en momentos de incertidumbre política y flojera económica, los líderes europeos estrenarán el próximo año nueva sede en Bruselas. Se trata de un moderno edificio de 321 millones de euros denominado oficialmente Edificio Europa y popularmente conocido como el huevo. El apodo emana de la llamativa estructura ovalada y enclaustrada en un cubo de cristal donde, a partir de marzo de 2017, se reunirán los jefes de Estado y de Gobierno de la UE en las cumbres en las que debatirán sobre el brexit, la lucha antiterrorista, las crisis migratorias o la recuperación económica.

El edificio, abierto ayer al público, servirá también de centro de operaciones del Consejo Europeo, institución que representa a los veintiocho Estados miembros de la UE y, entre otras funciones menores, operará como claustro para las reuniones ministeriales, unas 70 cada año.

En el interior del Edificio Europa, en el corazón del barrio comunitario de Bruselas y frente a la sede de la Comisión Europea, el Berlaymont, se esconde una sala central con psicodélica moqueta y colorido techado en arco iris, firmado por el artista belga Georges Meurant, que pretende insuflar alegría a los políticos que gobiernan a más de 500 millones de europeos. El belga Philippe Samyn es el arquitecto principal de un edificio de 70.646 metros cuadrados concebido con la sensibilidad ecológica que desde Bruselas se le pide al siglo XXI. Sus 3.750 ventanas están fabricadas a partir de materiales reciclados recuperados en los veintiocho estados miembros de la UE, paneles solares recubren el tejado del Edificio Europa y un dispositivo sostenible recuperará el agua de la lluvia para su reutilización.

Incluirá un sistema para aclimatar el edificio respetando la eficiencia energética que preconizan las instituciones europeas, bombillas de bajo consumo y una estructura diseñada morfológicamente para limitar el uso de acero a un 30% de un inmueble tradicional. El diseño del Edificio Europa tuvo que adecuarse, además, a varias restricciones técnicas, como por ejemplo no ser demasiado pesado pues reposa sobre un túnel que funciona como arteria para la circulación rodada.

Aunque en el interior del Edificio Europa se comenzaron a celebrar reuniones técnicas ya el pasado noviembre, los líderes de la UE se concentrarán por primera vez en su interior el próximo mes de marzo, en la sala plenaria de la tercera planta y en torno a una mesa circular de madera. Las reuniones ministeriales comenzarán en enero y tendrán lugar en la séptima planta, mientras que la quinta altura incluye un auditorio con 330 asientos concebido para reuniones multilaterales, entre otras instalaciones.

El inmueble, no exento de críticas de quienes consideran que supone un elevado dispendio en una época de sobriedad presupuestaria, servirá de extensión del colindante Justus Lipsius, que se diseñó en los años ochenta, cuando la UE contaba solo con 12 Estados miembros. En los 227.278 metros cuadrados del Justus Lipsius, sede de las cumbres europeas en 2002 y conectado con el huevo por una pasarela aérea, se mantendrá el centro de prensa.

Con la ampliación a Veintiocho, sus instalaciones se fueron quedando pequeñas y por eso en 2004 se acordó levantar el nuevo cuartel general, que reposa parcialmente en el Residence Palace, un apartahotel de estilo art déco inaugurado en 1927 que los nazis ocuparon durante la Segunda Guerra Mundial y que actualmente alberga a buena parte de los medios de comunicación acreditados antes la UE.