pamplona - Hace un año y medio, Alfonso Sánchez Rodrigo (Puertollano, 1965) dejó la presidencia de la Asociación de Víctimas del Terrorismo (AVT). Había cumplido una etapa y necesitaba “oxígeno”, estar con su familia tras unos últimos meses en los que fue criticado por algunos sectores de víctimas por organizar una jornada con el Gobierno de Uxue Barkos. Pero a los pocos meses, este guardia civil retirado que salvó la vida de milagro en el atentado de ETA en la plaza de la República Argentina ha vuelto al frente de la Asociación de Víctimas del Terrorismo por la Paz (Vitepaz), que el próximo 22 de octubre se presenta en Vitoria.

¿Por qué pone en marcha una nueva asociación de víctimas?

-Dejé la AVT porque me quitaba mucho tiempo para mi familia, tengo un hijo pequeño. Pero hubo gente que no se enteró, o que por lo que sea me seguía llamando para ver si les podía echar una mano en las cuestiones más mundanas, hasta para ver si podía ayudarles a que sus hijos no tuviesen que ir a un colegio que estaba lejos. Muchos de los que llamaban eran de País Vasco y Navarra, donde ser víctima es mucho más difícil que en Sevilla o en Madrid. Por lo que sea, porque me conocían del asociacionismo por mi buen o mal hacer, me llamaban. Y he puesto en marcha esto con la voluntad de ayudar en lo más sencillo, porque ya hay asociaciones más grandes y con más medios que se dedican al esclarecimiento de crímenes sin resolver. Yo me dedico a una labor casi asistencial.

Llama la atención, porque usted presidió la AVT hasta hace poco.

-La vida es evolucionar. He pasado por todos los cargos en la AVT, estuve de vicepresidente con Ángeles Pedraza, y desde 2016 de presidente. Creo que cumplí con una carga de responsabilidad grande, y creo también que el resto de víctimas tiene que hacer su esfuerzo e implicarse, pelear desde dentro. Yo no pretendía perpetuarme en el cargo: lo dejé para dedicarme a mi familia, y cuando he cogido oxígeno he querido seguir, pero de forma más tranquila, haciendo otras cosas. No con la intensidad de la AVT, que es todo el día reunión con el ministro. Ahora me dedico a cosas que pueden parecer más nimias, pero que me satisfacen.

¿Tuvo desavenencias en el seno de la AVT, por ejemplo después de que algunas víctimas le afearan su trabajo con el Gobierno de Barkos?

-Para nada. Al contrario: a esta jornada he invitado a la AVT, que me consta que enviará a alguien, y apoyaré cualquier colaboración con la asociación mayoritaria y decana.

¿A qué se debe esta proliferación de asociaciones? Anvite, por ejemplo, surgió al poco de que se produjeran los encontronazos con la AVT.

-En lo básico estamos de acuerdo, pero cada una tiene su matiz, su forma de trabajar. Y lo hacemos porque hay libertad de asociacionismo, nada más. No me mueve ninguna pretensión política, ninguna necesidad de cargo: vivo felizmente de mi pensión de guardia civil, y mi labor en Vitepaz es como la que podría hacer cualquier persona en una ONG. Yo lo que digo es que tenemos que olvidarnos de ciertos complejos, que tenemos que mirar adelante sin olvidar el pasado, y que si alguien tiene cuentas pendientes con la justicia que las rinda como todo ciudadano. Nosotros queremos normalidad social y convivencia, que mis fantasmas oscuros, los míos como víctima, me los lleve a la tumba y no se los deje a mi hijo.

¿Le da pena que se hayan producido choques entre asociaciones de víctimas?

-Yo respeto la opinión de todas las víctimas, y lo que hice con el Gobierno de Navarra lo volvería a hacer, porque no hice nada fuera de la legalidad ni nada deshonroso. Hice lo mismo que en Andalucía, Euskadi, Valencia o Castilla-La Mancha. Era mi obligación reunirme con la presidenta de Navarra, y que cada uno piense lo que le dé la gana. Ya hubo bastante polémica y no voy a volver a remover nada. Yo duermo tranquilo y no vivo de los dineros públicos, cosa que otros sí, más bien de rentas políticas. El que no esté de acuerdo conmigo...

Me ha dicho antes que le pusieron verde.

-Sí, algunos sectores me pusieron verde, ya lo sabe. Pero allá cada uno, de verdad. Nadie hace algo a gusto de todos e intenté hacerlo lo mejor posible, porque ha habido víctimas a las que se ha ayudado mucho, pero otras que se han tenido prácticamente olvidadas. Me sentí un poco decepcionado por haber dedicado mucho tiempo y esfuerzo, y ver que la gente no te lo reconoce.

¿Le da la sensación de que han sido criterios políticos los que han producido discrepancias entre asociaciones?

-Que cada uno saque sus propias conclusiones. Qué duda cabe de que cada asociación tiene su propio criterio. Yo, por ejemplo, tengo el mío, y no he invitado a EH Bildu ni lo haré. A partir de ahí, cualquier partido democrático, sea nacionalista o lo que sea, y que respete a las víctimas del terrorismo, no tengo por qué no invitarlo. Los únicos enemigos de las víctimas son los terroristas y los que los justifican. Y ya le digo que no vamos a tener significancia política.

Ha habido quien le ha cuestionado también el nombre: ‘víctimas de qué paz, si aquí no ha habido guerra’, le reprochan.

-Yo creo que no hay que buscarle tres pies al gato: queremos la paz de cada víctima, porque cada uno necesitamos también sentirnos en paz con nosotros mismos. Es por ese sentimiento de estar en paz con nosotros y con la sociedad que queremos, que sea una sociedad mejor, sobre todo para las generaciones venideras, que no tienen que heredar rémoras ni sombras, sino una memoria que reconozca honestamente qué ha ocurrido.