barcelona - La cascada de ceses, dimisiones y relevos sigue fluyendo en la Generalitat. Puigdemont ha tratado de cortar esa sangría, que algunos la ligan a los temores surgidos entre los altos responsables de la administración catalana por los perjuicios que sufrirían si participan en la preparación del referéndum del 1-O, con la remodelación de su gabinete. Ayer se hizo efectiva la enésima baja. El secretario general de Cultura, Xavier Gibert, se marcha por “propia decisión personal” tan solo dos semanas después de que fuera nombrado.
Con la dimisión de Gibert, que será sustituida Maria Dolors Portús, la administración catalana ha visto como se le han agolpado una veintena de marchas voluntarias y forzadas durante los tres últimos meses, si bien la mayoría han repercutido en los altos cargos de consellerías. El portavoz del Govern liderado por Puigdemont, Jordi Turull, se vio ayer forzado a dar explicaciones sobre el último cambio de silla. El también conseller de Presidencia afirmó que cada homólogo suyo tiene la potestad de conformar su equipo y que el relevo de Gisbert fue acordado con el titular de Cultura, Lluís Puig.
Las modificaciones más profundas en el Ejecutivo catalán se dieron en la remodelación de su Consell Executiu -su órgano ejecutivo-, en el que hace dos semanas entraron Turull, Joaquim Forn (Interior) y Clara Ponsatí (Enseñanza). Estas tres consellerías de son estratégicas para que el referéndum llegue a buen puerto, especialmente en el caso de Forn, que controla a los Mossos d’Esquadra. Anteriormente, a comienzos de este mes, también fue sido destituido el titular de Empresa, Jordi Baiget, por la desconfianza mostrada en el procés. - I.F.