MADRID - Del análisis del voto el pasado domingo, más allá de la representación parlamentaria o directamente reforzando esa distribución, se deduce que el pulso de las izquierdas y las derechas llevó a un empate técnico cuya balanza solo puede decantarse en términos de plurinacionalidad y encarando con rigor y voluntad elproblema territorial.

El tridente de la derecha, formado por PP, Ciudadanos y Vox -con su versión navarra en la que se suma UPN- sumó 11.277.000 votos el 28-A. Frente a él, el bloque de la izquierda -representado por el PSOE y Unidas Podemos- acreditó unos 60.000 votos menos, superando los 11.213.000.

En la medida en que ambos están a distancia de la mayoría social del cuerpo de votantes que ejerciero nsu derecho el domingo, que estaría situada en unos 13.180.000, hay un colectivo de unos cuatro millones de votantes en todo el estado que no se decantó por ninguno de los dos bloques.

De ellos, 2,6 millones corresponden directamente a fuerzas políticas con fuerte representación en ámbitos territoriales específicos -Euskadi, Catalunya, Galicia, Valencia, Canarias,...- y que no adquieren dimensión estatal pero que incorporan a su propuesta política una concepción plurinacional del estado bien desde posiciones soberanistas -PNV, ERC, EH Bildu, JxCat, BNG...-, bien desde un nacionalismo más integracionista -CC, Compromís,...-

Es un volumen potente, que no está sobredimensionado en el Paralamento por la Ley D’Hondt, dado que algunas de estas fuerzas no llegan a obtener representación y estamos hablando de millones de votantes individuales, no de escaños.

De hecho, puestos a valorar la dimensión real que tiene la mirada más respetuosa a las especificidades o la vocación de reconocimiento de las naciones sin Estado dentro de la península, cabría incluir desplazar a Unidas Podemos del colectivo de las izquierdas -siéndolo- y esto definiría un panorama igualmente clarificador con 11,27 millones de votos de vocación recentralizadora y derecha nacionalista española; algo menos de 7,5 millones de votantes del PSOE y su enfoque descentralizador y federalizante; y 6,33 millones de votantes que han apoyado a partidos de vocación soberanista o demandantes del reconocimiento del derecho a decidir.

La suma de las opciones que respaldan un modelo de estado descentralizado superaría por 650.000 personas esos 13,18 millones de votantes que suponen la mayoría absoluta. En consecuencia, el debate territorial, lejos de ser un factor desestabilizador, es la auténtica bisagra que decantaría la gobernabilidad y la estabilidad. - I. González