El informe de la ONU sobre el drama de los fugitivos y desplazados de todo el mundo en el pasado año está lleno de sorpresas: la nación más acogedora fue Turquía; la más generosa, la República Democráctica del Congo; y la más tolerante, el Líbano.
Las guerras, seguidas de las violencias internas, fueron los motivos principales de que en el 2015 tuvieran que huir de sus hogares 62.000.000 de personas; de ellos, 41 millones se limitaron a buscar refugio dentro del propio país, en tanto que más de 21 millones se asilaron en otras naciones.
El mayor flujo lo ha generado la guerra civil siria, con cerca de 12 millones de refugiados; le siguen Colombia con 7.000.000 de desplazados dentro del propio país, Afganistán (2,7 millones), Yemen (2,5 millones) y Somalia, con un millón largo.
Para el lector habitual de los diarios, esas cifras son relativamente sorprendentes, ya que coinciden con los dramas de las guerras, guerrillas y sublevaciones -algunas, como las del Afganistán o Somalia, de muy larga duración-. Donde el análisis de la ONU resulta sorprendente es en la conducta de los países de acogida.
Así, el Estado que ha acogido el mayor número de refugiados ha sido Turquía, con dos millones y medio. Si de las cifras totales se pasa a las relativas, la nación más tolerante resulta el Líbano, que atiende a 183 fugitivos para cada mil ciudadanos libaneses. Y si el criterio es el del nivel de vida, el país más generoso es la República Democrática del Congo ya que alberga a 471 fugitivos por cada dólar de su producto social bruto.
Y si se considera el trato jurídico dado a los refugiados, el país más solicitado es Alemania, donde han pedido asilo 442.000 personas, seguido de los Estados Unidos, con 173.000 (en su mayor parte, ciudadanos hispanoamericanos espantados por la delincuencia organizada de sus respectivos países), Suecia (156.000) y Rusia (152.000).
También resulta sorprendente -sorprendente, tan solo porque esa noticia no sale nunca en los medios de comunicación- que exista un flujo inverso, una corriente de refugiados que regresan a sus patrias. El año pasado estos fueron más de 201.000, la mayor parte de ellos afganos, sudaneses y somalíes.