Se cumplen hoy, 21 de julio, 141 años de la aprobación de la ley española que abolía los fueros vascos, el histórico gran mazazo propinado al encaje de la “sigularidad” vasca en el Estado. Desde entonces -alguno dirá que antes- los vascos siguen buscando sin demasiado éxito -salvo el Estatuto, un buen pacto incumplido- concretar en toda su dimensión y encajar social, cultural, jurídica y políticamente esa “singularidad”.
Ayer, el secretario general del PSOE, Pedro Sánchez, visitó Euskadi con ocasión de la cita que él y la líder socialista vasca Idoia Mendia tuvieron con el lehendakari, Iñigo Urkullu, y el presidente del PNV, Andoni Ortuzar, con el asunto de la famosa e insondable “singularidad” como telón de fondo. Hay que reconocer que es sumamente novedoso escuchar por boca del líder de uno de los partidos españoles que son alternativa real de gobierno palabras y conceptos como los que maneja el renovado Sánchez. “Dentro de España hay una nación que se llama el País Vasco y, por tanto, reconocemos esa plurinacionalidad de nuestro país”, afirmó el dirigente del PSOE.
Nación, carácter nacional, plurinacionalidad, modelo territorial, euskera como patrimonio a defender y extender... son conceptos que, referidos a Euskadi y Catalunya, no se habían oído jamás de un aspirante socialista a presidente de Gobierno español. ¿Será Pedro Sánchez el gran estadista capaz de dar con la piedra filosofal -llamémosle “federalismo plurinacional” o “nación de naciones”- que acabe con los históricos conflictos vascos en la materia? De momento, ayer dejó dos voleas que permiten acudir a la prudente duda razonable. Primero, afirmó “preocuparle” la transferencia de la competencia a Euskadi de la Seguridad Social. Segundo, no aclaró si el PSOE votará a favor de la Ley Quinquenal del Cupo acordada por los gobiernos vasco -en el que se integran sus compañeros del PSE- y español y afirmó que antes de apoyarla los socialistas tienen que analizar y “destripar exactamente sus aspectos más técnicos”. Suena a mucho predicar “reconocimiento nacional” y poco dar trigo tangible.
Sánchez fue a Lehendakaritza a pedir expresamente a Urkullu y al PNV que caminen con él -o tras él- para abrir una reforma de la Constitución que incluya un nuevo modelo territorial en el que, se supone, se reconocería el carácter nacional de Euskadi. Tomando prestadas sus propias palabras sobre el Cupo, habría que “ver las tripas” de esa propuesta. Su concreción y su viabilidad. Una cosa es la música y otra, la letra. La reforma constitucional, además de un riesgo importante en tiempos de restricción de derechos y centralización galopante como los actuales, es hoy por hoy inviable dada la relación de fuerzas. El propio PSOE necesitaría, como mínimo, tener una posición co-mún, algo impensable de mo-mento. Hay que verle el cerebro a la cosa antes que las tripas.