MADRID - En una semana comienza la nueva ronda de consultas del rey Felipe con las formaciones políticas que, con toda probabilidad, desembocará en un nuevo intento de investidura de Mariano Rajoy. Esto obliga a la gestora del PSOE a despejar de una vez el dilema que ha llevado al partido al borde de la ruptura: terceras elecciones o abstención. Con la primera opción, los socialistas no se verían obligados a mancharse las manos y mantendrían la coherencia en el discurso, pero corren el riesgo de sufrir una debacle electoral y que el PP pueda gobernar cómodamente. La abstención tiene la ventaja de que provocaría un escenario insólito: un Ejecutivo débil y en clara minoría, con tan solo el respaldo de los 137 diputados populares. Todo apunta a que sea esta segunda postura la que salga del próximo Comité Federal, que se celebrará este fin de semana. Entre los dirigentes del PSOE va cobrando fuerza la idea de permitir gobernar a Rajoy, y después condicionar la legislatura buscando mayorías para tumbar leyes como la Lomce o la reforma laboral, o incluso estableciendo un Gobierno en la sombra.

Pero no solo en el PSOE se abre paso este discurso del control parlamentario a un nuevo Ejecutivo de Rajoy. También ayer Ciudadanos se expresó en la misma línea y se mostró esperanzado por la oportunidad de poner en marcha reformas “incluso en los casos que el PP no quisiera”. El dirigente madrileño Ignacio Aguado apostó por dar el pistoletazo de salida a la legislatura para ejercer de “oposición de control a un Gobierno que necesita un corsé” para comenzar a funcionar. “A día de hoy, el Gobierno del PP sería un mal menor pero necesario por encima de que haya unas terceras elecciones”, argumentó. La formación naranja promete realizar una labor “útil, constructiva y contundente” en el Congreso y se felicita por la posibilidad de atar en corto al ejecutivo tras “una mayoría de rodillo donde lo que han hecho ha sido legislar de espaldas a una parte importante de los españoles”. Aguado ve muy positivo que el próximo Ejecutivo esté controlado por una mayoría en la oposición y que tenga que rendir cuentas ante la Cámara Baja. “Se abre una oportunidad histórica en España para reformarla”, dijo.

En términos similares se han expresado en los últimos días algunos socialistas vascos como el ex ministro de Presidencia, Ramón Jaúregui, o el expresidente del PSE, Jesús Eguiguren, que defienden una abstención técnica para después comenzar a derogar las iniciativas más controvertidas aprobadas por el PP mediante su mayoría absoluta. Así, el PSOE podría tumbar leyes con las que se ha mostrado en claro desacuerdo como la reforma laboral de 2012, la propuesta educativa de Wert o la ley mordaza. Para ello, contaría con el apoyo de Podemos y los grupos nacionalistas, con los que suma la mayoría absoluta necesaria para modificar una norma de rango orgánico. El primer ejemplo de una labor conjunta de estas formaciones ya se dio la semana pasada, cuando presentaron un escrito en defensa del aumento de las pensiones en función de la inflación. Este consenso podría repetirse durante la legislatura, lo que supondría una constante amenaza para un Ejecutivo en minoría de Mariano Rajoy. En principio Ciudadanos no está dispuesto a respaldar esas derogaciones, pero sí podría coincidir con los socialistas y con Podemos en formar comisiones de investigación y forzar comparecencias por casos de corrupción.

En cambio, se antoja más difícil un Gobierno en la sombra que consiga forzar al PP, mediante la votación en el Congreso, a aplicar nuevas leyes elaboradas por la oposición. Esto requeriría un gran consenso entre los grupos parlamentarios y, además, Rajoy podría demorar durante largo plazo la puesta en marcha de esas normas. Aunque en Euskadi ya se han dado casos en los que una mayoría ha obligado al Ejecutivo a aprobar legislación contra su voluntad. Recientemente Urkullu tuvo que poner en marcha la Ley de Vivienda que salió adelante sin los votos del PNV.

RAJOY, CONFIADO El PP es consciente de las dificultades que entrañaría un Gobierno en tan clara minoría. Sin embargo, en Génova defienden que, tras asegurarse la investidura de su líder, serán capaces de llegar a acuerdos con Ciudadanos y con el PSOE para sacar adelante la legislatura. Por ello, en los últimos días Rajoy se ha mostrado más dialogante que de costumbre y ha asegurado que se ganará la gobernabilidad “día a día”. El presidente en funciones confía en que los de Albert Rivera le sirvan de muleta y tiende la mano a los socialistas para lograr mayor estabilidad y negociar cuestiones como los Presupuestos.

En la misma línea se mostró ayer el vicesecretario Pablo Casado, que prometió que, si se desbloquea la situación, su formación se sentará a negociar cuestiones relacionadas con las pensiones, el desempleo, la educación y la sanidad. Para ello, aseguró que cuentan con los socialistas. Pero el primer paso es que la legislatura arranque y, en este momento, la pelota está sobre el tejado del PSOE.