bilbao - Los empresarios vascos están barajando la idea de pedir un acto de memoria y desagravio por haber sufrido el azote de ETA. El planteamiento lo lanzó el presidente de la patronal Confebask, Roberto Larrañaga, en una entrevista hecha pública ayer por Europa Press Televisión, donde argumentó que el colectivo ha padecido asesinatos, secuestros, extorsión y amenazas.
La idea se encuentra aún en un estado muy embrionario y preliminar. Se trataría de organizar un acto con mayor solemnidad y más global que los recordatorios que se han venido celebrando en los últimos años de manera aislada para recordar a víctimas concretas que pertenecen a ese colectivo. El lehendakari Urkullu, por ejemplo, aprovechó una visita a la planta de Michelin en Gasteiz durante su 50º aniversario para poner en valor su resistencia pese a la “crueldad del terrorismo”, en alusión al secuestro de Luis Abaitua en 1979. En 2009, su antecesor, el socialista Patxi López, mostró su apoyo a los directivos en general tras el homenaje que la patronal guipuzcoana Adegi rindió al empresario Inaxio Uria. Ahora se trataría de organizar un acto con mayor alcance donde se visibilice el apoyo a los empresarios en su globalidad por el sufrimiento padecido. La idea se ha lanzado en un momento tan simbólico como el actual, en pleno desmantelamiento de ETA.
Los empresarios han sido objetivo habitual de la organización ahora desarmada. Por un lado, ETA trató de intimidar a directivos e ingenieros para detener por la fuerza infraestructuras con las que discrepaba, como el tren de alta velocidad, con el asesinato de Inaxio Uria; la autovía de Leitzaran, con frecuentes ataques de kale borroka y sabotajes contra las excavadoras, así como el envío de cartas bomba a técnicos, empresarios y cargos públicos; y la central nuclear de Lemoiz, con el asesinato del ingeniero José María Ryan en 1981. En ese último caso, la infraestructura sí terminó paralizada y se encontraba inmersa también en otros problemas de descrédito social y político. Por otro lado, ETA acudió a los empresarios en busca de financiación para mantener su estructura y atentar.
La petición del llamado impuesto revolucionario afectó a unas 10.000 personas, según el estudio realizado desde la Universidad de Deusto. Precisamente, los autores de Misivas del Terror han pedido un reconocimiento del daño causado a las víctimas de la extorsión, que han vivido en el ostracismo por temor a un mayor señalamiento en su entorno. Este tipo de amenaza cuenta además con ciertas singularidades, como que aquellos que decidían pagar se exponían a que cayera sobre ellos el peso del Código Penal por colaborar con ETA. Si no pagaban, quedaban a merced de la amenaza de la organización. La presión era máxima y a veces culminaba en el exilio del amenazado para poner tierra de por medio y dejar atrás la presión social que pudiera haber en los municipios más reducidos.
Larrañaga aseguró que los empresarios son un colectivo que “ha sufrido mucho con el terrorismo”, porque entre ellos hay personas “asesinadas, secuestradas y muchísimas que han sufrido la extorsión, que han tenido que dejar su domicilio y trasladarse a otras comunidades para poder vivir sin esas amenazas”. “Ha habido gente que se ha ido porque la presión era insoportable. Somos un colectivo que es posible que en algún momento reivindiquemos algún acto de memoria. No hablo de que te tengan que dar una palmada en la espalda; simplemente, decir que somos un colectivo que, como otros, ha sufrido mucho por la actividad de ETA”, añadió.
No pudo ofrecer más datos porque de momento no tiene “más que una idea”, aunque aventuró que sería “casi como un cierre” ahora que parece que “se toca al fin de los fines” de ETA. Sobre el desarme, opinó que es “un hito importante”, aunque “ha sido una pena que no se haya producido antes, porque habría evitado mayores sufrimientos y daños”. “La siguiente noticia esperemos que sea la de que ETA desaparezca definitivamente”, dijo.
autogobierno Larrañaga también se pronunció sobre el debate del autogobierno, que en otras latitudes como la catalana está provocando una intensa marejada entre los directivos y financieros. Por el contrario, ante la ponencia de autogobierno constituida en el Parlamento Vasco, el presidente de la patronal Confebask se mostró tranquilo y dijo que, “a corto plazo”, no sienten temor por una modificación del actual marco, aunque matizó no es un tema que se haya debatido en el seno de la patronal. Aun así, la posición de Larrañaga es que sería un error que el debate condujera a “los derroteros que se están tomando en Cataluña” porque le parecen “preocupantes”, pero no cree que en Euskadi los responsables políticos se estén planteando esa vía. “A corto plazo, no; más adelante, no me atrevo a decir”, zanjó.