Madrid - Podemos comienza a pasar página de sus disensiones internas de la mano de la elección de Pablo Echenique como hombre fuerte para gestionar la organización interna. Con familias que discrepan sobre la táctica a emplear y un número dos, Iñigo Errejón, que sigue en silencio alimentando las dudas de una distanciamiento con el secretario general, Pablo Iglesias, y dejado de lado el puño de hierro para aplastar las revueltas generadas en hasta seis autonomías en apenas ni 8 meses para abrir una nueva etapa con el consenso como arma, la designación del dirigente aragonés ha sido bien acogida por la mayoría de aparatos territoriales. Territorios críticos como Andalucía o Nafarroa, por ejemplo, han aplaudido la elección de una formación morada que apuesta modificar su rumbo de crecimiento para abrir una etapa de consolidación del proyecto político. Varias voces con mando en el aparato territorial han apelado rápidamente a la unión como fórmula para superar el bache. El propio Iglesias enclavó la necesidad de dar carpetazo a la crisis estimando que en Podemos no debe de haber “pablistas, bescansistas o errejonistas”. A ese llamamiento se ha adherido, por ejemplo, Laura Pérez. Secretaria general en Nafarroa, perteneciente al sector crítico de los Anticapitalistas -y que dio su respaldo a Zurekin Ahal Dugu, candidatura perdedora en las primarias ganadas por el sector oficialista de Euskadi capitaneado por Nagua Alba-, asumió la decisión de la cúpula ahondando que Echenique dispone de un perfil de “consenso y sobre todo es una persona que pone muy en valor la importancia de las bases, los procesos participativos, una organización más descentralizada que defienda la plurinacionalidad”.
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