputado general alavés, salió de su casa pasadas las 16.30 horas de la tarde del 22 de febrero. Por la calle Aguirre Miramón del campus alavés le escoltaba el ertzaina Jorge Díez (26 años) cuando una furgoneta cargada con 25 kilos de explosivos estalló a su paso, matando en el acto al dirigente socialista y dejando gravemente herido al agente, que falleció minutos más tarde. La tensión se hizo insoportable contra el Ejecutivo del lehendakari Ibarretxe, que junto a sus consejeros tuvo que salir de la catedral de María Inmaculada de Gasteiz, donde se celebró el funeral, por una puerta lateral. El doble asesinato quebró definitivamente el pacto gubernamental entre el mundo soberanista e inmediatamente, el 12 de marzo, José María Aznar obtuvo en las urnas una mayoría absoluta que empleó en gran medida para asfixiar policial y judicialmente a la izquierda abertzale, donde empezaron a oírse voces que exigían el fin de la violencia, mientras el PP suscribía el Pacto Antiterrorista con el PSOE y se endurecía la Ley de Partidos que, años después, acabaría ilegalizando a las filas abertzales.
Lacalle y Pedrosa
Nada se detuvo ahí. Los rayos de sol asomaban entre las estaciones pero la atmósfera era cada vez más oscura. Abatido a tiros, de cuatro disparos, dos en la cabeza y dos en el tórax, el 7 de mayo cayó en Andoain el periodista José Luis López de Lacalle (62 años), colaborador del diario El Mundo y fundador del Foro de Ermua, que había firmado un manifiesto de apoyo al PSE. Cuatro semanas más tarde, el 4 de junio, el concejal del PP en Durango Jesús María Pedrosa (77 años), curiosamente afiliado al sindicato nacionalista ELA, era asesinado en esa localidad tras recibir un disparo por la espalda en la cabeza. La lista solo había anotado sus primeras víctimas. El 25 de junio un coche bomba hizo explosión en la calle Manuel Smith del barrio getxotarra de Neguri. El vehículo, estacionado delante del chalet de un miembro de la familia de Cosme Delclaux, secuestrado durante 232 días desde el 11 de noviembre de 1996, causó importantes daños en varias viviendas e inmuebles de la zona, así como heridas leves a cinco personas. En este atentado se utilizó un coche robado en Francia y una bomba de cien kilos de dinamita. Un mes más tarde, el 24 de julio, un segundo coche bomba, cargado con 50 kilos de cloratita, hizo explosión a escasos metros de esa zona, en la calle Amann, estacionado junto a la casa de la senadora del PP Pilar Aresti y robado una semana antes en Muskiz, provocando, como mal menor, ocho personas heridas leves.
Jáuregui y su legado
Tres días después de que un coche bomba explosionara en Madrid sin generar fallecidos, Andalucía, el 15 de julio, fue el escenario del siguiente crimen, con el asesinato del concejal del PP en Málaga, José María Martín Carpena (50 años). Al subirse al coche en el garaje de su domicilio, fue tiroteado a bocajarro por la espalda, en presencia de su mujer y de su hija, y uno de los seis disparos le alcanzó la nuca. No habían pasado 24 horas cuando otro coche bomba, esta vez en contra la casa cuartel de la Guardia Civil de Ágreda (Soria), hirió a la mujer de un agente. Tres días después ETA intentó asesinar al vicesecretario del PSOE andaluz en Málaga, José Asenjo. La espoleta del artefacto, con 1,5 kilos de explosivos, falló al irse el vehículo hacia atrás cuando en su interior le acompañaban su esposa y su hija de 15 años. El día 26, cerca de donde lo hizo con Pedrosa, la banda trató de repetir consecuencias con el edil del PP de Abadiño Agustín Ramos, que había sufrido el incendio de su coche en tres ocasiones anteriores. Le salvó que el policía encargado de su seguridad localizó la bomba-lapa.
