Bilbao - La reacción del Pacto de Ajuria Enea al secuestro de Miguel Ángel Blanco, ¿fue una de sus mayores expresiones de unidad?

-No. No fue una muestra de unidad. Desde que el Partido Popular ganó las elecciones un año antes, en 1996, todo lo que no fuera imponer su propio criterio y su propia estrategia le solía estorbar. Por tanto, la impresión que los demás partidos y yo teníamos es que la Mesa de Ajuria Enea, aunque ellos digan que no, también les estaba estorbando.

La Mesa convocó una gran manifestación al día siguiente.

-Cada vez que había un acontecimiento de este tenor mi costumbre era convocar la Mesa de Ajuria Enea para manifestar una posición unitaria ante la sociedad, pero dentro ya tuvimos nuestras diferencias porque el PP quería imponer su criterio. Afortunadamente, todos fuimos muy civilizados y dimos una sensación de unidad porque eso era fundamental. Pero dentro las cosas no estaban tan unidas, el PP no estaba muy de acuerdo con los demás.

Los sucesos de esos días, ¿afectaron al futuro del Pacto?

-La Mesa ya venía teniendo dificultades a la hora de lograr actitudes y pronunciamientos unitarios. Lo que sí supimos en todo momento fue diferenciar la imagen de unidad que teníamos que dar como partidos ante un hecho tan dramático y los conflictos internos. Evidentemente, esos acontecimientos no afectaron en positivo al devenir de la Mesa de Ajuria Enea.

Usted vaticinó que el secuestro tendría consecuencias en el mundo de HB. ¿Finalmente fue así?

-Yo era muy consciente de lo que venía sucediendo en ese mundo desde hacía mucho tiempo. El primer atentado grave de ETA que empieza a tener una incidencia importante en el mundo de HB es el de Hipercor diez años antes. Es el que realmente marca un antes y un después en los comportamientos de ETA, en la sociedad vasca, y por supuesto en su propio mundo civil. Como consecuencia, empezó a haber deserciones en HB. Cada vez que había más atentados y secuestros, las aguas venían cada vez más revueltas. Cuando ocurre lo de Miguel Ángel Blanco, yo tengo la conciencia clara de que eso va a seguir trayendo división, conflicto o deserciones.

Una vez se consumó el asesinato, fue especialmente duro contra la izquierda abertzale y la acusó de ser cómplice y verdugo.

-Claro. Pero yo venía haciendo ese tipo de condenas al mundo de HB desde hace mucho tiempo, porque ya antes estaban produciéndose manifestaciones donde la gente gritaba: “ETA mátalos”. Y el mundo oficial de HB no tomaba actitudes claras frente a ese comportamiento. Por tanto, en ese momento aprovecho para ser rotundo y duro con HB. Porque en el fondo les estoy acusando de su complicidad con ese tipo de comportamientos derivada de su silencio, de su no condena.

¿Contribuyó también ese crimen al declive de la banda?

-Por supuesto. Es un hito más en ese proceso de final de ETA que, desgraciadamente, no llega hasta hace cinco o seis años. Después de lo de Miguel Ángel Blanco todavía hemos tenido que sufrir sangre, sudor y lágrimas por parte de todos.

¿Supuso el atentado contra Blanco un antes y un después en la expresión del rechazo a ETA?

-Da la impresión de que hasta entonces no había pasado nada, que había una especie de abatimiento o ignorancia total por parte de la sociedad vasca, y no es verdad. Para mí, lo que marca el inicio del proceso de rechazo a los comportamientos de ETA y de HB empieza mucho antes, en Hipercor, cuando se empieza a llamar a ETA por primera vez terrorista.

¿A qué atribuye ese cambio?

-El de Hipercor fue un atentado indiscriminado donde no murieron policías ni guardias civiles, sino civiles, hombres y mujeres mayores, muchos de ellos jubilados, niños que habían ido con ellos a hacer compras... A partir de ese momento se produce una convulsión enorme en la sociedad vasca. El vaso estaba ya muy lleno y lo de Blanco fue la gota que lo derramó. Pero esta sociedad estaba desde hacía mucho tiempo manifestando claramente en la calle su rechazo a ETA.

¿Y la manifestación del 12 de julio en Bilbao? ¿Fue un hito a la hora de expresar esa condena?

-La sociedad vasca nunca estuvo domesticada por ETA. Lo de Blanco fue tan duro porque fue un asesinato radiado durante 48 horas. Nuestra estrategia fue movilizar al máximo nivel al pueblo para que ETA se viera sin el argumento del pueblo. La sociedad se movilizó y ese fue el gran éxito de la manifestación. Claro que fue un gran hito, pero nunca un hecho moviliza de la noche a la mañana a la sociedad, esta ya venía movilizándose.