Amedida que van cayendo las hojas del calendario, los partidos están apurando sus últimas oportunidades para pactar el próximo Gobierno español. La ronda de consultas que el rey Felipe VI llevará a cabo los días 26 y 27 marcará el límite para la presentación de una candidatura con los apoyos suficientes de cara a salir elegida como muy tarde en segunda votación el 2 de mayo; de no ser así, al día siguiente se convocarán elecciones generales. En esta complicada tesitura, y con las principales formaciones políticas en el Estado enrocadas en sus respectivas líneas rojas, que han imposibilitado por un lado la confluencia de PP, PSOE y Ciudadanos y por otro el gobierno del cambio de PSOE, Ciudadanos y Podemos, uno de los factores que se van a mirar con lupa y que podría llevarles a flexibilizar sus posturas son las encuestas, tanto las que salen a la luz pública de forma periódica como los sondeos internos que maneja cada partido.
“Antes no se creía tanto en los sondeos pero ahora son una herramienta común de las grandes empresas y de los partidos políticos así como de los gobiernos”, afirma Jon Urresti, director de investigaciones de Gizaker Encuestas. José Pablo Ferrandiz, investigador principal de Metroscopia, agrega: “que tienen en cuenta los sondeos de opinión, eso seguro, otra cosa es hasta qué punto sus decisiones vienen marcadas por estos datos”. Según él, “lo inteligente sería que las utilizaran para comunicar mejor sus mensajes, para saber cómo vender mejor su estrategia”. “Todos los partidos tienen sus propias encuestas y desde luego que les hacen caso”, apostilla Urresti.
El encargado de estudios sociopolíticos de Ikerfel, David Díez Llamas, opina en una línea diferente y dice esperar que “los partidos se muevan más por el interés general del Estado y de los ciudadanos, y no por sus propios intereses”, que pueden estar marcados por los sondeos electorales. De este modo, califica de “decepcionante” un escenario en el que “les dé igual lo que acuerden y que su verdadero interés sea si sacan más o menos escaños”. Para Jon Urresti, en cambio, las encuestas “están marcando el tema de los pactos” por la propia “complejidad” de la situación, para comprobar “si tienen que moldear el mensaje, si está calando en los suyos, si otro partido está ganando su electorado...”.
Respecto a si los resultados de los sondeos internos que maneja un partido político varían mucho de los que encarga un medio de comunicación o una institución, el responsable de Gizaker afirma que “las encuestas bien hechas coinciden mucho”. La diferencia está en que “las que se publican se quedan en la cáscara, quién va a ganar, quiénes han perdido más votos... Las encuestas de los partidos se tratan con mucha más profundidad, se analiza exactamente dónde están perdiendo electores o qué tipo de electorado es”. José Pablo Ferrandiz, de Metroscopia, coincide en que “cuando se realizan encuestas en el mismo periodo de tiempo y con muestras similares, los resultados no suelen variar. Cambia la interpretación, la famosa cocina, pero los resultados brutos no difieren sustancialmente”.
A nivel metodológico, el portavoz de la empresa española de estudios sociales y de opinión explica que lo más importante son “las preguntas, cómo se realiza el cuestionario. Es a lo que dedicamos más tiempo porque es muy complicado hacer una pregunta exenta de cualquier tipo de sesgo”. Recomienda, por ello, que se publique también el cuestionario, “para ver posibles sesgos, voluntarios o involuntarios”, y añade que también influye si la encuesta se realiza cara a cara, telefónicamente o a través de Internet. Díez Llamas, de la empresa vasca de investigaciones de mercado y marketing estratégico Ikerfel, aporta que “en principio la metodología es la misma ya sea para un partido o para un medio de comunicación, depende en buena parte del presupuesto y en todo caso de la empresa que realiza el estudio, más que de quien lo encarga”.
Desencanto Entrando en materia respecto a la compleja coyuntura estatal, los tres expertos consultados coinciden en que, de repetirse las elecciones, los resultados no variarán en demasía de los del año pasado. Ferrandiz resume que “el realineamiento electoral importante se produjo el 20-D, ahora pueden aparecer pequeñas correcciones y de todas formas todavía queda mucho por decidir: si IU va con Podemos, si los candidatos son los mismos o no...”. El responsable de Ikerfel añade un elemento de dificultad, el hecho de que “una cuarta parte del electorado no decide lo que va a hacer hasta el último día, hasta la campaña electoral”.
Para Gizaker, empresa dedicada a la investigación social y estudios de mercado, “tampoco se han dado muchas claves para que la gente modifique su voto, sí puede pasar que haya cierto desencanto, igual que entonces había una gran ilusión por cambiar a Mariano Rajoy, sobre todo en Euskadi”. Eso sí, según Jon Urresti “queda toda una campaña electoral y supongo que los mismos partidos que ilusionaron el 20 de diciembre volverán a trabajar los mismos clichés para ilusionar de nuevo a su público”.
En cuanto al estado de forma con el que los candidatos afrontarán los posibles comicios del 26 de junio, David Díez Llamas cree que resulta “fundamental cómo interprete la ciudadanía” el posicionamiento de cada partido en los tres últimos meses: si valoran positivamente a “quienes han intentado llegar a un acuerdo” o censuran la “obstrucción” de Mariano Rajoy en el caso de creer que, con su inacción, “ha impedido” los pactos.
El portavoz de Gizaker expresa sus dudas respecto a Pedro Sánchez, que pese a fracasar en su intento de liderar un proyecto con Ciudadanos y Podemos “al menos ya no está tan contestado dentro de su partido”. Agrega que “no se prevé un batacazo de Ciudadanos, y el PP tampoco parece que vaya a bajar mucho más”, mientras que Podemos, que se ha “desgastado por sus problemas internos y por la ilusión que generó y que al final no se ha plasmado”, podría crecer si se une a IU.