donostia - ¿Cómo está viendo la campaña electoral?
-En un clima de crispación. Los antecedentes de estos ocho meses hacían prever que sería una campaña muy dura. Con la situación que se ha dado y que se preveía, de pugna de voto entre las derechas, los partidos pelean entre ellos por ver quién capta el voto que va a Vox. Radicalizan el discurso y genera un ambiente de confrontación total entre el PSOE y las derechas. En medio, objeto del pim-pam-pum de las derechas están las posiciones nacionalistas del PNV o ERC. Como consecuencia de esto, está el voto volátil o indeciso ante problemas globales que hacen que muchas personas pasen de un voto más o menos fácil en la etapa del bipartidismo a un escenario con factores nuevos.
¿Cuál es la clave de las elecciones?
-Pensando en frenar a las derechas y a su propuesta de involución de hasta 40 años en algunas materias, la clave está en conseguir que los socialistas seamos capaces de explicar que lo que hemos hecho desde el Gobierno, un gobierno corto en el tiempo, inestable y débil, pero que ha sido un ensayo muy positivo, con medidas que deben tener continuidad en los próximos cuatro años. Lo que planteamos no es una carta a los Reyes Magos, sino que lo hemos empezado a hacer. El crecimiento económico tiene que redistribuir el beneficio, tiene que mejorar la calidad del empleo, generar más ingresos públicos y más espacios de bienestar para la ciudadanía, ayudar a adaptar las empresas a una economía más sostenible y competitiva? Para que no triunfen las derechas, es importante también que Podemos no tenga un grave pinchazo para que pueda haber una política de colaboración.
¿Le preocupa Vox?
-Mucho, porque tengo una experiencia en la política y sé lo que significan el discurso y las propuestas de Vox, que contaminan al PP y en parte, a C’s. Esa vuelta atrás en pensiones, el salari mínimo, el combate contra el cambio climático, el desarrollo del autogobierno, del papel de España en Europa y el mundo? La ciudadanía de Euskadi tiene parte de problemas comunes con la de Murcia o la de Bruselas. Son problemas de la globalización, y el Gobierno que salga tendrá un papel importante a la hora de cambiar la orientación de las políticas de la Comisión Europea y el Consejo Europeo para fortalecer Europa. Ante este panorama, Vox no plantea respuestas, sino fórmulas superadas y desfasadas. En esa competencia de las derechas, Casado, Abascal y Rivera son tres alumnos aventajados de la FAES. Es como si el señor Aznar tuviera los muñecos y manejara sus hilos en el escenario. Es muy preocupante y obedece a una pandemia europea. Me temo que viene para quedarse si no hacemos algo.
¿Están ustedes y Unidas Podemos condenados a entenderse?
-La relación entre Unidas Podemos y el PSOE tiene que cambiar respecto a lo que sucedió en las últimas generales y municipales. Tenemos que pasar a una política de colaboración activa, claramente a nivel de ayuntamientos y CCAA, para construir gobiernos de coalición. A nivel local al menos no es suficiente decir que como has sacado más votos que yo, te apoyo para que gobiernes. Como los resultados no serán de mayoría absoluta casi en ningún lado, hará falta empezar a ensayar gobiernos de coalición con programas de gobierno. Muchos políticos de Euskadi tenemos experiencia importante en esto. Debemos pasar a una colaboración efectiva, no solo un entendimiento programático. De cara a las generales no sé qué puede significar, porque para avanzar en esa colaboración quitando resquemores suele ser mejor empezar desde lo local y autonómico. A nivel de Gobierno de España habrá que analizar si puede funcionar. Dependerá mucho de la aritmética.
¿Existe el riesgo de que se repita la revuelta de 2016 de algunos barones partidarios de pactar con C’s?
