pamplona - La presidenta defiende su legitimidad numérica y su compromiso con la palabra dada. Abrió la vía para que el PSN dejase de operar como “el monaguillo” de UPN y se muestra convencida de que con el diálogo como herramienta llevará a su Gobierno de progreso y transversal a buen puerto, “se ponga la derecha como se ponga”.

Sus lágrimas en la toma de posesión denotaron emoción pero también su esfuerzo hasta alcanzar la presidencia. ¿Cuánto ha sufrido para llegar hasta aquí?

-Pues sí, esas lágrimas fueron de emoción aunque también de pensar qué duro había sido el camino. Lo peor, este verano al tenerme que tragar acusaciones gravísimas de la derecha, falsas absolutamente, instrumentalizando a Navarra y a las víctimas del terrorismo para imputar traiciones inventadas. Pero echo la mirada atrás, a la victoria en las primarias del PSN en 2014 y todo lo que vino después, y ahí está lo que me encontré y en que posición estamos ahora, al frente del Gobierno..

El PSOE filtró a escasos días de las elecciones sus serias reticencias a que su Gobierno dependiera de los votos de EH Bildu. ¿Cuál fue el momento más delicado para la culminación de este proceso y cuándo se sintió ya presidenta?

-Siempre fuimos dando pequeños pasos, poco a poco, primero dentro del partido y luego con los socios. En el PSOE hubo que hacer una labor de convencimiento, ganándonos la confianza con una labor digamos de proselitismo. Cierto que pese a todo el ruido externo alentado por ciertos medios de comunicación, que también provocó algún malentendido subsanado rápidamente. Ante la tergiversación constante de la derecha intoxicadora fueron claves las explicaciones de primera mano, mías pero también del secretario de Organización del PSN. Respecto a cuándo me sentí presidenta, solo cuando lo fui al ser elegida.

Desde la premisa de haber situado al PSN como segunda fuerza tras perder el 40% del voto entre 2007 y 2015, ¿qué porcentaje de su presidencia corresponde a Cerdán en el orden interno y al PNV en el externo?

-Santos ha jugado un papel básico en esa labor pedagógica dentro de la ejecutiva federal, clarificando que no ha habido pacto con Bildu y que el PSN se había ganado en las urnas intentar aprovechar su oportunidad frente a una derecha liderada por UPN que se presentó a las generales para desalojar a Sánchez, como lo demostraron en Colón. El PNV ha sido también un actor, no sé calibrar exactamente su peso porque han sido muchos los elementos en juego para darle seguridad a la dirección del PSOE, el definitivo un acuerdo programático que incorpora la lealtad constitucional y sin estridencias ni ventas de nada ni nadie.

¿Sería usted presidenta si Esparza no hubiera articulado el frente de derechas, incluyendo en Navarra al antagonista estatal del PSOE y a un sigla abolicionista del Fuero?

-Lo que tal vez pudo ser y no fue... Pero desde el minuto uno anunciamos en el PSN nuestra voluntad firme de no hacer al señor Esparza presidente y yo creo sinceramente que hubiéramos llegado igual hasta aquí.

La cuenta suiza de Otano frustró el tripartito de 1995, en 2007 el PSN claudicó de nuevo ante UPN y en 2011 ya pasó directamente a cogobernar con el regionalismo hasta la expulsión de sus consejeros al año escaso. ¿Siente la responsabilidad de redimir al PSN por aquellos fracasos, de librarle definitivamente de sus complejos respecto a UPN y sus grupos de presión?

-No es una cuestión personal, sino un proceso de reflexión interna del PSN en su conjunto, de un partido que estaba hecho unos zorros y que quería abrir otra vía para no seguir siendo el monaguillo de la derecha navarra. Todas las decisiones de las dos últimas ejecutivas del PSN han sido compartidas con las agrupaciones y con posicionamientos reflexivos. Este es el camino conjunto que hemos emprendido entre todas y todos, aunque lo encabece yo.

La colaboración entre el socialismo y el nacionalismo vasco moderado se halla plenamente asentada en la CAV y se ha extendido a las Cortes españolas. ¿Puede confirmar si esta es también su apuesta estratégica para Navarra? ¿No deja ningún resquicio a retomar la cohabitación con UPN si suelta el lastre de la derecha estatal?

-Las cohabitaciones con UPN han dado al PSN pésimos resultados, hasta el punto de que en 2011 cogobernamos con Barcina, a los dos meses UPN retomó su pacto con el PP y al año expulsó a nuestros consejeros. Aquello fue un punto de inflexión radical, ahora abrimos un tiempo de entendimiento con el nacionalismo moderado que espero, deseo y creo, por los pasos que vamos dando en menos de tres meses de trabajo, que va a dar frutos positivos. La colaboración que ha alumbrado este Gobierno progresista y plural es la apuesta estratégica del PSN, que tiene que salir bien y va a salir bien. Vamos a poner toda la carne en ese asador y no hay ninguna puerta abierta a aquella subsidiaridad respecto a UPN.

