bilbao - El PNV volvió a escenificar ayer su distancia con parte de la jerarquía eclesiástica que rige los designios de la Iglesia vasca. En esta ocasión, el motivo de desencuentro ha sido la presencia del sacerdote católico Mateo Zuppi en el desarme de ETA, un gesto que para los jeltzales no merece reproche, pero que provocó el desmarque absoluto del obispo de Donostia, José Ignacio Munilla. El prelado matizó que Zuppi acudió a título exclusivamente personal y no en representación de la Iglesia católica o del Vaticano. Preguntado ayer al respecto en una entrevista con Radio Euskadi, el presidente jeltzale, Andoni Ortuzar, aseguró sentirse “más cerca de Mateo Zuppi que de los obispos vascos” en su visión del desarme de ETA. Hasta ahí pudo leer. Su escueta respuesta abrió paso a unos intensos segundos en silencio. El entrevistador esperaba alguna acotación o precisión más por parte del jeltzale, que finalmente rompió el hielo otra vez mostrando su extrañeza por esos segundos de impasse.

Munilla no ha sido nunca santo de devoción para el PNV. Su nombramiento como obispo de Donostia en 2009 despertó los recelos del partido jeltzale y de su entonces presidente, Iñigo Urkullu, quien se preguntó si detrás de esa proclamación no se encontraría la mano de la iglesia española y un intento de cambiar el rumbo de la comunidad católica en Euskadi. Urkullu confió entonces en que Munilla no se despegara de la doctrina de la justicia social ni se alejara de las señas de identidad de la comunidad autónoma. El nombramiento también despertó las críticas de las comunidades de base católicas. Con el tiempo, las críticas han ido en aumento después de que Munilla asegurase que las políticas de género son la “metástasis del marxismo”, lo que también provocó la indignación del socialismo. La controversia del desarme surgió por la presencia de Zuppi. También estuvo el pastor Harold Good, pero en su caso no hubo polémica porque es un pastor metodista. Zuppi ya fue conocido por su mediación con ETA en 1995. Munilla matizó que acudió por su cuenta y riesgo al acto, solo en representación de sí mismo. También la oficina de prensa del Vaticano aseguró ayer que su presencia fue “a título personal”.

Ortuzar se mostró “perplejo” como creyente y como católico con esas afirmaciones. Además, recordó la vinculación de su partido con la comunidad de San Egidio, que participó en procesos de interlocución con ETA y que está realizando un trabajo que al PNV le parece encomiable respecto a los refugiados. “Tenemos la conciencia muy tranquila de lo que hemos hecho, tanto las instituciones vascas como los partidos y punto, no cuento más”, aseguró el jeltzale, que no quiso dar demasiados detalles sobre el desarme en esa pregunta ni en otras que se le plantearon en el transcurso de la entrevista. La comunidad de San Egidio emitió ayer un comunicado para aclarar que Zuppi acudió al acto como “testigo moral” y “conocido por haber participado en varios procesos internacionales de reconciliación”, al tiempo que puso en valor su papel.

Sobre el relato de la senadora francesa Fréderique Espagnac, quien dijo que el Gobierno galo fue el primero en tomar una decisión política, Ortuzar aseguró que está “un poco novelado” porque no habría habido desarme si España hubiera dicho que no, y lo atribuyó a la campaña electoral de las presidenciales.