Bilbao - Decir que hoy se pone punto final a la crisis del PSOE es una quimera. Gane quien gane, es evidente que el partido está dividido por la mitad y con una muy complicada sutura. Lo que ocurra es culminación de ocho meses convulsos en los que se ha abierto una gran fractura interna entre los susanistas y los sanchistas.

Tras dos elecciones generales en las que el PSOE perdió fuelle, el 28 de septiembre del pasado año explotaba el partido con la dimisión de 17 miembros de la Ejecutiva de Sánchez. El máximo dirigente se negó a dimitir y planteó celebrar primarias en octubre y Congreso Extraordinario en noviembre. En un tumultuoso Comité Federal del 1 de octubre, Sánchez presentó su dimisión como secretario general. Un día después, se nombró la Gestora liderada por Javier Fernández.

La abstención del PSOE en la investidura de Rajoy marcó otro jalón en esta crisis. Sánchez renunció a su acta de diputado por no ir en contra del Comité Federal, pero tampoco podía abstenerse después de haber hecho del “no es no” su mantra.

La decisión de la Gestora de atrasar lo más posible las primarias no parece haber hecho mella en Sánchez, que ya en enero anunció su intención de estar en la carrera. Lo hizo después de Patxi López, quien fue el primero en apuntarse a la contienda. Susana Díaz fue la última en confirmar su aspiración de disputar el liderazgo del partido. Tras unas primarias muy descarnadas entre Sánchez y Díaz, llega la hora de la verdad. - J.N.