sevilla - El Congreso del PSOE andaluz ha dejado patente este fin de semana que Susana Díaz y Pedro Sánchez cerraron en falso su pelea por el liderazgo del partido pese al aparente armisticio que sellaron tras hacerse el actual secretario general con la dirección en aquel convulso proceso de primarias del pasado mayo. Los dos no se veían desde el pasado mes de junio con motivo del 39 congreso federal del partido, cuando mantuvieron una entrevista de menos de diez minutos. Ayer coincidieron los dos dirigentes socialistas en el acto de clausura del trece congreso regional del Partido Socialista andaluz y, aunque intentaron guardar las formas, no pudieron ocultar sus profundas discrepancias en torno al modelo territorial del Estado. Frente al esquema de la plurinacionalidad y la “nación de naciones” que proclama el sanchismo, la baronesa socialista le espetó que no le haga elegir entre la “lealtad” a Andalucía y a su partido.
Sánchez sabía que llegaba a territorio hostil. El sanchismo no tiene mucho predicamento en Andalucía, pese a que durante el congreso han intentado hacerse notar. Díaz controla todos los resortes del partido y las instituciones en la región, incluido la militancia socialista. Jugaba en casa y más aún después de revalidar el cargo de secretaria general y conseguir el apoyo del 91,1% para su Ejecutiva, en la que no ha incorporado a ningún sanchista, como tampoco en el comité director, máximo órgano entre congresos. Es una ejecutiva paritaria con 22 mujeres y 21 hombres.
Así que no desaprovechó la ocasión para saldar deudas con quien en las primarias del pasado 22 de mayo le arrebató el liderazgo del partido en el Estado. Lo hizo con trazo fino ni reproches gruesos, después de comprometer su apoyo para que haya un nuevo gobierno en España. A cambio le pidió lealtad para garantizar la igualdad territorial con Andalucía ante las voces cada vez más sonoras en el partido favorables a la plurinacionalidad e incluso al federalismo asimétrico. En este punto le advirtió de que, si se lleva al extremo su modelo de nación de naciones tendría que priorizar a los andaluces frente a su propio partido. “Vas a tener la lealtad de todos los socialistas andaluces y la mía, la primera. Sé que esa lealtad la vas a tener con Andalucía. Lo único que te pido como secretaria general de los socialistas y presidenta andaluza es que nunca me hagas elegir entre las dos lealtades”, dijo Díaz en medio de una ovación cerrada de los delegados del congreso. Algunos llegaron a advertir una insinuación de escisión en las palabras de la líder del socialismo andaluz.
Díaz arremetió contra quienes han acuñado la asimetría federal que, a su juicio, se traduce en desigualdad y contraviene la Constitución y explicó que “somos españoles no porque compartamos lengua, religión o cultura, lo somos porque compartimos ciudadanía, que es lo que nos hace hombres y mujeres libres, en una democracia cuya fortaleza es el derecho a vivir en libertad, esa es nuestra fortaleza”. También advirtió a Sánchez que con la Constitución española “lo que se consiguió para Andalucía lo fue para el resto de España, pues no pedía quitar competencias a las comunidades históricas, no quería ser menos que nadie pero tampoco más que nadie”.
Pedro Sánchez tomó la palabra tras la intervención de la baronesa andaluza. Le respondió que habla el mismo lenguaje de igualdad que ella y coincidió en que Andalucía sufre las consecuencias de la infrafinanciación autonómica. En tono conciliador, el secretario general del PSOE aseguró a la presidenta de la Junta de Andalucía que “Susana, tú y yo hablamos el mismo idioma, el de la igualdad”.
Sánchez se esforzó en su discurso en ofrecer coincidencias con el discurso Díaz, y recordó a la andaluza que tiene todo su apoyo y el del partido para ganar las elecciones en esta comunidad en 2019. “El socialismo andaluz nos ayudará a gobernar y ganar a la derecha española en toda España. Sumemos y seamos imparables en ese reto electoral”, le emplazó a la presidenta andaluza.
Hasta ahí las coincidencias. Los discursos empezaron a separarse cuando el líder del PSOE mantuvo el pulso territorial con Díaz al insistir en su idea del modelo de Estado basado en la “nación de naciones” y en que su propuesta defiende la apuesta por una España federal y solidaria, en la que esta garantizada la igualdad entre territorios y ciudadanos vivan donde vivan. Quiso dejar claro que los socialistas defienden “que España es una nación de naciones, que reconoce y ampara la diversidad territorial de todos sus pueblos, pero que también garantiza y asegura la igualdad social y económica de todos los ciudadanos, vivan donde vivan”.
Al igual que Díaz, Sánchez intentó guardar las formas y evitar una imagen de confrontación abierta. Sus discrepancias también salieron a la luz al referirse al papel de Podemos. Mientras que él apeló a la unidad de la izquierda para desalojar al Partido Popular de la Moncloa, ella fustigó a la formación morada por su alineamiento en el pasado con los populares en Andalucía. - DNA