madrid - La irrupción de la nueva política en España ha sido prolija en símbolos y gestos de carácter reivindicativo. Albert Rivera, presidente de uno de estos partidos de nuevo cuño, Ciudadanos, exhibió ayer en el Congreso sus propias “pancartas”. Pero en contraposición a las que, según su parecer, marcan el devenir diario de Podemos, las suyas reflejaban “los temas que preocupan a los españoles”. Así, durante su turno de intervención en la segunda jornada del debate de investidura de Mariano Rajoy, el líder de la formación naranja mostró al resto de parlamentarios varias facturas de unos libros de texto, un recibo de las cuotas abonadas por un autónomo y un escrito sobre el recorte a los servicios de dependencia.

De esta forma tan gráfica, Rivera marcó perfil propio en contraposición a Podemos, situando a Ciudadanos como una formación útil en la resolución de los problemas de los ciudadanos y alejada de la trinchera en la que se encuentran los dirigentes morados. Se aferró para ello al pacto de 150 medidas acordado con el PP de cara a apoyar la investidura de Rajoy, así como a la protesta convocada para rodear mañana el Congreso, que ha contado con el apoyo explícito de Pablo Iglesias. En este sentido, Rivera pidió a los dirigentes morados que no rodeen las instituciones y la democracia, y les recordó que el de Antonio Tejero en 1981 sí fue un golpe de Estado -señaló para ello los agujeros por los disparos en el techo del Congreso-, no la elección de un gobierno “legítimo” como el de Rajoy.

Por otro lado, el presidente de Ciudadanos se erigió en guardián del acuerdo suscrito con el PP, que defendió como transversal para la presente legislatura, y anunció que permanecerá vigilante de cara a garantizar su cumplimiento. En este sentido, advirtió de que el mayor responsable de lo que dure la legislatura será el propio Rajoy porque, si cumple las exigencias pactadas con Ciudadanos, “esto irá bien” porque tendrá mayoría. Pero a continuación añadió: “Si no cumple, esto puede durar muy poco”.

Pese a que su actitud respecto al presidente español en funciones y el PP no fue tan bronca como en el anterior pleno de investidura, Rivera sí admitió que el Ejecutivo de Rajoy no es el que Ciudadanos quería, ya que su primera opción era “un Gobierno nuevo y un presidente nuevo, limpios de corrupción”. En su réplica, el líder popular también mantuvo el guante blanco y agradeció a Ciudadanos el apoyo a su investidura; a continuación, advirtió a Rivera del “error” que supondría intentar “liquidar” en esta legislatura todas las reformas que su Ejecutivo ha puesto en marcha, aunque admitió que se puedan introducir “cambios razonables”.

Mirar por el retrovisor El dirigente de Ciudadanos también se refirió al PSOE, al que llamó a sumarse al diálogo y los acuerdos. Le recordó para ello que, de las 200 medidas que pactaron ambas formaciones cuando Pedro Sánchez se presentó a su propia sesión de investidura, 100 están contenidas en el actual acuerdo con el PP. Reclamó por tanto a los socialistas que “dejen de mirar por el retrovisor, por muy pesados que estén los de atrás”, en referencia a Podemos, y que “se sumen a esos acuerdos que firmamos”.

Albert Rivera, que fue pillado por las cámaras insultando a Pablo Iglesias cuando este se refería a él durante su discurso, subrayó que España comienza una nueva etapa en la que “se acabaron las mayorías”. Concluyó que Ciudadanos no quiere “ni inmovilismo ni populismo, queremos modernizar España”, por lo que “trabajando duro venceremos al populismo y con esperanza venceremos al miedo”.