madrid - Poco ha durado el optimismo en la casa socialista. Si Pedro Sánchez se veía el miércoles más cerca de ocupar la Presidencia española, ayer recibió un nuevo jarro de agua fría. El candidato aspira a lograr el apoyo de Podemos y Ciudadanos, dos partidos que se declaran incompatibles. Su acuerdo con Ciudadanos había ahuyentado en un primer momento a Podemos, pero en las últimas horas la formación de izquierdas ha suavizado su postura, con cesiones tanto en su programa como a la hora de aceptar finalmente una reunión a tres donde esté presente Albert Rivera. Sin embargo, la cuerda se rompió ayer por el otro extremo, el de Ciudadanos, que se cerró en banda a cualquier cesión a Podemos y se expresó con una dureza que sorprendió en los círculos políticos: votaría en contra de un gobierno de coalición entre los socialistas y Podemos, tampoco aceptaría un ejecutivo que incluyera a independientes sugeridos por esa formación, y ni siquiera considera posible que el acuerdo que mantienen C’s y el PSOE dé cabida a propuestas de Podemos porque ve el documento como un todo y unas medidas se complementan con otras, de manera que, si se retoca una, se desfigura todo el puzle. A su juicio, Podemos pinta poco y la mejor aportación que podría hacer es no molestar y abstenerse ante un acuerdo PSOE-C’s.
Ciudadanos volvió a empujar ayer hacia un acuerdo con el PP, con la novedad de que ahora lo ve como una condición indispensable para que haya estabilidad en la legislatura, ya que tiene mayoría absoluta en el Senado y vetaría la reforma constitucional. En definitiva, cree que puede haber varias mayorías para ganar la sesión de investidura y proclamar a Sánchez, pero solo la vía del PP le serviría para sacar adelante sus proyectos y asegurar la legislatura. Lo contrario sería aspirar a ser meramente “presidente por un día”. Teniendo en cuenta que el PP no apoyará a ningún candidato que no sea el suyo propio porque Rajoy ganó las elecciones, en la práctica Ciudadanos empuja a Sánchez a unas nuevas elecciones o a una gran coalición que no lideraría él, sino Rajoy. El socialista se la juega a una sola carta: quiere mantener su pacto con Ciudadanos y que Podemos se vea tan presionado por las elecciones que se acabe absteniendo. No quiere explorar un pacto solo de izquierdas porque le llevaría a buscar la abstención de los nacionalistas catalanes.
Ciudadanos, que hasta ahora había intentado mostrarse como una opción con responsabilidad de Estado y como la más dispuesta a ceder en su negociación con los socialistas (aparcó la propuesta del contrato único, la eliminación del Consejo General del Poder Judicial o la derogación del Concierto Económico vasco), ayer se mostró inflexible. Llegó a decir que Podemos tendría que dejar de ser Podemos para que haya acuerdo. Incluso auguró que hay una probabilidad del 80% de repetir las elecciones el 26 de junio. Su portavoz parlamentario, Juan Carlos Girauta, abrió fuego avisando de que “es imposible” que su partido se abstenga para facilitar un gobierno PSOE-Podemos. “Si alguien ha pensado que existe esa posibilidad, ya se la puede quitar de la cabeza”, despachó en la cadena Cope. En realidad, tampoco Sánchez quiere que Ciudadanos se abstenga, porque ya tiene amarrado su voto positivo y ese cambio supondría un retroceso. Quiere que quien se abstenga sea Podemos, pero para ello habría que negociar y hacer cesiones. Y ahí también toca hueso en C’s. El responsable económico del partido, Luis Garicano, presentó el acuerdo como un documento cerrado, que “tiene que ser integral porque unas medidas se compensan con otras”.
A pesar de que Podemos ha anunciado su voluntad de ceder en asuntos nucleares de su programa (aceptaría una reforma fiscal menos ambiciosa y rebajaría su inyección de gasto público de 96.000 a 60.000 millones a lo largo de la legislatura), Garicano aseguró que su política llevaría a “una situación de rescate o próxima a él”. Según su análisis, no comparte los criterios del mundo occidental y su política sería desastrosa.
Por ello, antes prefiere elecciones que facilitar un gobierno con su presencia. Albert Rivera aseguró a Onda Cero que tampoco aceptaría que colocara a independientes en el ejecutivo. “Si los ministros afines a Podemos van a subir 60.000 millones de euros el gasto, o a hacer un referéndum de independencia, a mí me da igual que se llamen Errejón, Monedero, Echenique, Iglesias o que sea un independiente”, dijo. A su juicio, el problema estriba en las políticas, y no en las personas. Por aceptar, C’s no aceptó ni una reunión a tres entre los líderes de las formaciones. Sí se prestaría a una negociación entre equipos de trabajo, pero siempre y cuando se tomara como base su pacto con el PSOE.
con el PP La formación se ha convertido en la gran esperanza de Rajoy. Curiosamente, un día antes de que C’s se expresara con tanta dureza y vetara a Podemos, el PP se había mostrado confiado en que la vía de izquierdas no iba a prosperar porque Rivera la tumbaría. La contundencia contra Podemos y su aproximación al PP podrían servir a Rivera para acentuar su perfil conservador y detener la concentración de votos de la derecha en Rajoy si hubiera elecciones. Cabe matizar que tampoco Podemos quiere un gobierno de coalición con C’s. La diferencia estriba en que ha suavizado su veto y ha puntualizado que hay elementos del pacto con Rivera que pueden valer, como los apartados de la regeneración, y que esas conexiones pueden servir para que Ciudadanos se abstenga ante un gobierno de izquierdas. Rivera ha preferido no dar ningún margen a la alianza.