el mediático ministro de Industria, José Manuel Soria, tiró ayer la toalla, acosado por las informaciones que le vinculan con sociedades en paraísos fiscales, tras haber apagado mil fuegos en sus cuatro años al frente del ministerio. Cuatro años en los que Soria se ha encarado con eléctricas que recelaban de la reforma, ecologistas que exigían el cierre de las nucleares e, incluso, algunos de sus propios paisanos, que rechazaban las frustradas exploraciones de Repsol en Canarias.
Con una sólida formación económica y dominio de varios idiomas, Soria, que cumplía este año tres décadas de dedicación a la cosa pública, llegó desde Canarias, donde fue alcalde de Las Palmas y presidente del Cabildo de Gran Canaria a la política nacional de la mano de Mariano Rajoy, en cuyo círculo más cercano se ha mantenido durante toda la legislatura, para ocupar un Ministerio de largo nombre y amplias competencias.
La expropiación de YPF a Repsol, los problemas del almacenamiento de gas Castor o el conflicto del tax lease naval han sido algunos de los conflictos que han jalonado una gestión con la crisis económica de fondo y en la que sólo un sector, el turismo con cifras récord, le ha dado algunas alegrías.
Prolijo en apariciones y declaraciones a los medios, el ministro ha defendido los trabajos de su departamento y su actitud de atreverse a tomar el “toro por los cuernos”, sobre todo en lo referente al recibo de la luz, donde las reformas han sido constantes aunque poco sonantes en el recibo de los consumidores.
En un intento de poner en equilibrio las cuentas eléctricas, lastradas por un desfase de casi 30.000 millones de euros llamado déficit de tarifa, Soria ha tomado numerosas medidas de la mano de dos secretarios de estado del ramo: Fernando Martí, primero, y Álvaro Nadal, después. Con Nadal han venido los cambios más ambiciosos que no han gustado a nadie -ni a consumidores, ni a empresas eléctricas tradicionales ni a renovables- y en las que ha topado con el muro del déficit público y con el del ministro de Hacienda, Cristóbal Montoro.
Como consecuencia del recorte a las energías renovables, el exministro canario deja como herencia más de una veintena de pleitos internacionales contra España en el tribunal de arbitraje del Banco Mundial.
Aunque ha devuelto la estabilidad al sistema eléctrico tras la reforma del sector en 2013, Soria ha dejado la tarifa sujeta a fuertes vaivenes en función del viento y la lluvia que haga en el país. Junto a esta constante reforma del sector eléctrico -se han implementado medidas todos los años- otros temas han marcado la agenda de Soria que, por devoción o por obligación, no ha dejado de tener muy cerca las Islas Canarias.
Desde una defensa de las oportunidades que pueden traer las exploraciones de hidrocarburos frente a las Islas Canarias hasta un repaso por las excelencias o patronas de las distintas islas, con el “run run” de fondo un posible regreso a la política canaria, que nunca se hizo efectivo.
La situación de cese de explotación y posterior solicitud de renovación de licencia de la central nuclear de Santa María de Garoña y la elección de Villar de Cañas (Cuenca) como emplazamiento para acoger el almacén temporal centralizado (ATC) de residuos nucleares de alta actividad, son los principales escollos nucleares a los que se ha enfrentado el exministro y quedan sobre la mesa.
Finalmente, pese a las numerosas peticiones de dimisión que le han llovido en los últimos años -algunas, incluso de su propio partido-, han sido los papeles de Panamá los que le han ganado la batalla al que oficialmente es el primer ministro de la democracia que se ve obligado a dejar sus responsabilidades mientras está en funciones. - DNA/Efe