Esa colaboración estructural con Geroa Bai precisa de una empatía que con carácter general no afloró en la pasada legislatura. ¿Le ha sorprendido su generosidad? ¿Se arrepiente en cierta medida de alguna de las críticas al Gobierno anterior habida cuenta de que el programa acordado ahora resulta una continuidad?

-La relación con el Gobierno precedente fue por barrios, con algunas consejerías trabajamos bien y con otras al revés, no sé si por los talantes o más por los contenidos. Pero apoyamos el 75% de las iniciativas de la anterior legislatura, por tanto hubo muchas coincidencias. Respecto al traspaso de poderes, tanto la presidenta como los consejeros salientes han sido ejemplares. Y lo mismo cabe decir de la actitud en las mesas de trabajo para conformar el acuerdo de programa y para definir el propio Gabinete.

Adentrémonos en el programa de gobierno. ¿Cuáles son las tres primeras medidas que usted quisiera implementar?

-Lo más urgente es abordar la precariedad laboral, por mucho que tengamos buenas tasas de empleo. Temporalidad, parcialidad, siniestralidad laboral, brecha salarial, paro juvenil, todo eso hay que atajarlo de acuerdo con la patronal y los sindicatos, también con ELA y LAB como actores representativos de esta sociedad y con una presencia nada desdeñable. La normalización democrática y de la convivencia es otro reto principal, más allá de las hipérboles a cuenta de ETA que nos ha dedicado la derecha y de los insultos en el homenaje a Casanova en Berriozar, que no son ni mucho menos unánimes. Como tercer desafío principal me quedaría con la transformación digital de la industria navarra, que representa el 30% del PIB navarro, porque o nos modernizamos o perdemos el tren.

¿Cómo procurará este Gobierno transversal que la atención en euskera en la Administración se corresponda con la realidad sociolingüística de Navarra, siempre a partir del consenso básico entre el PSN y Geroa Bai sin modificar la zonificación vigente?

-Determinando perfiles para atender en euskera al ciudadano en los puntos y servicios en contacto con él. A partir de la sentencia del decreto del euskera, prevista para septiembre, tendremos la pauta para definir la baremación en el acceso a la función pública y concretar los puestos que necesiten conocimiento de euskera. En Burlada o Egüés el PSN impulsó ordenanzas de euskera con ese criterio de sentido común.

El PSN censuró en marzo de 2018 la falta de iniciativa del Gobierno de Barkos en la negociación de la transferencia de competencias pendientes. Y citó, además del Tráfico, la gestión económica de la Seguridad Social, instituciones penitenciarias o la investigación científica, entre otras. ¿Para cuándo una reunión de la Junta de Transferencias con el fin de impulsarlas y por qué orden?

-Con un Gobierno central en funciones poco podemos avanzar, esto es lo primero. Yendo a lo concreto, la de sanidad penitenciaria es la transferencia que más avanzada está, con un acuerdo con el ministerio del ramo pendiente de ratificación. Respecto al Tráfico, soy optimista para solventarla en los próximos cuatro años después de mis conversaciones informales con el ministro Marlaska, de hecho, es un compromiso expreso del presidente Sánchez. El cómo hay que verlo, porque la Policía Foral no puede asumir el Tráfico de forma exclusiva y la Guardia Civil no se merece un mensaje de que se les echa de esta tierra a la que tanto ha dado. El traspaso de la gestión económica de la Seguridad Social no forma parte del acuerdo de Gobierno. Por cierto, también tenemos que negociar el nuevo Convenio Económico y eso sí es trascendental.

Tan relevante resulta un programa ambicioso y congruente como un Gobierno que lo materialice adecuadamente a partir de la capacitación de sus miembros y de su cohesión. ¿Por qué prevalecen los perfiles políticos sobre los técnicos? ¿Ha sido una configuración buscada o ha obedecido a la necesidad de encajar los intereses de todos sus participantes?

-Ha obedecido a todo. Como PSN apostamos al principio por gobernar solos pero tuvimos claro que había que llegar al acuerdo posible. Estoy contenta con el contenido, con la estructura del Ejecutivo y con sus integrantes, a los que hay que dejar trabajar y juzgar por sus hechos.

¿Hubo vetos cruzados?

-Categóricamente no. Nadie ha vetado a nadie, se ha respetado la propuesta de cada sigla a partir del criterio de la solvencia personal para un Gobierno paritario. Por cierto, sacudir a personas que no han comenzado a trabajar no me parece justo.

¿No supone un cierto hándicap a efectos de coordinación interna contar con trece consejerías? ¿Cómo se van a atenuar las discrepancias cuando se produzcan?

