Londres - A nadie le sorprende que varios diputados laboristas pongan en cuestión el liderazgo de Jeremy Corbyn, pues desde que fuese elegido por las bases y sindicatos de su partido el pasado mes de septiembre, rara es la semana en la que no se pone sobre la mesa una crítica a su trabajo y capacidad de llegar a ser primer ministro. Pero lo que no esperaban muchos es que tras el fracaso del primer ministro, David Cameron, al ganar el Brexit el viernes en el resultado del referéndum, fuese precisamente el liderazgo de Corbyn el gran tema de conversación.
Tras conocerse el resultado del referéndum y hacerse publico que millones de votantes laboristas se habían decantado por el Brexit, pese a la línea oficial laborista de defender la permanencia en el bloque común, un importante número de laboristas piden la cabeza de Corbyn y quieren un nuevo líder. Pero ayer, pasada la madrugada, el líder de la oposición sorprendió anunciando la expulsión de Hilary Benn, su portavoz de Exteriores en lo que se conoce en la política británica como el gobierno a la sombra, porque descubrió que preparaba un movimiento interno para relevarle.
“Ha quedado ya muy claro que hay una inquietud muy extendida entre los diputados laboristas y el gobierno a la sombra sobre el liderazgo de Jeremy Corbyn”, escribió Benn en un comunicado, agregando que “no hay confianza en que seamos capaces de ganar las próximas elecciones si Jeremy continúa como líder”.
A la salida de Benn se unió la dimisión de nueve personas de su equipo: el responsable de Sanidad, Heidi Alexander; de Juventud y Registro Electoral, Gloria del Piero; de Transporte, Lilian Greenwood; o de Educación, Lucy Powell; o de Asuntos Escoceses, Ian Murray; el de Justicia, Vernon Coaker; y la ministra de Irlanda del Norte, si bien se podrían unir otros dos cargos laboristas.
“Diputados y miembros del partido estaban preocupados por las posibilidades de Corbyn en las próximas elecciones, pero pensaban que tenían cuatro años para darle la vuelta a la situación. Ahora muchos temen solo tener cuatro meses si las elecciones se adelantan, por lo que quieren cambiar ya al líder”, afirmaron fuentes laboristas a los medios británicos desde el anonimato.
Mientras, el que tampoco ofreció su respaldo a Corbyn fue la segunda figura más importante del laborismo, Tom Watson, quien disfrutaba del popular festival de Glastonbury ajeno a todo lo ocurrido. Watson no dudó en publicar en su cuenta en Snapchat fotos vestido con botas y disfrutando de la actuación de la cantante británica Adele, donde comentaba “una tierra estéril de barro. Esto no es una metáfora”, que muchos veían como una metáfora a la situación del Reino Unido tras conocerse que el Brexit había ganado.
Los tabloides publicaron varias fotos del este mandatario laborista de fiesta varias horas después de que Corbyn echase a Benn y también dieron con Watson mirando su teléfono en una estación de tren cuando ponía rumbo de nuevo a la capital británica, en medio de las dimisiones constantes de sus compañeros.
Sin embargo, a su llegada a Londres, Watson publicó un comunicado en el que reconocía “estar profundamente decepcionado al ver el despido a Hilary Benn” y “entristecido de que tantos compañeros de gran talento, capacidad y trabajadores sintieran que tenían que salir del gabinete en la sombra”. Wastson reconocía que estamos ante tiempos muy turbulentos en los que “la nación necesita una oposición efectiva, especialmente teniendo en cuenta que la actual dirección del país es tan lamentable”.
Corbyn no piensa dimitir Pese a toda esta tormenta política, el portavoz del líder laborista reconoció que “no iba a renunciar, ya que es un líder democráticamente elegido del Partido Laborista”. Uno de los pocos que salió en defensa de Corbyn fue el responsable de Interior, Andy Burnham, y uno de los favoritos a sucederle. Quiso separarse del movimiento de sus compañeros diciendo que “no veo cómo puede tener sentido que la oposición se hunda en una guerra civil”.
Lo mismo ocurrió con la responsable laborista de Desarrollo Internacional, Diane Abbott, quien respaldó a Corbyn en una intervención en la cadena BBC. “Si quieren un nuevo líder de la oposición, tenemos que poner en marcha una elección de dirección correcta (pero un voto de confianza no tiene validez) o pueden establecer un nuevo partido”.
Por su parte, la ministra laborista de Defensa, Emily Thornberry, dijo que era un momento para que el Laborismo “mostrase algo de liderazgo”, llamando a que el deber era “pensar en la nación en primer lugar”. Mientras, el secretario general de el sindicato Unite, Len McCluskey, apuntó a que una elección para fijar a otro líder laborista sería “divisivo e innecesario”.
Mientras, una petición por Internet con más de 200.000 firmas defiende la continuidad de Corbyn y lamenta que su rechazo viene desde seguidores que quieren que el laborismo siga los pasos del Nuevo Laborismo ideado por el ex primer ministro Tony Blair, cuyas ideas se encuentran en las antípodas de las defendidas por Corbyn.
Una de las firmantes es Michelle, quien defiende que “los afiliados laboristas optaron por Jeremy Corbyn, es su elección y es nuestra única esperanza para el futuro”, mientras que Suki ve al actual líder laborista como “lo único decente que ha sucedido a la política desde hace mucho tiempo”.
Los seguidores de Corbyn también defienden que, desde su elección el pasado mes de septiembre, se ha producido una movilización de un sector de la ciudadanía que hasta entonces había desconectado por completo de la política y como el número de afiliaciones de los laboristas se dispararon.