gasteiz - El Gobierno Vasco redobló ayer la presión sobre el Ejecutivo español para que cumpla en tiempo y forma los compromisos adquiridos con la puesta en marcha de las infraestructuras en Euskadi, y propuso articular un “frente común” entre todas las instituciones locales vascas afectadas por esta demora para apretar las tuercas al gabinete de Pedro Sánchez. La paciencia del Gobierno Vasco está alcanzando su límite con el eterno retraso en las infraestructuras cuya ejecución depende del Estado. Este asunto va más allá del Tren de Alta Velocidad, y afecta a los aeropuertos y a las conexiones ferroviarias con los puertos, que son determinantes para el transporte de mercancías y para la industria vasca. Por ello, esta demora repercute y lastra la competitividad de las empresas vascas, que no tienen a su alcance todas las redes de comunicación que podrían tener en breve si se cumplieran los plazos.

La situación se ha agravado con la parálisis que se vive en este momento en el Estado, donde el bloqueo en la investidura y la situación de interinidad de Sánchez resta agilidad a su gobierno. Además, el ministro del ramo, José Luis Ábalos, está completamente volcado en la negociación de la investidura y no deja de dar entrevistas en los medios de comunicación para fijar posición ante Podemos, lo que impide que el Gobierno Vasco tenga un interlocutor estable y fluido al otro lado de la línea telefónica. Ábalos, el hombre de confianza de Sánchez, está volcado en la estrategia política que debe seguir el PSOE en la negociación de investidura y una eventual repetición electoral.

las infraestructuras La consejera de Desarrollo Económico e Infraestructuras del Gobierno Vasco, Arantxa Tapia, vinculó ayer de manera muy clara y directa esta demora en las infraestructuras con el devenir del crecimiento económico y la creación de empleo. “Tienen que desarrollarse unas conexiones relevantes para que la industria vasca continúe siendo competitiva. Cuando hablamos de infraestructuras, hablamos de infraestructuras de todo tipo. Desde luego, el TAV, que requiere un impulso definitivo en su llegada a las capitales, a Gasteiz y a Bilbao, que son las más complejas, porque Donostia está en nuestras manos y la tenemos que ejecutar desde el Gobierno Vasco. Pero también son necesarias las conexiones ferroportuarias”, dijo.

En ese ámbito, el Gobierno Vasco está pensando en la plataforma Lezo-Pasaia, en la terminal alavesa de Jundiz para el transporte de mercancías y la conexión con los puertos y el Estado francés, y en la variante sur ferroviaria que conecta con el puerto de Bilbao. Tapia citó también las promesas y acuerdos sobre los aeropuertos de Foronda y Hondarribia, “que se están retrasando y no están ejecutándose de forma adecuada”. En el terreno del transporte de viajeros, aludió al intercambiador de Riberas de Loiola.

En unas declaraciones ofrecidas antes de trasladarse a la Basílica de Loiola por la festividad de San Inazio, Tapia trató de proyectar la importancia de los retrasos porque afectan a todas estas infraestructuras. Por ello, dio un salto cualitativo en su discurso al pedir un frente común para elevar la presión sobre el Gobierno español. “Es momento de que, desde Euskadi, todas las instituciones locales concernidas en cada uno de los ámbitos hagamos casi un frente común, un acuerdo por el que hagamos que esas infraestructuras y esa política industrial que requiere nuestro país sean una realidad también en el Estado español”, defendió.

las discrepancias El presidente español en funciones, Pedro Sánchez, es consciente del malestar del PNV. Se lo ha hecho saber en varias ocasiones, y el asunto de las infraestructuras es un clásico dentro de todas las negociaciones, ya sean de investidura o presupuestarias. Los toques de atención también le llegan desde otras comunidades autónomas. Por ello, el socialista anunció de manera genérica en su discurso de investidura un Pacto de Estado para cumplir los plazos de las infraestructuras que llevan años acumulando demoras. El anuncio dejó frío al PNV, que no ve ninguna virtualidad a unos pactos de Estado que exigen unas mayorías parlamentarias que muy rara vez se consiguen. Los jeltzales quieren que cumpla el cronograma pactado con su grupo y no dé más vueltas al asunto.

El asunto más paradigmático se refiere al Tren de Alta Velocidad. Tras numerosos retrasos, se prevé que la obra termine en 2023 y el tren comience a rodar en 2024. El retraso es flagrante para el PNV en el caso de Gasteiz y Bilbao. Hace unos días, el lehendakari presentaba la culminación de las obras en Gipuzkoa, el único territorio donde tiene la competencia para realizar los trabajos. Allí donde la infraestructura depende del Ejecutivo vasco y de Euskal Trenbide Sarea, avanza. En los otros dos territorios, donde depende del Gobierno español y Adif, sigue a trancas y barrancas. La competencia es del Estado y al Gobierno Vasco no le queda otra que presionar, como hizo ayer.

Tapia aseguró que la ausencia de un Ejecutivo en el Estado “retrasa y ralentiza” las infraestructuras y también el desarrollo de una política industrial “potente”. “Nos está afectando, desde luego, desde el punto de vista de infraestructuras, pero también desde el punto de vista de una carencia de un plan industrial, de una política industrial potente, basada en un desarrollo de la I+D+i, que afecta también a nuestro territorio”, dijo.

TAV. El Gobierno Vasco denuncia los retrasos en las capitales Bilbao y Gasteiz. El Ejecutivo de Urkullu tiene la competencia en Gipuzkoa y la obra está terminada.

Conexiones con los puertos. Plataforma de Lezo-Pasaia, terminal alavesa de Jundiz y variante sur ferroviaria que conecta con el puerto de Bilbao. Estas infraestructuras son determinantes para el transporte de las mercancías y para conectar con los puertos, dar salida a los productos, y conectar también con el Estado francés. Las remodelaciones dependen del Gobierno español, que asumió varios compromisos en las negociaciones presupuestarias con el PNV.

Aeropuertos. El Gobierno Vasco denuncia también retrasos en los aeropuertos de Foronda y Hondarribia.

Intercambiador. En el transporte de viajeros, el Gobierno Vasco pide un empuje al intercambiador de Riberas de Loiola.