madrid - La vía para hacer presidente a Mariano Rajoy con los apoyos de Ciudadanos, PNV, Coalición Canaria y la deserción del diputado de Nueva Canarias adscrito al grupo socialista se ha derrumbado como un castillo de naipes y no quedan ni los cimientos. Los cuatro actores que tendrían que implicarse en esa operación alejaron ayer esa opción y dejaron al candidato nuevamente en manos de los socialistas. Si nadie se desdice de sus vetos, la única esperanza para el presidente español en funciones pasa por que el socialismo reconsidere su bloqueo a la investidura en el comité federal del 9 de julio y opte por abstenerse para dejarle gobernar. Si el PSOE insiste en votar en contra, Rajoy tendría que volver a mirar a Ciudadanos, PNV y Coalición Canaria para intentar seducirlos con alguna oferta de calado, y confiar en el desmarque de Nueva Canarias o arañar algún otro apoyo, aunque es difícil adivinar dónde teniendo en cuenta que no puede fiar su futuro al nacionalismo catalán o EH Bildu. Nadie quiere especular con otras elecciones, pero no se están registrando movimientos para superar el bloqueo. La presión al socialismo aumenta por insistir en vetar la investidura y, al mismo tiempo, no ofrecerse a liderar una alternativa.
El PP logró 137 escaños, de modo que, sumando los 32 de Ciudadanos, los cinco del PNV y el único asiento de Coalición Canaria, lograría 175 votos. Se quedaría a una papeleta de la mayoría absoluta, pero en las últimas horas se había especulado con que el diputado de Nueva Canarias, Pedro Quevedo, en coalición con el PSOE, se abstuviera en la votación para ahorrarle el mal trago a Pedro Sánchez. La opción parecía un tanto chocante porque su partido es nacionalista y de izquierdas, aunque lo cierto es que algunas declaraciones suyas reproducidas el lunes por agencias informativas parecían dejar abiertas todas las opciones. Abrumado por las expectativas, Quevedo salió al paso ayer para denunciar la “operación de intoxicación” y avisar de que “en ningún caso” apoyará al PP. No dijo nada sobre abstenerse, aunque desde la ejecutiva de su partido rechazaron de plano un apoyo por activa o pasiva.
Ciudadanos, por su parte, complicó la operación por dos vías: no rechaza al PP pero mantiene su veto a Rajoy como aspirante, y no estará en un pacto con el PNV porque rechaza ceder ante los nacionalismos. El portavoz en el Congreso, Juan Carlos Girauta, vio “bastante impensable” un acuerdo de gobierno con los jeltzales, y el líder de la formación naranja, Albert Rivera, insistió en el veto a Rajoy. En un momento de irreverencia ante la insistencia de la prensa, lanzó: “Ya lo he dicho muchas veces, no hace falta que lo repita. Soy una persona, no soy un mono de feria. No es ambiguo, lo ha entendido toda España”.
escepticismo Coalición Canaria no se niega de entrada a votar a Rajoy, pero sí ve complicado que cuaje la vía de los 175 escaños. Su secretario general José Miguel Barragán, argumentó que C’s pone muchas líneas rojas y que el PNV está cerca de las elecciones autonómicas. Los jeltzales, por su parte, ven casi imposible el acuerdo.