Un día en el Congreso, confundido, me metí en una sala creyendo que era la que me tocaba, pero no era así, porque se trataba de una sesión de la Junta Electoral Central (JEC), llena de doctos señorones, con pinta de guerreros de la hispanidad y defensores de las esencias. Me dijeron que estaban sesionando. ”De ahí -pensé- no puede salir cosa buena”. Y así ha sido para Catalunya en estas elecciones a la que han obligado a quitar los lazos amarillos de los balcones y a TV3 prohibido mencionar el nefando nombre de “presos políticos del procés”.
Son pues muy suyos estos jabatos en lo que se refiere a la identidad hispana aunque tengan una manga anchísima y un embudo con un pitorrro muy estrecho en su escudo de armas en relación con lo que llaman “la periferia”. Entiéndase por tanto que Madrid es España y el resto la periferia. Nosotros, para ellos, somos la periferia. Una escoba vieja colgada tras la puerta.
Es importante señalar que el 28 de abril se eligen diputados y senadores, no un presidente del Gobierno central, sino a sus Cortes Generales y lo lógico es, en un estado democrático, que en sus televisiones públicas -en ETB se hace- todos los representantes de partidos en liza tengan derecho a que se les vea y tengan oportunidad de debatir con todos y todas sobre sus programas, mucho más si a los señorones de la JEC se les llena la boca con eso del Estado autonómico español gloria y prez de la humanidad. Repito. Aquí no se elige un presidente sino diputados y senadores y luego estos eligen un presidente o una presidenta, por lo que cada votito tiene una importancia capital salvo para la JEC. Y bien saben esto Casado, Rivera, Abascal e Iglesias que han tenido actos en Euzkadi el fin de semana, cuando las encuestas dicen que ni Vox ni Ciudadanos van a tener un solo diputado.
Mira por donde, aquí la ley no se cumple y no se cumple porque los mandamases de la campaña electoral del candidato Sánchez han decidido que no hay que hablar de territorialidad alguna, en sus 110 ofertas huyen de ella como Drácula de la luz, y cambian el eje de su oferta diciendo que hay que meter en el debate al portavoz de la caverna, que, de momento, no tiene asiento parlamentario, pero sirve muy bien de espantajo. Confiemos en que no vaya montado a caballo. Y, dicho y hecho, solo habrá un debate pero no en la televisión pública, sino en ese bricolaje de intereses varios llamado Atresmedia, para cabreo monumental de todos los trabajadores del ente RTVE y de todos los teóricos que creen que el PSOE debe favorecer lo público frente a lo privado. Y los señorones callados. No va con ellos poner la lupa en este abuso de posición dominante.
¿Y qué hacen los señorones tan solícitos ellos en relación con el lazo amarillo? Pues muy sencillo, avalar esta conducta antidemocrática que priva a una parte de la ciudadanía a su legítima representación en un debate en campaña sin trucos y para colmo, que se hable de los pobres periféricos y de la territorialidad, sin estar ellos. Es decir, que se hable de la ruptura de España sin que estén presentes los picapedreros de la operación como son los rojoseparatistas de uña en el rabo. Nada por aquí, nada por allá, España una y no cuarenta y una.
Me da que Casado se va al debate con el toro de Osborne, Rivera con el escudo del Real Madrid y Abascal con la foto de Franco y Doña Carmen Collares en la franela. Pero los nacionalistas, que con sus 5 votos propiciaron la caída de Rajoy, esos no tienen nada que decir. Calladitos están más guapos. En el fondo todo es un montaje para no darle a Casado la primacía de la derecha. Lo reconoció Luis Ábalos en Valencia al decir que ellos tienen derecho a establecer el formato y no lo que quiera el PP. Todo un socialista defensor de lo público.
Como se ve, un juego de trileros que eligen su mejor campo de actuación desconociendo que la ley del Ente Público obliga a todos a debatir con todos. Se eligen diputados y senadores y no presidente del Gobierno español. ¿O no?