- Aseguran que fue ERC quien tomó la decisión de no repetir la fórmula de las elecciones de hace dos años, las de 2015, cuando los republicanos acudieron a las urnas junto a la antigua Convergència bajo las siglas de Junts pel Sí (JxSí). ERC se veía ganadora en la lucha por la hegemonía soberanista, encabezaba todos los sondeos y, de hecho, hubo encuestas que le otorgaban hasta 40 parlamentarios, lo que convertía al partido republicano como triunfador no solo de la pugna entre las formaciones independentistas, sino de los comicios. Ayer mismo, antes de conocerse los resultados, Junqueras escribía en su cuenta de Twitter: “Como siempre, me pongo a disposición de Catalunya para dirigir un Govern fuerte y eficaz”, al tiempo que apostaba por construir una república al servicio de todo el mundo, como garantía de libertad, justicia y dignidad.
Sin embargo, a medida que transcurría la campaña, y con su principal líder, Oriol Junqueras, en prisión, las encuestas ya auguraban que a ERC le iba a salir un duro competidor en Ciudadanos. Así, en los últimos días desde la formación republicana variaron la estrategia y lo importante ya no era superar a la formación naranja, sino convertirse en la primera fuerza soberanista por delante de Junts per Catalunya (JxCAT) o, tal como se la denominó, la lista del president, la lista de Carles Puigdemont.
Así se puede entender el cruce de acusaciones entre Junqueras y Puigdemont en los últimos días, cuando el líder de ERC lanzó una dura acusación al cesado presidente instalado en Bruselas. De una forma velada y sin mencionar explícitamente a quien había sido su presidente en el Govern, Junqueras afirmó: “Estoy en prisión porque no me escondo y doy la cara”. La contestación llegó apenas un día después. “Yo tampoco me escondo y también doy la cara. Por eso estoy en Bruselas”, le respondió Puigdemont.
A menos de 48 horas de las elecciones, la confrontación estaba servida. Una confrontación entre las dos fuerzas básicas del soberanismo, en la que el perdedor ha sido ERC.
Falta de liderazgo ¿Dónde está la clave para analizar lo sucedido ayer? De entrada, ERC ha adolecido de falta de liderazgo. Con Oriol Junqueras en prisión, el líder de la formación republicana nombró a Marta Rovira como la gran baza del partido. “Será una gran presidenta de la Generalitat”, llegó a señalar. Sin embargo, el pobre papel exhibido por la número dos de ERC en el cara a cara con la candidata de C’s, Inés Arrimadas, hizo que se buscara otra figura. El elegido, una vez que salió de prisión, fue el cesado conseller de Justicia, Carles Mundó.
La apuesta tampoco funcionó, lo que llevó a que, aunque solo fuera a través de comunicados o cartas, Junqueras tuviera que volver a hacer campaña desde Estremera. Pero no es lo mismo hacer la campaña desde prisión que en la calle. Y aunque fuera a 1.300 kilómetros de Catalunya, Puigdemont, bien sea a través de las videoconferencias o de las entrevistas, un día sí y otro también, ha estado en una onda en la que no ha podido competir Junqueras.
Además, los votos que ha perdido la CUP han ido a parar en buena medida a JxCAT antes que ERC. Para los votantes de la formación antisistema, ha sido mucho más coherente la postura adoptada por Puigdemont, quien, por activa y por pasiva, ha defendido la legitimidad del Govern por él encabezado, aunque sea lejos, en Bruselas.
La secretaria general de ERC, Marta Rovira, se felicitó por los resultados porque, según señaló, “los ciudadanos de Catalunya han votado de forma mayoritaria por la independencia y la república”. Por su parte, el portavoz de ERC, Sergi Sabrià, afirmó que las elecciones eran “ilegítimas” porque fueron convocadas de forma “ilegal”, si bien la alta participación “legitima” los resultados. “ERC ha afrontado las elecciones en las peores condiciones, con su cabeza de lista en la cárcel, pero pese a ello con toda la esperanza, y celebramos que hoy se haya podido votar con normalidad, y que no hayan enviado las porras”, zanjó.