bilbao - El coronavirus ha desatado un clima de incertidumbre en la política vasca. Sin embargo, mientras las elecciones del 5 de abril y la campaña sigan en pie, los partidos se ven obligados a trabajar con ese escenario y, también, a tener en cuenta las limitaciones que han establecido las autoridades sanitarias para los actos que reúnan a una multitud de personas. El contratiempo para el PNV no radica tanto en esas limitaciones sanitarias, sino que el problema se encuentra en que su candidato, Iñigo Urkullu, es el lehendakari y está volcado en la gestión de esta crisis, lo que condiciona toda su campaña.
El Gobierno español ha prohibido los actos de más de 1.000 personas en espacios cerrados, y tampoco se permiten los eventos al aire libre con más de 5.000 participantes. El volumen de los actos no obligaría al PNV a replantear su campaña, porque no apuesta por los grandes despliegues ni los derroches, y el evento más llamativo suele ser el de cierre. No obstante, en los últimos tiempos se ha realizado en El Arenal de Bilbao, sin mayores pretensiones. Por ello, las fuentes de Sabin Etxea consultadas por DNA aseguran que, si acaso, con las medidas actuales, lo único que tendrían que hacer es garantizar la distancia de un metro entre las sillas para su militancia en los mítines que celebran pueblo a pueblo. Lo que verdaderamente los condiciona es que la agenda institucional de Urkullu para combatir el coronavirus no le permitiría participar en la campaña de manera continuada.
El PNV quiere ser muy cuidadoso con este asunto, que es sobre todo una cuestión de imagen. Para los jeltzales, sería incoherente que Urkullu fuera a sacarse unas fotografías para la campaña electoral, mientras el resto del día se dedica a un asunto grave. Sería casi una frivolidad. También se complica cada vez más poner otras prioridades sobre la mesa que no sean la gestión de esta epidemia. Colocar otros mensajes sería complicado y extemporáneo. Por ello, el PNV tendría que repensar su campaña desde esa perspectiva, y preservar en la medida de lo posible esta dedicación del lehendakari a la gestión de la crisis.
La primera muestra de ello llegó el pasado lunes. El PNV había previsto izar la lona de los candidatos en la fachada de Sabin Etxea y presentar su lema, pero decidió suspender el acto. El lehendakari tenía que preparar una reunión interinstitucional prevista para esa tarde y, por lo tanto, no iba a estar presente. A su vez, sin su asistencia, no tenía sentido sacar la fotografía. Ayer mismo, el lehendakari solo hizo un paréntesis en su agenda para participar en el homenaje a las víctimas del terrorismo en Gasteiz pero, incluso en esas circunstancias, anunció un fondo de 300 millones para hacer frente a esta crisis.
Las mismas fuentes aseguran que siguen trabajando con la hipótesis de que se mantengan la campaña (que empieza el día 20 de este mes) y las elecciones. Están pendientes de las decisiones de los próximos días por parte de la Junta Electoral y de las autoridades sanitarias. No pueden hacer nada más. "No está en nuestra mano", aclaran. Uno de los actos tradicionales es la presentación del programa del PNV, que desde el punto logístico no plantea dificultades porque congregaría a unas 200 personas.
La presidenta de la ejecutiva vizcaína, Itxaso Atutxa, aseguró en Onda Cero que es evidente que el 5 de abril va a ser una mala fecha porque se augura un repunte del virus en esa época, pero al mismo tiempo aclaró que no es fácil aplazar las elecciones porque no hay percha legal. A partir de ahí, se posicionó sobre la opción de celebrar unas elecciones sin actos de campaña, algo que es técnicamente viable, pero que plantea otros problemas políticos. Dijo que hay sectores que están tratando de proyectar la idea de que los beneficiados de cancelar la campaña electoral serían los partidos grandes, porque son los que tienen presencia en las instituciones, cuentan ya con un altavoz y no necesitan tanto los mítines.
"El 5 de abril va a ser mala fecha, pero no es fácil aplazar las elecciones"
itxaso atutxa
Presidenta del BBB del PNV