- Cada día que pasa crece el distanciamiento del Gobierno español con Juan Carlos I. El alejamiento es sutil porque el Ejecutivo no puede desairar a la Casa Real ni presentar como un apestado al rey emérito, por más que el goteo incesante de informaciones sobre los turbios negocios y la evasión fiscal del exjefe del Estado desprenda un aroma pestilente. El Ejecutivo español no se pronuncia con claridad sobre los supuestos tejemanejes que acorralan judicialmente al monarca, pero la evidencia de las revelaciones que llegan desde la Justicia suiza que investiga el pago de una comisión de 64,8 millones de euros por parte del rey saudí Abdulá en 2008 y que luego terminaron en la cuenta de Corinna Larsen, amiga íntima de Juan Carlos I, es tal que ayer la portavoz del Gobierno urgió al rey Felipe VI a que tome medidas sobre el futuro del rey emérito.
María Jesús Montero aseguró que el Ejecutivo español “celebra todas las medidas pasadas y futuras” adoptadas por la Casa Real con el objetivo de aumentar su “transparencia y ejemplaridad”. En la rueda de prensa posterior al Consejo de Ministros, subrayó que el Gobierno “agradece cualquier impulso” que se adopte desde la Jefatura del Estado para que los ciudadanos conozcan su actividad y rendición de cuentas. Sin embargo, Montero evitó concretar qué medidas deberían adoptarse. “Cualquier avance que se pueda producir o no corresponde a la Casa Real, no al Gobierno”, precisó.
La semana pasada Sánchez calificó de “inquietantes y perturbadoras” las informaciones sobre los negocios turbios de Juan Carlos I. El presidente español puso tierra de por medio con el rey emérito, al que deja a su suerte y sin el amparo político del Gobierno, aunque sin un rechazo expreso. También PP y C’s abandonaron al rey y ya solo defienden una reforma constitucional para que la inviolabilidad solo afecte a las cuestiones relacionadas con el cargo de jefe del Estado y no a los delitos económicos.
Fuentes de la Moncloa abrieron la puerta a la posibilidad de que el rey emérito abandonase el Palacio de la Zarzuela para simbolizar un desmarque claro de la Casa Real con las prácticas fraudulentas de Juan Carlos I. Ante las preguntas de los medios de comunicación, la portavoz del Gobierno español tampoco quiso pronunciarse sobre el asunto pero aseguró que, pese a no decirla expresamente, se puede “adivinar” la preferencia del Ejecutivo. Un nuevo desmarque del Gobierno que deja la pelota y la presión sobre el tejado de Felipe VI, cada día más asfixiado por las informaciones de su padre que comprometen la imagen de la Corona y le obligan obligan a tomar decisiones quirúrgicas que la salven del naufragio.
Y todo esto mientras continúan las informaciones sobre los negocios de Juan Carlos I. La última revelación apunta a que Corinna Sayn Wittgestein contó al excomisario José Manuel Villarejo durante una reunión en Londres que el rey emérito traía maletas llenas de dinero procedentes de monarquías de países árabes que introducía en España a través del aeropuerto de Torrejón de Ardoz. En un audio grabado por el excomisario jubilado e investigado y publicado por el digital Okdiario, la empresaria alemana asegura que don Juan Carlos era adicto al dinero y que incluso tenía una máquina cuenta-billetes en el Palacio de La Zarzuela.
Revelaciones anteriores filtradas desde la Justicia suiza han dado cuenta de los movimientos de retirada de importantes cuantías económicas de un banco helvético para luego ir blanqueándolas. Mientras el tribunal de Suiza toma una decisión, la Justicia española empieza a prepararse para, llegado el caso, investigar la causa. La Fiscalía General del Estado ha reforzado el equipo de fiscales que se encargan de la investigación sobre el presunto pago de comisiones en la construcción del AVE a La Meca.