Acasi un mes para el arranque de la segunda campaña electoral para las generales, el escenario cambiante tras el fracaso del acuerdo de gobierno obliga a los partidos a reposicionarse o, al menos, limar sus estrategias. El Partido Popular volverá a ser el adversario a batir y la campaña se librará de nuevo en la televisión con los pactos como mensaje y bajo un ruido atenuado. Cuatro expertos reflexionan sobre los cambios que veremos en los planteamientos de fondo y forma para la carrera electoral hacia el 26-J.
Los partidos llegarán de forma dispar a esta nueva cita con las urnas bajo dos polos a izquierda y derecha encarnados en Podemos-IU y las confluencias, que protagonizarán una especie de “frente popular”, y el PP. Para el catedrático de Ciencia Política de la Universidad Autónoma de Madrid, Fernando Vallespín “son dos ideas de España que ponen el énfasis, uno en la diversidad y otro en la unidad”. Una polarización que busca el desgaste de los partidos del medio como PSOE y Ciudadanos, “circunstancia donde se va a plantear o uno u otro modelo y ahí el PSOE podría tener una oportunidad para hacerlo bien buscando consignas más moderadas y acercarse el voto pidiendo esa resistencia a los extremos”. Un punto donde volverían a proyectarse dos ejes: el de la moderación y el de los polos, aunque “los medios de comunicación y los partidos están más polarizados que la sociedad. La clave está en si la sociedad se dejará polarizar”.
El modo en que se articularán los mensajes también tendrá que ser modulado ya que “la gente no está para broncas”, señala Vallespín, y añade que “la campaña no será crispada ya que los partidos llegan aprendidos: los efectos del enfrentamiento directo y crudo contribuyen a impedir pactos”. Vallespín apunta a una campaña de perfil bajo y barata donde de nuevo la televisión será la plataforma central para emitir los mensajes. Se atenuará en todo caso la espectacularización de la política que se instaló en la campaña para el 20-D, porque, según Vallespín,“ eso ya no vende”.
La última encuesta del CIS ha revelado que el 36% de los electores decidieron su voto para las últimas generales durante la campaña electoral, ahí donde la televisión manda. “Bajará el diapasón ya que está demasiado reciente la anterior campaña”, señala Luis Arroyo, asesor de comunicación política, pero “vamos a tener una campaña electoral en toda regla aunque menos efervescente”. Para Arroyo, la fuerza de la televisión determinará la participación pese al verano y la cercanía de la anterior cita con las urnas, “creo que para nada va haber abstención, es más, tendremos más participación de la que se anuncia y más campaña de la que creemos”. La imposibilidad de conformar un Ejecutivo ha sembrado un ambiente más serio, con poso grave que va a esquinar la aparición de los candidatos en programas de entretenimiento. “A los nuevos ya se les conoce, les hemos visto durante meses, ahora estarán con menos ganas de fiesta”; de igual modo los periodistas y conductores de los programas. “Sinceramente - señala Arroyo- no le veo a Pablo Motos ahora mismo con ganas de hacer una entrevista a Soraya Sáenz de Santamaría. Creo que hemos asumido que nos jugamos algo muy importante como para resolverlo en la cocina de Bertín”. Arroyo apuesta por un debate a cuatro donde ahora esté Rajoy pese a su escaso dominio de la televisión, “tiene un poderoso relato que va a girar en torno al teatro de los otros y a su fracaso”. En cualquier caso, indica que será una campaña dura, lo que no significa que sea una campaña agresiva. “El PSOE se ha fijado otro adversario además del Partido Popular y se ha hartado de Podemos. Esto lo vamos a ver seguro”, añade.
La próxima campaña impondrá un cambio en las formas y la dulcificación del discurso sobre todo en el caso de Iglesias, aunque no parece que vaya abandonar del todo sus formas duras. Según la consultora de comunicación política, Itziar García Carretero, “capitalizará el voto de izquierdas señalando el pacto de los socialistas con Rivera”. La coalición Podemos-IU traerá mayor presencia de Alberto Garzón, “puede ser determinante y le tocará hacer de poli bueno”. Con todo, es posible que estamos ante una campaña cuajada de desagravios y reproches, “sobre todo por Sánchez e Iglesias. Rivera mantendrá su perfil de campaña en positivo”.
Pese a que la corrupción volverá a estar presente en la campaña, la impresión es que la legislatura del PP queda lejos y que en el subconsciente laten más los cuatro meses de fracasadas negociaciones que las recientes políticas. “Las noticias pasan muy deprisa, la ciudadanía no tiene eso en mente, la gente quiere un gobierno”. Y aquí la opinión sobre la exposición de Rajoy en la campaña es unánime: “Debería estar en todos los debates. Llega fuerte”.
La presencia orillada en la anterior campaña electoral de las formaciones nacionalistas podría volver a repetirse en la nueva cita electoral, más si cabe, cuando los anteriores números revelaron que no bastaban para gobernar. La socióloga de la Universidad de Deusto, María Silvestre señala que “es posible que los seis escaños que consiguió el PNV tengan más protagonismo de cara a alcanzar niveles de gobernabilidad”. Sin embargo, los partidos nacionalistas vascos no quieren plantear una campaña como garantes de la estabilidad sino poner en valor el contraste. En el caso de los jeltzales “el discurso se basa en Euskadi como ejemplo durante años de acuerdos y estabilidad en base a pactos. Por eso la campaña electoral tendrá una clave mucho más española”. El caso de Catalunya es diferente. Dibujado como una suerte de plebiscito en torno a la independencia con el proceso independentista en marcha y la correlación de fuerzas en los agentes de Junts pel Sí, Silvestre indica que “respecto a la gobernabilidad nadie está llamando a su puerta excepto Podemos, y de un modo muy tímido. Empieza a ganar enteros la reflexión de qué gobierno va a ser capaz de sentarse a hablar con los catalanes”.
La clave sigue estando en cómo conformar el Ejecutivo en Madrid y aquí Silvestre desconfía de que vayamos a ver una campaña en clave constructiva “a pesar de que debieran articularla de modo que los mensajes establezcan escenarios de entendimiento. No creo que lo vayan a hacer”. Una vez más, cada uno se situará como ganador para liderar los futuros acuerdos. “En el último retrato, la suma no da, así que -añade la socióloga- van a tener que seguir retratándose”.