De nuevo, al cabo de 72 horas, ETA conseguía su objetivo al matar de dos tiros en la nuca al político socialista y ex gobernador civil de Gipuzkoa, Juan María Jáuregui, de 49 años, al ser tiroteado en el restaurante El Frontón de Tolosa, donde ejercía de funcionaria su mujer, Maixabel Lasa, posteriormente directora de la Dirección de Víctimas del Terrorismo. De vacaciones en la localidad guipuzcoana, ya que trabajaba y residía en Chile desde hace tres años, Jáuregui quería celebrar sus bodas de plata y había quedado citado a media mañana con un amigo, el jefe de informativos de ETB Jaime Otamendi. Hace solo un año, en una sociedad ya sin ETA, Jon Sistiaga presentó una película de reflexión, sinceridad y autocrítica en el Zinemaldia, Zubiak, el encuentro entre Lasa e Ibon Etxezarreta, el asesino de su marido.
El asesinato de Korta
En esta espiral donde no se adivinaba el callejón de salida, el 7 de agosto los miembros de la banda Patxi Rementeria (39 años), Ekain Ruiz (23 años), Zigor Aranbarri (22) y Urko Gerrikagoitia (22) murieron en el barrio bilbaino de Bolueta al explotar el coche en el que circulaban, cargado con veinticinco kilos de explosivos. Al día siguiente Euskadi se volvió a teñir de luto con el atentado del comando Donosti contra el empresario y presidente de Adegi, Joxe Mari Korta, de 52 años, nacionalista y partidario del diálogo como vía de solución. A las puertas de su empresa, ubicada en el polígono industrial Gorostiaga de Zumaia, era alcanzado por la explosión de un coche bomba colocado junto a su vehículo particular. Aquella misma tarde, otro coche con bomba lapa estallaba en la calle Platerías y ocasionaba once heridos -dos de ellos niños-, en el madrileño distrito de Chamartín. Un mes antes, otro empresario ya había sido amedrentado. El 7 de julio, en Ordizia, el hostelero Juan Bautista Rubio Beloki se salvó cuando la bomba adosada a su furgoneta se desprendía de los bajos antes de ser activada. Al día siguiente del asesinato de Korta, cuya familia exigió en Zestoa a EH que condenara a la banda, y sin respetar el luto, ETA originó las misma consecuencias en Berriozar asesinando al subteniente del Ejército Francisco Casanova Vicente (46 años). El día 20 una bomba lapa causó la muerte de los agentes Irene Fernández Pereda (32 años y primera guardia civil asesinada) y José Ángel de Jesús Encinas (22 años) en Sallent de Gállego (Huesca).
Ofensiva del juez Garzón
El juez de la Audiencia Nacional, Baltasar Garzón, afamado entonces por sus procedimientos contra la izquierda abertzale, anunciaba el enjuiciamiento de 16 de sus miembros en relación con Xaki, el presunto aparato internacional de ETA. La Fiscalía se unía con la petición de Mariano Rajoy, en ese momento vicepresidente del Gobierno, al fiscal general, Jesús Cardenal, de intervenir contra Arnaldo Otegi por apología del terrorismo. Paralelamente, el PNV se pronunciaba en los siguientes términos: "La violencia invalida Lizarra pero no sus principios", e Ibarretxe procedió a enterrar tanto ese pacto como el de Ajuria Enea, impulsando un foro de partidos que respetara el ámbito de decisión vasco. Socialistas y populares se descuelgan y comienza a confeccionarse la pinza entre Nicolás Redondo y Mayor Oreja que sucumbiría en 2001 ante la victoria histórica de la coalición que formaron PNV y EA, que alcanzaron los 33 escaños.
