madrid - Los líderes de los cuatro grandes partidos estatales se ausentaron ayer de la campaña para preparar a conciencia el esperado y único debate televisivo a cuatro de esta noche que, además de unos grandes números de audiencia para las cadenas emisoras, despejará muchas dudas a ese 30% de indecisos que aún no saben qué papeleta cogerán el 26 de junio para emitir su voto. El debate se presenta como el modelo de democracia o platocracia pero deja en el alero a las otras fuerzas con o sin representación parlamentaria, cuya voz y propuestas no tendrán ningún reflejo durante las dos horas que durará el programa.
Los cuatro partidos prevén duros ataques contra el máximo aspirante a primera fuerza el 26-J y actual presidente español en funciones, Mariano Rajoy. En las últimas elecciones del 20-D logró escaquearse del debate televisivo con sus máximos rivales y colocó en el plató a su fiel escudera en el Gobierno Soraya Sáenz de Santamaría, pero en esta ocasión no ha tenido escapatoria y sus asesores le han aconsejado que participé si no quiere que su ausencia reiterada sea entendida como incapacidad. Los tres contendientes le interpelarán continuamente, aunque también se esperan golpes cruzados entre los opositores, especialmente entre Pedro Sánchez y el que puede ser su bestia negra y ejecutor del sorpasso Pablo Iglesias. Por su parte, Albert Rivera intentará meter la cuchara en un plato en el que en principio no tiene mucho que mojar, aunque se presentará como el único de los cuatro que tiene las “manos limpias” de corrupción.
Una prueba de lo mucho que se juegan los cuatro en el business televisivo de esta noche lo demuestra el control de los asesores de sus líderes de todos los detalles del programa. Ayer acudieron al plató en el que se celebrará el debate y recorrieron las instalaciones para tratar las dudas con la organización. Una de las preocupaciones comunes fue la altura del atril y la distancia entre ellos, así como el tiro de las cámaras. El jefe de campaña del PP, Jorge Moragas, fue quisquilloso con la situación de la cámara, al igual que su homóloga de Podemos, Irene Montero, que quiso confirmar si su candidato mira hacia la cámara o se está dirigiendo a otro candidato.
El debate comenzará a las 22.00 horas y estará moderada por los periodistas Ana Blanco, Vicente Vallés y Pedro Piqueras. Rajoy, Sánchez, Rivera e Iglesias debatirán colocados por este orden de izquierda a derecha de la pantalla, en un formato que estará estructurado en varios bloques de duración desigual: en un primer fragmento de 36 minutos hablarán sobre economía y empleo; un segundo bloque del mismo tiempo sobre políticas sociales reformas institucionales y regeneración democrática; y un tercer apartado más corto de unos diez minutos sobre política exterior. Los candidatos no tendrán un tiempo límite establecido por turno pero los moderadores tratarán de guardar un equilibrio.
A priori es Rajoy quien tiene más que perder esta noche. Más acostumbrado a desaparecer y aguantar que a hacerse notar y atacar, los tres oponentes pondrán a prueba su resistencia y su capacidad de no caer en las provocaciones. Los tres le pondrán en la diana y le atacarán desde diferentes flancos, sobre todo por la corrupción y la economía, pero se defenderá recordando los datos del paro que en los últimos meses han caído de manera notable. En Génova creen que Rajoy se va a manejar bien porque el formato a cuatro es menos ágil y da a los participantes más tiempo para pensar sus respuestas y colocar sus mensajes.
Para Sánchez es la gran oportunidad de acabar con todo atisbo de sorpasso por parte de Unidos Podemos y, además de a Rajoy, dirigirá sus ataques contra Iglesias. En este sentido intentará visualizar la “pinza” entre Rajoy e Iglesias que, a su juicio, impidió la creación de un gobierno de cambio tras el 20-D.
Fiel a su estilo, Iglesias intentará llevar las riendas del debate y marcar no solo los ritmos sino también los temas. Buscará más el cara a cara con Rajoy que con Sánchez, en línea con su estrategia de polarización y ninguneo del PSOE.