MADRID - Uno de los principales focos de interés en la jornada de ayer fue el regreso de Mohamed Aallaa a su casa en Ripoll después de que el juez lo dejara en libertad con ciertas medidas de seguridad y control. Aallaa es el dueño del Audi A3 con el que los yihadistas sembraron el pánico en el paseo de Cambrils, en un intento de replicar la matanza que habían perpetrado unas horas antes en La Rambla de Barcelona. En una escena de pesadilla, los atacantes abandonaron sus vehículos pertrechados con cuchillos y machetes, pero fueron abatidos a disparos por los Mossos. En ese ataque murió su hermano Said Aallaa. Ese mismo coche fue el que condujo Younes Abouyaaqoub, el autor material del atentado de La Rambla, en el viaje que los yihadistas realizaron a Francia unos días antes con un propósito que aún se desconoce. Además, a falta de confirmar totalmente los restos, se cree que otro hermano de Mohamed, Youssef, murió en la explosión del chalé de Alcanar, donde la célula guardaba su arsenal para perpetrar un atentado de mayores dimensiones en grandes monumentos como la Sagrada Familia. Sin embargo, el juez no vio indicios suficientes que acreditaran que Mohamed tuvo algo que ver en toda esta trama.
Su padre, Brahim Aallaa, rompió ayer el silencio para comparecer ante los medios de comunicación y asegurar que su hijo “no ha hecho nada” y que solo le dejó el coche a su hermano. En declaraciones en el portal de su casa tras llegar su hijo a Ripoll, aseguró que Mohamed se encontraba en la playa de Roses con su mujer y su hija mientras sucedía el atentado de Cambrils. Por lo tanto, tendría una coartada. Sobre Youssef, no obstante, dijo que hacía un mes que se movía mucho por Tarragona, lo que en principio cuadra con su implicación en los hechos y su muerte en Alcanar. También tomó la palabra el abogado de Mohamed, Jaume Caldés, quien trató de poner distancia entre su defendido y sus hermanos fallecidos al asegurar que su cliente está respondiendo con mucha frialdad a los sucesos, que no está de luto, y que le sorprende que sus hermanos estuvieran metidos en la célula. Mohamed no bajó a atender a los medios por consejo de su abogado.
Brahim Aallaa, por su parte, insistió en que su familia no sabe nada. “Han cogido a Mohamed también. Pero él no ha hecho nada”, dijo, para remarcar después que dejó el coche a su hermano para que, supuestamente, buscara un empleo. Según su relato, el jueves por la tarde fue la última vez que vio a otro de sus hijos, Said. Sobre su tercer hijo, Youssef, dijo que vivía fuera pero que era el que más frecuentaba la mezquita. Llevaba un mes y medio sin verlo en persona y solo hablaba con él por teléfono porque, según le contó, estaba trabajando. Brahim reiteró que él personalmente no iba a la mezquita, y que ninguno de los padres de los terroristas “sabían nada”. Ahora tiene “miedo a todo” y no vio ningún indicio de que alguien radicalizara a sus hijos.
Por otra parte, Jaume Caldés, abogado de oficio de Mohamed, declaró a TV3 lo mucho que le sorprendió que “había perdido a dos hermanos de golpe en 24 horas y no había luto, solo mucha frialdad”. Según su versión, al ser interrogado por Mossos sobre la muerte de sus hermanos, dijo: “Me sorprende y me extraña, no entiendo cómo mis hermanos han estado en esto”. Su actitud le sorprendió a él y a los interrogadores de los Mossos. “Tras dos o tres horas de interrogatorios le preguntaron: ¿pero tú eres consciente de por qué estamos aquí, de lo que ha pasado? Él se limitó a responder que lo había visto en las noticias”, concluyó.
La llegada de Mohamed Aallaa a Ripoll tras ser puesto en libertad condicional por la Audiencia Nacional no ha sido recibida de la misma manera por todos los vecinos del municipio. Algunos se mostraron preocupados “por aquello que pueda hacer a partir de ahora”, tal y como relató a Europa Press Rita Rifà, que ha regentado durante muchos años una tienda en Ripoll. La vecina aseguró que le cuesta mucho asimilar lo sucedido e insistió en que, si los familiares de los terroristas “no sabían nada, aún menos sabían los ciudadanos”. Según dijo, conocía a algunos de los terroristas fallecidos y le costará “mucho volver a confiar en la comunidad musulmana”.
Por otro lado, Mohamed Houli Chemlal, uno de los detenidos tras los ataques, reconoció ayer en su declaración ante el juez que, debido a que los explosivos no estaban secos, el grupo se encontraba a la espera de poder atentar contra monumentos e iglesias de Barcelona, como es la Sagrada Familia. Houli, en prisión incondicional, habría mencionado a la Sagrada Familia como uno de los monumentos más conocidos. También dijo que la célula se financiaba con los sueldos de dos de sus miembros, aunque no cuadra con las supuestas conexiones que se atribuyen a la célula con el Estado Islámico. - DNA