- De entre las muchas incógnitas sobre la operación exilio de Juan Carlos I, la que más intriga suscita es la del paradero elegido para instalar su residencia. El secreto es absoluto en el palacio de La Zarzuela, aunque gana enteros la posibilidad de que el rey emérito haya optado por la República Dominicana, donde tiene muchos amigos, y muy bien posicionados, dispuestos a darle cobijo.
Si el país caribeño fuera su destino final, la elección no sería casual. La República Dominicana y Suiza -país que más avanzada tiene la investigación judicial contra el monarca por fraude fiscal y blanqueo de capitales- no tienen tratado de extradición que obligue a ninguno de ellos a entregar a los encausados cuando es requerido por las autoridades judiciales del otro país. Así, Juan Carlos I no podría ser reclamado por la Justicia suiza a la República Dominicana. El acuerdo entre los dos estados solo contempla el traslado de personas condenadas, no reclamadas por la Justicia.
El monarca abandonó la Zarzuela el domingo y pasó la noche a Sanxenxo (Pontevedra). El lunes por la mañana viajó en coche hasta Oporto y, desde allí, habría volado a la República Dominicana. Se habría instalado en un complejo exclusivo en la residencia de lujo de la Casa de Campo, propiedad de los hermanos Fanjul, buenos amigos del emérito. Tampoco ha trascendido quién puso el avión: ¿el Estado o amigos dominicanos? Ni tampoco quién lo pagó y cómo nadie en el Gobierno español sabe nada, con un séquito de seguridad tan importante como el que cuenta Juan Carlos I. El emérito afirmó, a través de su abogado, que estaría a disposición de la Justicia española. Ahora bien, de la suiza no realizó mención alguna.