-No lo veo. En la dirección de Ferraz, en este nuevo PSOE, no veo ese riesgo. Habrá que ver qué pasa el 28 de abril, pero también en las locales y autonómicas, más allá de que pudiera darse el caso especial de que algún líder socialista el 26-M no sumara con Podemos. Llegado el caso se vería. Desde hace ya tiempo, casi dos años, se ve la deriva a la derecha de C’s y ni hay coincidencia, ni talante ni simpatía entre PSOE y C’s, ni entre Pedro Sánchez y Albert Rivera. En las últimas semanas estamos sometidos a cierto bombardeo de acusación -que no deja de ser especulación- de partidos interesados en crear esa duda, como Podemos, el PNV o ERC. No solo no hay voluntad por nuestra parte ni por la de ellos -aunque son muy veletas-, sino que no se da ninguna condición objetiva para que eso fuera posible. Cualquier acuerdo o pacto de entendimiento con otra fuerza debe pasar por una consulta en urna en las casas del pueblo del PSOE. Es de consulta obligada, como realiza desde hace años el SPD alemán.
Si el 65% de los catalanes apoya la independencia, ¿la democracia debe encontrar un mecanismo para encauzarlo, como dijo Iceta?
-A veces, las teorizaciones y reflexiones sobre escenarios políticos de futuro son muy peligrosas, porque te llevan a meterte en unos jardines de los cuales no sabes cómo salir. En primavera todos somos propensos a meternos en jardines. En este caso, fue una reflexión teórica desde mi punto de vista innecesaria e inconveniente por las razones que se han apuntado. Los socialistas no necesitamos dar alguna supuesta munición a la derecha y a la extrema derecha. Los socialistas debemos pensar que podemos revertir con talante político, diálogo y propuestas para intentar cambiar la correlación de fuerzas, lo que exige una posición propia, clara, transparente, que se entienda, una propuesta que tiene que tener apoyo en una reforma democrática de la Constitución, con la consideración con todas las consecuencias de lo que significa una España plural, de la que forman parte distintas nacionalidades y regiones, tal y como recogen diversos estatutos de autonomía.
¿Cómo?
-Hablando de ello con tranquilidad y cuando corresponda podremos darle la vuelta a la crisis constitucional que se abrió en Cataluña. Cuando uno ve el Brexit, lo terrible que es abrir expectativas, muchas falsas, y se ve que te lleva a un callejón sin salida en que la gente en parte se arrepiente de lo votado, te hace ser prudente.
¿Ve factible en cuatro años el cumplimiento íntegro del Estatuto de Gernika cuando 40 años después aún no se ha cumplido?
-Dejando un poco en el aire el tema de la Seguridad Social, que ojalá se llegara a un acuerdo con esa transferencia, sí. Si hay voluntad política y estabilidad en el Gobierno, que le permita dedicarle tiempo e ir haciendo los deberes, y que quien esté en el Gobierno Vasco adopte una posición flexible para hacer posibles esas transferencias, sí. Las transferencias no son automáticas. Hay mucho trabajo en la Comisión Bilateral. Nosotros nunca hemos sido de los que hemos estado intentando colgarnos una medalla más o menos. Eso es propio del PNV, fundamentalmente. Me pareció absolutamente inadecuado que el PNV pusiera sobre la mesa días antes de la última votación de los decretos sociales la condición de una transferencia de una competencia, de cierta disposición de Pedro Sánchez y que de todo esto dependiera votar los decretos importantes. Eso de mejoras sociales por una transferencia no lo comparto. Esa política, ese mercadeo, que se entiende en política pero no deja de ser un mercadeo, se puede producir con el PSOE gobernando como con el PP, que se ha producido. En Euskadi, la clave del voto no ha de ser local.
¿Por qué?
-Ha de votarse conscientes de que la clave está en los problemas globales que afectan a Euskadi, a España, a Europa y al mundo. Esos debates deben obtener respuesta desde Moncloa. El debate de las transferencias es importante, pero también las otras cuestiones. Ahí creo que la única opción y el voto útil en Euskadi para garantizar que no ganen las derechas y que esos problemas globales se van resolviendo es el PSOE.