Más de 80 años después de su fusilamiento, los restos de Miguel Vargas, burgalés que residió en Tolosa, reposan por fin de una forma digna y cerca de sus familiares. Ello ha sido posible gracias al empeño de los allegados de este guardia civil leal a la República, que removieron cielo y tierra para dar con su paradero, y al programa de ADN impulsado el año pasado por el Instituto Gogora, en colaboración con la UPV/EHU, para identificar a los desaparecidos en la Guerra Civil. Miguel Vargas es el primer identificado como resultado de esta iniciativa, y por este motivo sus restos fueron inhumados ayer en el Columbario de la Dignidad de Elgoibar con la presencia de sus seres queridos y de una importante delegación institucional, encabezada por el lehendakari, Iñigo Urkullu.

Miguel Vargas Arnaiz trabajó durante muchos años como Guardia Civil en Tolosa. Con el tiempo, decidió volver a su localidad natal de San Millán de Lara, en Burgos, donde fue detenido el 23 de septiembre de 1936. Cuatro días después, fue fusilado junto a otras cuatro personas. La Sociedad de Ciencias Aranzadi, presidida por Paco Etxeberria, recuperó sus restos en 2009 en la fosa Picón de Valdeabejas de Rabanera del Pinar, junto a los de otros cuatro individuos. Los años pasaron y los familiares de Vargas, que en la actualidad residen en diferentes puntos de Gipuzkoa, iniciaron una investigación histórica para conocer su paradero. En 2017 se pusieron en contacto con Gogora con la sospecha de que uno de los restos exhumados en Rabanera del Pinar podría ser el que buscaban. Para certificarlo, se tomó la correspondiente muestra de ADN, que una vez cotejada permitió culminar la identificación, la primera tras la puesta en marcha del programa compartido por Gogora y la UPV/EHU. Gogora cuenta actualmente con un banco de ADN con 225 muestras que están a la espera de dar lugar a más identificaciones de desaparecidos.

Desde ayer, los restos de Miguel Vargas descansan en el Columbario de la Dignidad de Elgoibar junto a otras 51 personas. El acto, cargado de simbolismo, comenzó con un aurresku de honor, tras lo que intervinieron el reputado antropólogo forense Paco Etxeberria y Cristian Echeverría, bisnieto del homenajeado. Éste recordó que, una semana después de su asesinato, sufrió un expediente de incautación de todos sus bienes. El lehendakari y el secretario general de Convivencia, Derechos Humanos y Cooperación, Jonan Fernández, entregaron los restos a dos familiares que procedieron a su inhumación en uno de los nichos del Columbario. El acto concluyó con una ofrenda floral de los presentes, entre los que estaban la directora del Instituto Gogora, Ain-tzane Ezenarro, la alcaldesa de Elgoibar, Ane Beitia, y el secretario general de la Presidencia de Castilla y León, José Manuel Herrero.

Recogida de muestras Desde que el Gobierno Vasco empezó a trabajar en 2002 en la búsqueda e identificación de desaparecidos durante la Guerra Civil, se han exhumado un total de 44 fosas y se han recuperado los restos de 118 personas. Hasta la fecha se han entregado a sus familias los restos de 26 asesinados. De los 52 que reposan en el Columbario de la Dignidad de Elgoibar, siete están identificados. Además, hay otras 41 personas cuyos restos descansan en los cementerios de los ayuntamientos en los que se localizaron las fosas. El 24 de marzo de 2017, Gogora y la UPV/EHU presentaron una campaña de recogida de muestras de ADN de personas que han perdido algún familiar en la Guerra Civil, de cara a ser cotejados en las exhumaciones.

Visita a las tumbas de dos asesinados por ETA. El Columbario de la Dignidad, que acogió ayer la inhumación de los restos de Miguel Vargas, está al lado del cementerio de Elgoibar. El lehendakari, Iñigo Urkullu, aprovechó esta coyuntura para visitar las tumbas de dos víctimas del terrorismo. Se trata del procurador de UCD Jaime Arrese, asesinado por los Comandos Autónomos Anticapitalistas en 1980, y del industrial Ángel Berazadi, el primer secuestrado al que ETA acabó matando, en abril de 1976.