quienes la conocen hablan de su capacidad de trabajo, de su facilidad para lograr conectar con las personas y de sus dotes para leer por dónde se pueden desarrollar los siempre inciertos acontecimientos políticos. Quizás sea su condición de psicóloga lo que hace que Nagua Alba, donostiarra que próximamente cumplirá 26 años, se desenvuelva tan bien en los siempre complejos vaivenes de la política. Vencedora en la contienda interna de Podemos en Euskadi, esas mismas cualidades le harán falta para recomponer las filas de una formación que encara retos de gran envergadura en un futuro no tan lejano. Ligada a Madrid, y no solo por su labor como diputada en el Congreso desde las pasadas elecciones, Alba estuvo desde la génesis en la primera línea de la formación morada. Pero pese a permanecer en una cómoda segunda fila, esa situación de privilegio le ha permitido conocer de primera mano los derroteros seguidos por Iglesias y Errejón en la creación del partido para, una vez consolidado el proyecto a nivel estatal, poder dar el paso para hacerse con la posición de mando del organigrama de la CAV. Desde ayer es su cara más visible.

A pesar de ser de las más jóvenes de la nueva marea, Alba conocía de primera mano los movimientos previos que dieron lugar al surgimiento del partido. Y quizás fruto de su estancia en la capital española -estudió en la UPV/EHU para posteriormente realizar un máster en su especialidad en la Universidad Autónoma de Madrid- no ha podido seguir con tanta cercanía lo que iba aconteciendo en su tierra natal, una situación que sus críticos -incluso en el seno del partido asambleario- le han echado en cara en más de una ocasión. Pero conscientes de que su imagen está ligada -y lo estará, a buen seguro, en un futuro- al núcleo duro de Madrid que le animó a dar el salto a las primarias -además de consultarlo con las bases, hartas de discrepancias internas desde que Uriarte lo dejara-, la ahora líder de Podemos Euskadi recorrió múltiples localidades vascas durante la campaña con el objetivo de arañar votos. Lo hizo de uno en uno. De círculo en círculo ha ido cosechando adeptos en los debates, además de tejer complicidades. “La voz de Madrid”, tal y como algunos la denominaban, se convierte ahora en la voz en Euskadi.

En ese viaje al centro de la política vasca le acompañará Eduardo Maura, otra de las caras más visibles del sector oficialista que será pieza fundamental en su nueva ejecutiva, pero al que hasta la campaña de las pasadas elecciones generales apenas se conocía. Sin relevancia en actos públicos en la CAV ni un papel determinante en la germinación de la marca Podemos, sin embargo sí era una de las representantes vascas con mayor influencia en el siempre poderoso Consejo Ciudadano Estatal. Y no fue hasta la dimisión de Roberto Uriarte, descontento con la imposición de la lista al Congreso en la que Alba y Maura figuraban como reclamos -la primera por Gipuzkoa, el segundo por Bizkaia-, cuando se dieron a conocer ante los flashes mediáticos. Tanto que tuvieron que liderar la formación -desde el comité asignado al efecto, en el que Lander Martínez, que se erigirá en su secretario de Organización en suelo vasco, cierra el triángulo de poder- de cara a unas elecciones a las que, pese a lo complejo de la situación, sacaron un rédito excepcional. Tanto que les ha permitido hacerse ahora con el timón de Podemos en suelo vasco.