Madrid - El presunto miembro legal de ETA Tomás Miguel Madina Etxebarria, Basurde, acusado de intentar asesinar en 2010 con un rifle con mira telescópica al entonces lehendakari Patxi López y al que fuera consejero de Interior del Gobierno Vasco, Rodolfo Ares, negó ayer ante la Audiencia Nacional ser un tirador selecto y aseguró que “solo cazaba perdices y otras aves de caza menor con la ayuda de perros”. El acusado, que se enfrenta a una pena de 40 años de prisión por la comisión de delitos de participación activa en organización terrorista y dos de asesinato terrorista en grado de conspiración, precisó, además, que el objetivo del arma que le fue incautado en su casa durante su detención corresponde a una escopeta de aire comprimido que le regaló su madre siendo niño.
Durante una extensa declaración prestada ante el tribunal de la Audiencia Nacional, Madina intentó desmontar todos los indicios que llevan a la Fiscalía a relacionarle con esta acción contra los dos políticos socialistas vascos. Así, en respuesta a su abogada, negó su vinculación con ETA que, según afirmó, le contactó sin éxito por carta para proponerle colaborar. Y también negó el alias que le atribuye la Guardia Civil. “Mi único apodo ha sido Tomi, la abreviatura de mi nombre”, afirmó.
Según el fiscal, Madina cumplió el servicio militar en una unidad de élite como Infante de Marina del Tercio de la Armada ejerciendo de fusilero y, asimismo, fue uno de los cinco cazadores de un total de 282 que alcanzó la máxima puntuación en la lista de 2004 de los cazadores de Bizkaia. Sin embargo, el acusado señaló que hizo el servicio militar en Cádiz, en la Sección de Deportes de la Infantería de Marina, como soldado raso y precisó que si recibió buena nota en los test de caza fue por sus conocimientos en la identificación de especies. En cuanto a sus contactos con ETA, explicó que recibió dos misivas de la organización, que rompió por temor, y en las que se le proponía “ayudar”. Tras la llegada de la segunda carta decidió acudir a la cita fijada para dar una respuesta negativa e evitar que ETA siguiera insistiendo. De este modo, justificó su presencia en la localidad francesa de Castres, dónde fue detectado por la vigilancia policial montada en el municipio. En ese contacto con un integrante de ETA, Madina se negó a prestar colaboración con la organización y dijo que no quería “meterse en líos” ni “jugarse la vida” ya que tenía dos hijos muy pequeños, el menor de poco más de un año.
‘Comando otazua’ Su relato también ofreció una coartada a las presuntas citas frustradas con los miembros del comando Otazua de ETA, que debían participar en la acción terrorista, en el monte Ganekogorta. Dos miembros de este grupo, Beatriz Etxebarria e Iñigo Zapirain, declararon tras su detención en marzo de 2011 que, por orden del entonces jefe militar, Mikel Kabikoitz Carrera Sarobe, Ata, tenían que acudir al monte para reunirse con “un señor de 45 años de edad, bajito, gordo y con la cabeza grande”, que en el servicio militar había sido “tirador selecto”. “La contraseña era sentarse en la cima del monte, con una pieza de fruta en la mano y un gorro rojo”, apuntaron. No obstante, el acusado -que mide 1,81 e indicó que jamás ha tenido un gorro de ese color- explicó que subió en a ese monte con intención de localizar el trayecto de las líneas de defensa antifranquistas durante la Guerra Civil, conocido como “cinturón de hierro”, en coordinación con un grupo de conocidos con los que trabajaba sobre la memoria histórica a nivel local.
Con respecto a este juicio, Sortu emitió un comunicado en que se señalaba que la única prueba contra Madina procede de una declaración “obtenida bajo tortura en el periodo de detención incomunicada”. Estos malos tratos denunciados en su día por Madina fueron recogidos por el informe realizado en 2011 por el Comité Europeo para la Prevención de la Tortura, que otorgó veracidad a los hechos relatados. A juicio de Sortu, este juicio es “otro exponente más de obcecación de parte de la estructura del Estado de mantener abierto el ciclo anterior”.
Lesa humanidad Por otro lado, la Audiencia Nacional confirmó ayer la decisión de la juez Carmen Lamela de trocear en seis procedimientos diferentes la causa por delitos de lesa humanidad contra las últimas cúpulas de ETA, al entender que así se evita “cierto caos procesal” y esta actuación está respaldada por la última reforma de la Ley de Enjuiciamiento Criminal en aras de lograr una mayor agilidad en las investigaciones. En la causa ahora despiezada están procesados los exjefes de la banda Josu Urrutikoetxea, Josu Ternera; Garikoitz Aspiazu, Txeroki; Mikel de Kabikoitz Carrera, Ata; Ai-tzol Iriondo Yarza; y Aitor Elizaran Sarasola. - Efe./E.P.