Baiona - Decenas de feligreses y personalidades del mundo de la política, la cultura y las distintas religiones acudieron ayer a la capilla ardiente ubicada en la residencia de ancianos Arditeia de Kanbo para rendir un último homenaje al cardenal Roger Etchegaray, que falleció el miércoles en el que había sido su alojamiento desde hace dos años. El prelado natural de Ezpeleta (Lapurdi), que iba a cumplir 97 años en los próximos días, es el representante de la Iglesia vasca que mayor poder ha tenido durante años dentro de la jerarquía eclesiástica. Con su entrañable sonrisa, aseguraba que decidió dedicar su vida a la fe el día de su primera comunión, con solo siete años.

Nacido en 1922, fue ordenado sacerdote a los 25 años y desde entonces ocupó casi todos los puestos de responsabilidad dentro de la Iglesia católica. Hace 40 años fue designado por el papa Juan Pablo II para mediar en conflictos internacionales, por ejemplo en Israel, Sarajevo o Ruanda. Roger Etchegaray se reunió incluso con Fidel Castro en Cuba y con Sadam Hussein en Irak. Durante cuatro décadas realizó 150 viajes con el propósito de mediar en distintos conflictos mundiales. El ezpeletarra solía afirmar que su único objetivo era facilitar y conseguir la paz, en el mundo y en Euskal Herria.

“Justizia eta bakea” (justicia y paz) es la divisa que lleva la makila que le regalaron con motivo de su 80 aniversario. El cardenal mantenía una estrecha relación con su localidad natal Ezpeleta y con su casa Xoko Maitea, a la que volvía cada verano para visitar a su hermana y ofrecer conferencias. “En Ezpeleta conozco a casi todo el mundo, siento orgullo y alegría. Vuelvo a ser un niño” decía sonriendo el cardenal, referencia para muchos vascos que vivían en Roma o visitaban la ciudad eterna.

Al servicio de la paz Tras conocer el fallecimiento del cardenal vasco, ayer el papa Francisco tuvo un recuerdo para él y destacó la figura de un hombre de diálogo y de paz. El lehendakari Iñigo Urkullu hizo hincapié en el talante y empatía de Etchegaray, su cercanía, calidez personal y su incansable labor en favor de la paz en el mundo. Según Urkullu, el prelado natural de Ezpeleta ha sido una figura clave de la Iglesia en misiones de paz y mediación y en defensa de los Derechos Humanos, así como en la causa de los pobres al frente del Consejo Pontificio de Justicia y Paz. “La humildad, firmeza y constancia con la que ha dedicado su vida a la causa de la paz y la convivencia es fuente de inspiración y esperanza para todas las personas de bien”, concluyó.

Última reunión en Kanbo Los principales cargos electos de Iparralde también destacaron la trayectoria del difunto. “Ha sido un hombre de su tiempo y un embajador del País Vasco” según Jean René Etchegaray, alcalde centrista de Baiona y presidente de la Mancomunidad de Iparralde.

En declaraciones a Euskadi Irratia, el obispo emérito de Gipuzkoa Juan Mari Uriarte calificó a Etchegaray de “santo” y explicó que le consideraba un padre, un hermano y un amigo. Uriarte mantenía una estrecha relación con Etchegaray, al que visitaba a menudo durante sus estancias en el Vaticano. “Esta pasada primavera fui a Kanbo para entrevistarme con él y aquella fue nuestra última reunión”, explicó Uriarte. “Siempre ha intentado trabajar a favor de la paz en Euskal Herria pero su posición era muy delicada en Roma. Hizo todo lo que pudo siempre desde la discreción”, subrayó.

En palabras de su amigo Michel Camdessus, antiguo presidente del Fondo Monetario Internacional y natural de Baiona, Roger Etchegaray era “un vasco universal, uno de los hijos más importantes que ha dado el País Vasco”. Cuando acudió a Bilbao a recoger el premio que le otorgó la Fundación Sabino Arana, Etchegaray no quiso alojarse en un hotel y prefirió albergarse en una casa parroquial en Begoña. El funeral del cardenal se celebrará el lunes a las 10.30 horas en la catedral de Baiona.