madrid - El secretario general de Podemos, Pablo Iglesias, se marcó ayer un tanto ante su secretario político, Iñigo Errejón, en la partida que ambos mantienen de cara al congreso de refundación de la formación morada de Vistalegre del próximo febrero. Sus reglas de juego de cara al decisivo cónclave que dilucidará qué camino estratégico y organizativo toma el partido para consolidar su oferta política fueron las más votadas por las bases. Su pírrica victoria por apenas 2.400 votos de un total de los 99.077 emitidos por la militancia, sin embargo, auguran que todavía resta mucho partido que jugar durante los dos meses próximos, especialmente en lo que respecta a la batalla ideológica del cónclave. Los anticapitalistas, el tercer sector que ayer cosechó un 10% de apoyos con más de 10.000 adhesiones, podría inclinar la balanza a uno u otro bando.

En la asamblea extraordinaria para rebautizar Podemos se votarán conjuntamente los documentos político y organizativo y la lista de candidatos a la dirección, tal y como Iglesias deseaba frente a un Errejón que abogaba por separarlos. La ligera ventaja lograda ayer por el máximo mandatario de Podemos, empero, da alas a un sector errejonista que cosecha un 39% de votos de la militancia frente a un 41% de los fieles pablistas que contaban con el sustento de las caras más conocidas de la cúpula directiva y la mayoría de los responsables territoriales. Con semejantes antecedentes y una vez solventado el sistema de votación de Vistalegre II -el bautizado como DesBorda ideado por encargo del líder a su secretario de Organización, Pablo Echenique, y que funciona de forma similar a las votaciones de Eurovisión- Iglesias volvió a lanzar proclamas en favor de la unidad. Su liderazgo no ha sido puesto en cuestión pero su ideario ideológico no concita tanta adhesión. “No hay vencedores ni vencidos. Todas las propuestas eran buenas y ha ganado Podemos”, tecleó en su primera reacción, que después profundizó aludiendo al entendimiento entre corrientes que los militantes están “pidiendo a voces”. El líder asumió su responsabilidad de tratar de buscar acuerdos.

Un mensaje parecido, en cuanto a terminología y espíritu, lanzó Echenique sobre una votación que dirimía asuntos técnicos y en la que no habría existido “división”. “Lo que nos ha dicho la gente en esta votación es que hay una enorme pluralidad en Podemos y que nos tenemos que hacer cargo de esa pluralidad”, refrendó para después avanzar la posibilidad de que los tres sectores mayoritarios puedan tejer alianzas para conformar una mayoría que calme las posibles aguas revueltas en torno a Vistalegre II. No en vano, lo cierto es que Iglesias no alcanzó ni de lejos el sustento a sus tesis cosechado en anteriores consultas, que jamás ha bajado del 80%. Existen “dos proyectos equilibrados y complementarios” que deben “entenderse”, apostilló después Errejón, que deben de salir de la lógica del “todo o nada”. Satisfecho por el resultado obtenido -aunque la comparecencia alimentó la rumorología por retrasarse por problemas técnicos-, el número dos confió en lograr empastar todas las sensibilidades.

Con dos meses por delante, el congreso refundacional Vistalegre II calibrará las posiciones de los tres sectores. Por lo pronto, el cofundador de Podemos Juan Carlos Monedero advirtió a los errejonistas -que guardaron un prudente silencio- que “es tiempo de llegar a acuerdos o de disputar liderazgos”. Sabido es que el periodo anterior al cónclave estará acompañado de profundos debates internos por la estructura organizativa y el rumbo político a tomar por la formación morada, pero de modo soterrado también se darán movimientos de acercamiento entre corrientes. Los anticapitalistas, que lograron meter en su saco uno de cada diez votos de la votación técnica, pueden adquirir así un papel protagonista en las maniobras que se darán. Miguel Urban, su líder, aseguró que “lo que nos toca es empezar a construir una propuesta para que se refleje ese Podemos del desborde, la pluralidad y la participación democrática e igualitaria que todos reclamamos”.