-El diálogo ha sido la herramienta para conformar el Gobierno y lo será para mantener su cohesión y limar las asperezas cuando afloren. En el acuerdo consta una comisión de seguimiento del pacto que estrenaremos antes del curso parlamentario. Y las consejerías tendrán un cauce de comunicación abierto con los portavoces parlamentarios de cada ámbito y de los cuatro partidos que consensuaron el programa. Antes de cada comparecencia en el Legislativo los miembros del Gabinete se reunirán con esos portavoces. Además, las discrepancias están tasadas, sabemos cuáles son los escollos.

¿De verdad están preparados, usted y el resto de su Gabinete, para la ofensiva de Navarra Suma y de sus satélites esgrimiendo también las contradicciones del PSN respecto a pasada legislatura?

-Navarra Suma sabrá cómo va a servir a los intereses de esta tierra, pero ya llevamos tres meses con esa ofensiva y no nos va a temblar el pulso. Casi el 50% de las iniciativas de la pasada legislatura las votaron a favor y no lo tendrán fácil para explicar que ahora se obstinan en el no permanente, y en el cuanto peor mejor. La sociedad navarra no va por ahí.

Perdone el matiz, pero no está calibrando la ferocidad con la que se va a emplear a UPN ante el riesgo de quedar apartado de la Diputación más allá de ocho años. Y está en su mano el arbitrio de un nuevo ciclo político que consagre valores antitéticos a los de la derecha, así como propiciar la implosión del regionalismo. ¿Es consciente de su inmensa responsabilidad?

-Me remito al programa con sus diez ejes, que marca una hoja de ruta para esta Comunidad muy clara sobre las premisas de la cohesión social, la convivencia, los derechos de ciudadanía y la pujanza económica basada en la innovación y el respeto medioambiental. Este ideario representa a una mayoría social de esta Comunidad por encima de los 23 escaños del acuerdo programático y lo que la derecha haga es responsabilidad suya y no nos va a desviar del camino se ponga como se ponga. La derecha en Navarra y en España tiene un concepto patrimonialista de las instituciones, de que los gobiernos sólo están plenamente legitimados en sus manos. Y al señor Esparza hay que recordarle que 23 escaños son más que 20, que 150.000 votos otorgan más legitimidad que 125.000. Por otra parte, UPN sigue mirando al PSN con condescendencia, piensa que les tenemos que apoyar sí o también. La derecha navarra no se ha actualizado, no ha visto que el contexto ha cambiado, sigue anclada diez años atrás. Por cierto, no son conscientes del daño que han infligido al socialismo navarro. Nos echaron del Gobierno con un motorista y encima parece que les debemos pleitesía. No hombre, no.

La realidad aritmética y la coyuntura política en Navarra y en el Estado aseguran la dependencia de EH Bildu para que los proyectos gubernamentales prosperen en el Parlamento foral. Más allá de que los acuerdos se sustenten en contenidos, ¿no se precisa de una confianza mínima con la izquierda abertzale, cuya dirección persuadió a las bases para hacer viable su presidencia?

-La señora Ruiz ha dicho claramente que Bildu se sitúa en la oposición, igual que Navarra Suma. Habrá que dialogar con unos y otros en el marco institucional y veremos la disposición de cada cual. Cuanto antes lleguemos a la normalidad política mejor, al estilo de lo que ocurre en la calle y sin escenificaciones teatrales para justificar el bloqueo. La ponencia parlamentaria en favor de las personas LGTBI puede perfectamente marcar el camino, se sacó con Bildu porque no hay que mirar tanto el con quién como el para quién. Eso es madurez política.

¿Qué debiera suceder para que usted se planteara un adelanto electoral, para asumir en su caso la ingobernabilidad de Navarra?

-No me planteo la hipótesis en ningún caso. Hemos demostrado la eficacia del diálogo posibilista y el acuerdo leal. Repito: este Gobierno tiene que ir bien y va a ir bien. Los equipos de todas las consejerías me transmiten muchísima confianza.

¿Habrá nuevos Presupuestos para al año venidero?

-Confeccionaremos un nuevo Presupuesto claro y haremos lo imposible por que se apruebe, pero no depende de nosotros. El último Presupuesto tampoco es un mal punto de partida si hubiera que prorrogarlo. Es decir, no sería un drama la prórroga, Barcina gobernó cuatro años con un solo Presupuesto, aunque nos afanaremos para aprobar uno por ejercicio como corresponde. También nos ayudaría lo suyo que el Gobierno de España derogara la Ley de Estabilidad Presupuestaria para dotarnos de más margen y que tuviera Presupuestos actualizados para financiar servicios trascendentales de las comunidades autónomas, la Dependencia antes que nada.