ha sido una ocurrencia que ha corrido como la pólvora por internet. El neologismo Tabarnia, surgido de unir Tarragona y Barcelona, es la palabra estrella de la semana. La plataforma Barcelona is not Catalonya, se desconoce si real o inventada, está detrás de una surrealista reclamación que ha tenido su eco en el debate político del procés. Propugna otra palabra de nuevo cuño, el Tabarnexit, que propone que ambas provincias que votaron en clave constitucionalista el 21-D se desgajen de las soberanistas Lleida y Girona. Catalunya se partiría así en tres tras un referéndum a celebrar en octubre de 2018: Val d’Aran mantendría su estatus como enclave autónomo o se integraría en Aragón; la República Catalana independiente se establecería en la franja interior y, por último, surgiría la comunidad autónoma afín a España de Tabarnia.

El concepto Tabarnia no es nuevo. Viene gestándose desde hace cinco años, cuando algunos ciudadanos unieron fuerzas con el objetivo de defender un mejor trato de la Generalitat a la franja costera de Tarragona y Barcelona. La asamblea constituyente del grupo se hizo en 2012, según datos de su web, año en el que algunos de sus miembros se marcharon a Sociedad Civil Catalana. Otras fuentes, por el contrario, apuntan que su nacimiento se debió a Forocoches, la fábrica de troleos en Internet por antonomasia. Sea como fuere, el paulatino incremento de las pulsiones soberanistas motivó un cambio de planes del colectivo, que inicialmente se denominaba Plataforma per l’Autonomia de Barcelona. Mutó a posiciones de tintes unionistas para reclamar que “se corte de raíz toda amenaza de separación con el resto de España”. El lema Espanya ens roba -España nos roba ha sido sustitudo en este caso por Catalunya nos roba. Los resultados del 21-D han sacado la reclamación del ostracismo, hasta el punto de que las redes sociales han bullido de actividad. A medio caballo entre el humor y la política, Tabarnia ha estado en boca de altos cargos de partidos constitucionalistas como Ciudadanos o el PSOE, que no han dudado en subirse al carro y advertir de que el asunto tan solo refleja las “debilidades” del soberanismo.

La página web de la plataforma es el lugar donde exponen sin cortapisas su ideario. También ha salido a la luz en una entrevista concedida por la presidenta, Carla Arrufat, a elmagacin.com. “Sinceramente, prefiero una Barcelona fuera de Catalunya a una Barcelona fuera de España”, afirmaba de modo gráfico. Arrufat cargaba las tintas contra un Govern al que acusaba de financiar a Òmnium y la Assemblea Nacional Catalana (ANC), que son “organizaciones xenófobas”. Otra perla fue asegurar que en un futuro no habría problemas en la convivencia entre los habitantes de Tabarnia y la República Catalana. “Ellos seguirán viniendo al Camp Nou o al estadio Cornellà-El Prat y nosotros seguiremos yendo a esquiar al Pirineo? Con normalidad”. E, incluso, ofrecía argumentos históricos, ya que la única manera de que Barcelona y Tarragona se aislaran de la independencia es que “recuperen una autonomía que, de alguna manera, ya tuvieron en el pasado (con el condado de Barcelona), y formen un nuevo territorio autónomo en la forma jurídica de comunidad autónoma dentro de España”.

La plataforma abunda en sus tesis al exponer que “existe una Catalunya rural, mayoritariamente independentista, basada en una economía local, obsesionada con la identidad y hostil a la lengua castellana, y de otro lado una Catalunya cosmopolita, orgullosamente bilingüe, urbanita, multicultural e intensamente conectada con el resto de España y Europa”. C’s se hizo con las comarcas de Tarragona y Barcelona, con porcentajes del 35% y 36%. También triunfó en el cinturón industrial de la capital catalana que conforman Baix Llobregat, Vallès Occidental y Vallès Oriental.

Si bien muchos partidos no han dado ninguna credibilidad a la iniciativa, algunos han echado mano de la “ocurrencia”, que hasta la fecha habría recabado “648.000 menciones en Twitter y 400.000 entradas en Google”, según sus promotores. Es el caso de Ciudadanos, cuyos líderes estatal y catalana, Albert Rivera e Inés Arrimadas, afirmaron que “pone al independentismo ante el espejo de sus propias contradicciones y de la fragilidad de sus argumentos”. La iniciativa fue también secundada por el presidente de Vox, Santiago Abascal, o Societat Civil Catalana. El independentismo habló por boca de Gabriel Rufián (ERC) y su habitual tono jocoso. “Tabarnia una, grande y libre”, escribió en Twitter.

¿álava, antecedente? Aunque con tintes menos surrealistas, no es esta la primera vez en la que un territorio aspira a romper amarras con su comunidad autónoma. Es el ejemplo de Álava, que en 2003 amenazó al resto de la CAV con no seguir la senda trazada por el Plan Ibarretxe. Fue en octubre de ese año cuando las Juntas Generales, con mayoría del PP y el PSE, aprobaron un acuerdo que reclamó liberar a sus ciudadanos del compromiso del Nuevo Estatuto. No era la primera vez que se pronunciaban en esos términos. En la memoria quedan algunos argumentos de la extinta Unidad Alavesa -los alaveses pagan más impuestos, la imposición del euskera o la negativa a que Bizkaia utilizara las aguas del Territorio Histórico para abastecerse, por ejemplo- que se asemejan bastante a los de los creadores Tabarnia.

El emblema de Tabarnia enlaza las banderas de Barcelona y Tarragona en una sola. En conjunto, y según cifras de ‘Barcelona is not Catalonia’, agruparían a 6,1 millones de habitantes en una superficie de más de 5.400 kilómetros cuadrados y un Producto Interior Bruto (PIB) de 28.673 euros.

“Si el voto de los catalanes valiera lo mismo, el separatismo sería minoría en el Parlament”, según los impulsores de Tabarnia, que calculan que los soberanistas obtendrían 20 representantes menos. Sacar un escaño en Barcelona equivale a 48.521 votos, mientras que en Lleida bastan 20.915.

A imagen y semejanza del ‘Espanya ens roba -España nos roba-’ de los soberanistas, inciden en el agravio de la administración catalana a Barcelona y su zona metropolitana. Aportaría “el 87% de los ingresos de la Generalitat, pero solo recibe el 59% de inversión”. Además, apuntan que “Cataluña roba 164 millones a Barcelona para subvencionar el independentismo”.

Frente a una “Catalunya rural, mayoritariamente independentista, basada en una economía local, obsesionada con la identidad y hostil a la lengua castellana”, Tabarnia representaría una región “cosmopolita, orgullosamente bilingüe, urbanita, multicultural y conectada a España y Europa”.

Aunque surgido años atrás, ‘Barcelona is not Catalonia’ resurgió tras unos resultados del 21-D que reforzarían su teoría de que las zonas urbanas no son soberanistas. Ciudadanos venció en Tarragona y Barcelona, mientras en Girona y Lleida lo hizo Junts per Catalunya. Afirman, por último, que “el independentismo se quedó en un 25% de apoyo en los 18 municipios más poblados de Cataluña”.