de alguna manera, el conflicto de Catalunya ya se lo ha quitado de encima y lo tiene más o menos controlado -más menos que más- por los jueces, fiscales y demás poderes fácticos. Ahora, a Mariano Rajoy le toca bregar solo, a cuerpo limpio. Y si Puigdemont venía siendo el malo cada vez más inofensivo mientras permanecía preso, él, Mariano, es el débil, el pringao que carece de la mayoría suficiente para aprobar sus Presupuestos. Desfallecido tras los interminables casos de corrupción que han llevado a los tribunales a una caterva de dirigentes de su partido, tiene que enfrentarse ahora con la congoja de sacar adelante sus Cuentas en minoría y con el aliento de Ciudadanos soplándole el cogote. No le quedan más salidas que negociar de verdad o, como es atávico en la Celtiberia, hacer trampas. Y Mariano, para qué complicarse la vida, prefiere hacer trampas y optar por el trile: adivina dónde está la bolita, que te voy a presentar unos Presupuestos que no vas a poder rechazar.

El problema para el trilero Rajoy es que le ha salido un competidor en la golfería, muy esmerado, por cierto. De auténtica novela picaresca fue la comparecencia de Albert Rivera, encaramado a la ola de las encuestas, convencido de desplazar de la calle del Sierpes al viejo trilero Mariano y quedarse él con la exclusiva de los cubos y la bolita. Hace falta cara dura para dejar medio cerrado el trato de los Presupuestos con el PP y echar a correr ante la prensa previamente convocada a vender la burra: “Han cedido a nuestras condiciones” y hay ya Presupuestos. Primer codazo al viejo. “Doy por hecho el apoyo del PNV. Solo faltaría que Rajoy no lo tuviera atado. A nadie se le ocurriría dar el cuponazo sin tener cerrados los Presupuestos”. Otro zasca al viejo. Y, de paso, berrear su obsesiva aversión al PNV echando mano de la consigna cuponazo, mantra supuestamente ingenioso que algún creativo le regaló como máximo argumento contra el Concierto Económico. El vasco, claro, porque del Convenio navarro posiblemente no sabe ni que existe.

Ante tamaña osadía del timador advenedizo, va el ministro de Hacienda, otro veterano trilero, Cristóbal Montoro, convoca a su vez a la prensa cuando aún resuenan los ecos triunfales de Rivera y le para los pies. ¿A dónde vas, desgraciao? Vete recogiendo los cubiletes, la bolita y la mesa plegable, que no has dado una. Espabila, chaval: el techo de gasto no va a ser superior al de 2016, sino todo lo contrario, las pensiones no van a subir el 2% sino el 3%, que no te enteras. Y ya, metidos en gastos, el Rinconete decano apabulla al Cortadillo intruso repartiendo premios: habrá rebajas en el IRPF, subidas de sueldo a los funcionarios, reducción del IVA en espectáculos y deportes? ¿Quién da más?

Una vez sacado de la plaza del trile el advenedizo, Mariano Rajoy y su partido, o sea, sus compinches de gremio, se van de pesca por si pica ese PNV empecinado en no jugar mientras se mantenga el 155 en Catalunya. ¡Premio! Los Presupuestos contemplan la inversión en Euskadi un 32% superior al ejercicio anterior. ¿Cómo va a renunciar el PNV a esos 509 millones que le van a caer si adivina dónde está la bolita? “¡Toma cuponazo!”, aprovechará el emergente naranja. Claro, lo que no dice el trilero mayor es que esa cantidad incluye fundamentalmente las cantidades de las inversiones para infraestructuras acordadas en los Presupuestos de 2017, que los nacionalistas apoyaron y que aún no han sido ejecutadas. Por cierto, en el más cutre estilo trilero, se castiga al Gobierno del cambio en Nafarroa, que ni le gusta ni le dará votos, reduciéndole en casi un 30% la inversión del Estado en la Comunidad Foral. Semejante menosprecio a los navarros, no obstante, sabe que no le privará del voto favorable de UPN, otro nido de pillos a los que sólo importa Nafarroa cuando la mangonean y que ahora se hacen los ofendidos y amenazan, con la boca pequeña, con no apoyar los Presupuestos. Ya perdida la vergüenza, los de Mariano proponen al PSOE que echen una mano así, al tresbolillo, cinco o seis votos anónimos dispuestos a coleguear en el juego de la bolita. Total, ya se sabe que entre pillos todo vale.

En esto de la trampa, no puede negarse que el PP es licenciado y veterano en golfería. Pero que ande con ojo, que el alumno aventajado va a superar al maestro. Albert Rivera, pícaro con aspiraciones a bachiller del timo, alternativa demoscópica, está resultando un fullero insolente, con el cinismo del matasiete que es capaz de engañar a todos, incluso a sí mismo, apoyando unas Cuentas que ni de lejos cumplen los compromisos que él mismo exigió para su apoyo, que prefiere desgastar a Cifuentes y mantenerla como presidenta de Madrid pasando por alto el camelo de su máster que no existió.

Es lo que hay, lo que nos espera. Un mamoneo de la derecha más extrema de ayer y de hoy, liderada por auténticos especialistas del trile que compiten entre sí por el monopolio de los cubiletes y la bolita.