El informe de Amnistía Internacional Afrontar el pasado para construir el futuro: verdad, justicia y reparación en el contexto del País Vasco ha llegado al mismo tiempo que varias decisiones que ayudan a clarificar la situación sobre los presos. Tanto la sentencia del Tribunal Europeo de Derechos Humanos sobre el alejamiento de tres presos en Francia como la decisión de conceder el segundo grado a Sara Majarenas para que pueda vivir en un piso tutelado junto a su hija Izar.

Advierte AI que “según estándares internacionales, los presos y presas tienen derecho a cumplir su condena en una prisión cercana a su residencia habitual siempre y cuando soliciten el traslado de forma individual y sea posible”. Ojo al tipo de solicitud, personalizada, porque esa es una de las claves para que se pueda avanzar en esta materia. Pero la organización, al aludir a esos estándares, hace referencia expresa al Tribunal Europeo de DD.HH., el mismo que acaba de desestimar la petición de los tres reclusos de ETA.

Atención al fallo del Tribunal porque da muchas pistas incluso sin entrar al fondo de la cuestión. Dice, por ejemplo, que la demanda está mal fundamentada (tomen nota los abogados) y añade que ninguno de los reclusos pidieron de manera personalizada previamente el acercamiento (tomen nota los presos). Ya hay pistas para que alguna de las 250 demandas que van a ir llegando puedan acabar con un fallo diferente al conocido esta semana.

Lo de la petición “personalizada” que recoge tanto la sentencia como el informe de AI no es un asunto menor. En realidad supone una desvinculación de ETA y, por consiguiente, cierta forma de renegar del pasado. No hay colectivo, sino muchos presos en situación parecida. Es exactamente lo contrario a lo que proponen quienes aún siguen pensando en el concepto de la “amnistía” como solución a la situación penitenciaria de estas personas.

También “personalizada” es la petición que Sara Majarenas realizó para poder seguir viviendo con su hija Izar cuando esta acaba de cumplir los tres años, la edad en la que deben abandonar la prisión los menores que viven con su madre. Pero hay más: la presa admite el daño causado, se desvincula de ETA y avanza que trabajará en la reparación del daño causado. Impecable. Esa es la vía, al margen de la excepcionalidad del caso que hacía urgente la adopción de la medida, el acceso a segundo grado, que les permitirá vivir juntas en un piso tutelado en Madrid. Ahora, con ese breve texto de Majarenas en la mano hay que seguir trabajando por el tercer grado.

Si los presos y sus abogados querían pistas sobre por dónde puede ir el cambio de estatus de los presos, esta ha sido una buena semana para tomar nota y huir de maximalismos. De lo injusto del alejamiento, no hace falta insistir porque es evidente y ya está denunciado. Ahora, lo importante, es avanzar en las soluciones.