vitoria - Todas las encuestas presagiaban una posibilidad que, finalmente, no sucedió. El famoso sorpasso no llegó, para desilusión de Unidos Podemos, alivio concreto de Pedro Sánchez y tranquilidad general de un PSOE que, como la canción, resistió ante la unión entre Iglesias y Garzón. Eso, sobrevivir como “fuerza hegemónica de la izquierda”, fue motivo suficiente para que Sánchez compareciera ante los suyos al grito de “presidente”.
Ni los peores resultados en la historia del PSOE, con cinco escaños menos (85) que en los pasados comicios, evitaron que en Ferraz la sensación que impregnaba el ambiente fuera de cierta felicidad al seguir viendo a Podemos por el retrovisor. “Pese a las dificultades extraordinarias que hemos debido superar y los augurios que anunciaban un fuerte retroceso, el PSOE ha vuelto a reafirmar su condicion de partido hegemónico en la izquierda española”, se felicitaba Pedro Sánchez justo antes de hacer lo que en campaña hizo en numerosas ocasiones, reprender a Pablo Iglesias por no haberle apoyado en su investidura, y recordarle los malos resultados obtenidos por Unidos Podemos.
“Espero que Iglesias reflexione sobre estos resultados. Tuvo oportunidad de votar a un gobierno progresista y poner fin a Rajoy, pero la intransigencia y el interés personal, por encima del interés de la izquierda, ha provocado la mejora de los resultados de la derecha”, lamentó un líder socialista que, además de evitar el sorpasso, asistió a la derrota del PSOE andaluz ante el PP, dándole así un respiro en su particular batalla interna con un Susana Díaz que no queda en gran lugar para arrebatar el liderazgo del partido a Sánchez. Eso sí, Huelva, Sevilla y Jaén fueron las tres únicas provincias españolas en las que los socialistas fueron el partido más votado, algo que la mandataria andaluza se encargó de recordar. “Estamos satisfechos de haber parado a los populismos, pero nos hubiera gustado haber ganado a la derecha en Andalucía y en España”, apuntó Díaz, que no puso peros a la victoria del PP en el Estado.
Mientras tanto, Pedro Sánchez aseguraba “no estar satisfecho”. “Queríamos ganar estas elecciones y no lo hemos conseguido, pero somos la primera fuerza política de la izquierda. Lo hicimos en diciembre y lo hemos hecho ahora frente a una coalición de veinte partidos que sólo tenían un propósito: ganar al PSOE”, recordó ayer un Sánchez al que, con todo, se le plantea ahora un escenario especialmente intrincado. El batacazo de Ciudadanos no sólo debilita la reedición de su pacto, sino que apunta a un más que posible acercamiento entre Albert Rivera y los populares. Aceptar un gobierno de coalición con el PP parece descartado, y abstenerse para que gobierne Mariano Rajoy -el único líder que sale reforzado en estos comicios- también parece poco probable a tenor de las palabras de Sánchez, en las que afirmó tener “un proyecto de país para el conjunto de España”. “En diciembre y en junio los ciudadanos han reclamado un cambio político, en el que el PSOE ha visto reforzado su condición de fuerza más importante del cambio”, subrayó el socialista, en un gesto que algunos interpretaron como su postulado a buscar un complicado gran acuerdo en base a una sopa de letras para desbancar a Rajoy, al que felicitó por “haber ganado las elecciones”.