BAIONa - ¿Por qué es importante para usted recibir el premio de la Fundación Sabino Arana?
-Es un honor porque también desde Córcega seguimos de forma atenta y con mucha admiración la lucha del pueblo vasco. Más allá de mi persona, me parece que se quiere reconocer el trabajo realizado desde décadas por mujeres y hombres a favor de la democracia, la dignidad y la libertad.
¿Cuáles son sus relaciones con Euskadi?
-El pasado mes de septiembre asistí al Alderdi Eguna en Foronda y me emocioné al ver tanto fervor popular y varias generaciones reunidas. Aquella multitud mostraba orgullo de pertenecer al pueblo vasco y al mismo tiempo apertura hacia los demás. Son valores universales muy similares a los del pueblo corso. También me alegré que el presidente del PNV, Andoni Ortuzar, y el lehendakari Urkullu me regalaran una fotografía de mi padre realizando un discurso en aquella fiesta en 1979. Todavía era un niño, pero me acuerdo perfectamente que acaba de salir de la cárcel y que al volver a casa nos contó el momento muy intenso que vivió en Euskadi.
Su padre, Edmond Simeoni, que falleció a finales de 2018, fue una figura del nacionalismo corso. ¿Cuál ha sido su aportación?
-Tal vez no soy la persona más adecuada para hablar de su trayectoria... Fue uno de los actores que impulsaron el renacimiento de la idea nacional corsa. Fue un militante incansable que trabajó a favor de la democracia y de los valores universales humanistas.