El 29 de agosto, Manuel Indiano estaba trabajando en un comercio de prensa, golosinas y pan que tenía hacía pocas semanas en Zumarraga cuando un miembro de ETA entró y le disparó hasta 13 veces. Natural de Madrid, tenía estudios de electrónica y viajó a Gipuzkoa para comenzar una relación con Encarnación Carrillo que en el momento del atentado estaba embarazada de 7 meses. No era militante del PP pero ocupó la plaza vacante de dos representantes en el ayuntamiento de ese municipio. Tuvo escolta privada hasta abril de 2000, cuando decidió prescindir de esa protección. La sangría que no cesaba en medio de un cruce de reproches políticos. Oreja se jactaba de haber detenido a la estructura política de ETA con la operación de Garzón contra 20 presuntos miembros de Ekin. Al de unas horas, el 14 de septiembre, el ex-consejero de Justicia en la era Ardanza, el socialista José Ramón Recalde, fallecido en 2016, salvaba la vida milagrosamente cerca de su domicilio, en Igeldo, cuando un activista del comandoArgala le disparó en la boca al salir de su coche. La librería donostiarra Lagun, propiedad de su esposa, María Teresa Castells, había sufrido varios ataques y pintadas amenazantes contra él. Un día después, la Policía francesa detenía en Bidarte a Iñaki de Renteria, responsable del aparato militar y número uno de ETA. El reguero de sangre prosiguió el día 21, con el asesinato del concejal del PP, José Luis Ruiz Casado (42 años), en la localidad barcelonesa de Sant Adriá del Besòs.
Marcha de los paraguas
El verano languidecía pero ETA no. El 9 de octubre un disparo acabó con el fiscal jefe del Tribunal Superior de Justicia de Andalucía, Luis Portero (59 años), en el portal de su domicilio en Granada. El 16, el coronel médico Antonio Muñoz Cariñanos (58 años) fue asesinado en su consulta de Sevilla; y el 22, el funcionario de prisiones Máximo Casado (42 años) murió al estallar una bomba lapa en su vehículo en el garaje de su casa de Gasteiz. ETA hacía oídos sordos a la "marcha de los paraguas" (21 de octubre) con el lema Bakea, ETA ez, que desbordó todas las expectativas e inundó Bilbao en favor de un compromiso ético. "Estamos aquí para decirle a ETA desde el fondo de nuestros corazones que queremos la paz", proclamaba Maixabel Lasa. Pero ETA no escuchó. El día 30 un coche bomba mató en el barrio de La Concepción de Madrid al magistrado del Supremo, el general José Francisco Querol (69 años), a su escolta Jesús Escudero (53 años) y a su conductor Armando Medina (57 años). Hirió a 66 personas y al conductor de un autobús, Jesús Sánchez, de 35 años, quien murió el 8 de noviembre.
Lluch, "hombre de paz"
El largo y crudo invierno llegó en periodo otoñal. El 21 de noviembre la banda asesinaba al exministro socialista Ernest Lluch (63 años) en Hospitalet de Llobregat. Un año antes dirigió en Donostia la siguiente frase a quienes le abucheaban: "Gritad más, que gritáis poco. Porque, mientras gritéis, no mataréis". Padre de la sanidad pública y habitual en tertulias en Euskadi apostando por el diálogo, los terroristas le aguardaron en el garaje de su casa y le dispararon dos tiros en la cabeza, y su cadáver fue encontrado casi dos horas después por un vecino. En la manifestación de repulsa, en la que Aznar se negó a compartir la misma fila que el lehendakari Ibarretxe, pasó a la historia el discurso pronunciado por la periodista Gemma Nierga: "Estoy convencida de que Ernest, hasta con la persona que lo mató, habría intentado dialogar, ustedes que pueden dialoguen, por favor". El pasado noviembre, en 2019, el diputado de EH Bildu Joan Inarritu puso en valor la figura de Lluch: "Hoy es el aniversario del asesinato Ernest Lluch, un hombre de paz. Un fuerte abrazo a sus familiares y compañeros". Aquel fatídico 2000 se cerró con la muerte del concejal del PP de Viladecans Francisco Cano (45 años); y del guardia urbano de Barcelona, Juan Miguel Guervilla (39 años), en plena Avenida Diagonal, con un coche bomba con el que pretendían quitar la vida al periodista Luis del Olmo, que ese día siguió otra ruta. Un verano tormentoso. Un año de interminable espiral en tiempos de penumbra. Evocados para no repetirlos.
En una gran tensión política y mediática, la vida social en Euskadi se partió en dos en un año en el que ETA acabó con la vida de 23 personas
El PNV rompió sus pactos con Euskal Herritarrok mientras el PP suscribía con el PSOE el Pacto Antiterrorista y se endurecía la Ley de Partidos